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Un túnel para la historia

El túnel desierto, reconsideración de apreciaciones.

Hace ya dieciocho meses que escribimos sobre el túnel UASD, referíamos entonces que el Eurotúnel, que atraviesa el Canal de la Mancha, es quizás la obra de ingeniería vial más importante de Europa en el final del siglo XX. Soñado desde la época napoleónica como estratégica conexión, fue construido y es operado por una empresa privada anglo francesa.

En realidad, se trata de tres túneles paralelos e interconectados, dos para el transporte y un tercero para servicio, mantenimiento y emergencias. Imaginemos por un momento que los gestores y diseñadores de esta obra decidieron que era mejor hacer un solo túnel, de una vía, exclusivo para que los ingleses viajaran rápidamente al continente, de Norte a Sur, y una vez allí ¡que regresen como puedan! Es decir, por otra vía u otro medio, en ferrys sobrecargados, atestando los aeropuertos, remando o nadando. Pero los ingleses y franceses son previsores y sus autoridades jamás permitirían que una empresa privada realizara semejante e irresponsable desatino.

Los diseñadores del túnel UASD, que conecta la Avenida José Ortega y Gasset con la Avenida Santo Tomas de Aquino (¿Por qué los nombres de nuestras calles son tan largos?) han tenido la secreta y "maravillosa" idea de hacer un túnel de una vía para llegar raudos y veloces a la UASD, compitiendo incluso con el metro sacrosanto, pero una vez allí, los miles de usuarios tienen que retornar ¡cómo puedan! por otras rutas que no han sido definidas, ni preparadas para ello.

Temíamos hace dieciocho meses que el túnel aportaría una veloz, peligrosa y vertiginosa inyección de "busetas voladoras" azules de Fenatrano -o blancas de Conatra- atestadas de estudiantes sudorosos, desembocando en una sexagenaria rotondita frente a la entrada principal del recinto universitario -la cual fue removida- en la que pululaban peatones, pasajeros desmontándose de los buses, frieros, fritureros, vendedores ambulantes, hasta de prendas intimas, de todo -menos libros. Pero los venduteros fueron removidos y no se produjo el desorden descomunal asegurado, pero se produce ahora -y peor- en otro lugar.

Todo ello fue desplazado hacia la avenida Correa y Cidrón, directamente antes de la estación de metro Amín Abel, convirtiendo la calle literalmente en un embudo cuyo cuello está justo delante de la estación referida. El distribuidor de tráfico -lo que aquí llamamos "elevado"- donde se inicia el túnel, no permite accesarlo desde la Avenida 27 de Febrero, cuyo volumen de tráfico tendrá que seguir inexorablemente congestionado. Por otra parte, la zona de entrecruces en los carriles expresos de dicha avenida es tan corta, que el efecto de descongestión no se produce en las horas pico, precisamente cuando más se necesita. Y para nuestra sorpresa, habiendo estudiado el flujo del túnel durante estos dieciocho meses, el volumen de circulación es extremadamente bajo. El estudio de origen-destino, si es que se hizo, debería explicar por qué. Todas las previsiones de último momento realizadas en la avenida Santo Tomás de Aquino para recibir y desacelerar el enorme flujo esperado, resultaron vanas. El flujo enorme no llegó.

Tienen la palabra los ingenieros que han diseñado y construido -y aprobado-las ultra costosas obras, que pagaremos todos. Ahora tenemos además un túnel subutilizado y el desorden desplazado e incrementado. Al cerrar la puerta principal -entrada natural- de la UASD al tráfico vehicular se desplaza por la Avda. modesto Díaz, la cual termina en la Abraham Lincoln, provocando un congestionamiento mayúsculo. Siendo la UASD un hipertrofiado centro académico que provoca recorridos originados en toda la periferia urbana, incluso extraurbana, un plan estudiado de rutas, paradas, señales y tecnología GPS, nada costosa, aportaría más a la fluidez del tránsito urbano. Con los mismos buses, pero más holgados, limpios, pintados, y sus conductores, reeducados y uniformados. Soluciones para un país que no es rico, que no puede entrar al "Club de los 20" ni siquiera al BRIC. Porque los túneles y los metros son para países mas ricos, que incluso ya los están dejando de construir. Si don José Ortega y Gasset viviera, pediría que su nombre fuera retirado de ese mamotreto que conecta con su avenida.

Hasta la fecha, nadie ha respondido lo planteado entonces, incluido el escandaloso costo del túnel y las obras conexas, según datos aparecidos en la prensa de esa fecha, su costo es de RD$433,000.00 ¡el metro cuadrado! Veinte veces más que el costo de un metro cuadrado para un penthouse de lujo. Paradójicamente el costo de los túneles Lötschberg y Simplon, dos de los más largos del mundo, cortados en la roca granítica de los Alpes, no sobrepasó los RD$244,000.00 por metro. ¿Un insulto a la inteligencia? Saque cada uno sus propias conclusiones.