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La isla neoyorquina donde Lloyd Wright diseñó una majestuosa casa, a la venta

NUEVA YORK.- No es solamente su casi perfecta forma de corazón lo que hace especial a la neoyorquina Petra Island, sino una gigantesca mansión diseñada por Frank Lloyd Wright que ha enfrentado durante años a la fundación del mítico arquitecto con el dueño de la isla.

Joseph Massaro, que se hizo con esta propiedad única hace más de dos décadas por 750.000 dólares (unos 559.000 euros), quiere venderla ahora por 20 millones de dólares (unos 14,9 millones de euros), aunque reconoce en una entrevista con Efe que "solamente hay un millar de personas en el mundo" que podrían comprarla a ese precio.

La descripción es irresistible: situada a 75 kilómetros de Manhattan -"unos 15 minutos en helicóptero", apunta-, la isla Petra abraza las aguas del lago Mahopac con sus 4,5 hectáreas de superficie en forma de corazón, cubiertas por hayas centenarias que rodean dos ejemplos únicos del estilo de Lloyd Wright.

El primero es una "cabaña" o casa de invitados, de poco más de 110 metros cuadrados, que fue ideada y construida por el laureado arquitecto estadounidense en 1950, durante los años en los que se encontraba en Nueva York para levantar el Museo Guggenheim.

El segundo, la verdadera "joya de la corona", es una inmensa residencia de 465 metros cuadrados que Lloyd Wright diseñó confiando en que superaría la majestuosidad de su famosa Fallingwater, pero que no llegó a ver construida en vida por la falta de fondos del entonces propietario de la isla, A. K. Chahroudi.

Cuando Massaro se enteró a principios de los 90 de los problemas financieros que atravesaba Chahroudi, que no pudo permitirse el abultado presupuesto que requería el proyecto, decidió hacerle una oferta y, por menos de un millón de dólares, cerró en un día la compra de Petra Island.

"Cuando la adquirí me quedaba en la cabaña de invitados, nunca pensé que pudiera construir la casa grande", relata el magnate, que amasó su fortuna en el negocio de la industria metalúrgica.

Pero, hace alrededor de ocho años, el hijo de Chahroudi le proporcionó los planos originales del proyecto, por lo que decidió contratar al arquitecto Thomas A. Heinz y construir la que califica como la mejor de las casas de Lloyd Wright, que, entre otros de sus sellos, integra las rocas naturales de la isla.

"Está construida dentro del paisaje, parece que es parte de la isla", explica Massaro.

La construcción requirió de varios cambios del diseño, como los tragaluces abovedados en lugar de planos, y según algunos expertos se aleja de la visión de Wright por su gran tamaño y techos altos, poco comunes en su estilo, por lo que la Fundación decidió no autentificarla.

"Los puristas creen que ninguna casa debería ser construida si Frank no está vivo, creen que si no la ha visitado no es verdaderamente suya, pero la historia demuestra que solamente visitó un tercio de las casas que construyó a lo largo de su vida.

¿Entonces los otros dos tercios no son suyas?", se pregunta. Por lo contrario, el director de la Fundación, Sean Malone, cree que los proyectos construidos tras la muerte del arquitecto no pueden ser denominados como suyos, puesto que eso sería como "encontrar unas pocas líneas escritas por Shakespeare en un papel y tratar de completarlas".

Tras unas disputas que incluso enfrentaron a Massaro con la Fundación en los tribunales, la casa solamente puede ser definida como "inspirada en Frank Lloyd Right", pero su propietario está convencido de que "en cincuenta años, cuando la gente la mire, sabrá inmediatamente que él la diseñó".

Según la descripción de Private Islands, una de las páginas web que ponen en contacto a los interesados en comprar la isla con su propietario, "las vastas extensiones de piedra, cemento y madera de caoba hacen de esta residencia un verdadero triunfo de la arquitectura moderna".

Pero, después del esfuerzo y de haber pasado todos los veranos de las últimas dos décadas en Petra Island, Massaro ha decidido deshacerse de ella, puesto que dice estar haciéndose viejo y que su familia no podría mantener la propiedad, que quiere vender "en su momento de esplendor".

"Si alguien me quiere dar 20 millones de dólares -unos 14,9 millones de euros- se pueden quedar con la isla -asegura el neoyorquino-. Básicamente no la estoy vendiendo, alguien la va a comprar, porque todo está a la venta". EFE