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El Faro a Colón, veinte y pico de años después

Con el transcurso del tiempo todo envejece... Nosotros, usted, los edificios, los libros, los filmes, los juegos, los refrescos, el whisky y, por supuesto, las tradiciones. Sin embargo es el envejecimiento de todo el nido de los recuerdos; pero lo peor es que cada vez hay más gentes jóvenes, principalmente, sobre la faz del planeta, que desconoce lo que existió hace apenas veinte años atrás, porque sencillamente nacieron después de esos veinte años y no se han preocupado ni ocupado ni interesado en saber desde cuando, por ejemplo, está ahí el Faro a Colón, ese monumento funerario ideado en 1853 (por Antonio Del Monte y Tejada), para ser construido en las costas de República Dominicana, no precisamente con forma tipológica de faro, sino como monumento conmemorativo, ya tiene 21 años de que fuera inaugurado (Oct. 1992).

El acto fue presidido por el Papa Juan Pablo II y contó con la presencia del Secretario de la OEA, el brasileño Joao Baena Soares. El presidente dominicano, en aquel momento, era Joaquín Balaguer, que no asistió a dichos actos, se supone que por el fallecimiento de una de sus hermanas, en fecha anterior.

Aquel tentador libro, por novedoso y fresco, de Rafael Calventi (Arquitectura Contemporánea en República Dominicana), realizado para el Banco Nacional de la Vivienda y elaborado junto a un grupo de colaboradores (Gustavo Moré, Onorio Montas, Luz del Alba Reynoso de Rodríguez), ya tiene 27 años que fue editado por Amigo Del Hogar, tras diseño Gráfico de Ninón de Saleme.

El tiempo pasa inexorable. En esos momentos tenían que estar naciendo todas aquellas personas que ahora tienen esas mismas edades (21 y 27 años) y muchas de ellas, ingresaron a las universidades ya con 17 años cumplidos. Quizás para estudiar arquitectura... Por ende se supone que encontraran el tema de las arquitecturas del mundo a disposición de los análisis de sus profesores, pero no siempre fue así. En los años anteriores, cuando nos tocara a nosotros sentarnos en las aulas universitarias a escuchar cátedras sobre nuestros temas de estudio, en arquitectura (UNPHU-UASD), nunca, jamás, increíblemente, nos mencionaron siquiera el caso que nos toca tan de lleno, como es el Faro a Colón (dado que hicimos el texto "El último Monumento" (Oct. 2013?).

Pero tampoco el de la Basílica de Higüey (1947-1971), ni el del Palacio Nacional (1939-1947), ni el del desaparecido Hotel Jaragua (1939-1942/1985) o ni siquiera el de la Feria de la Paz (1955)... ¿Qué nos enseñaban en aquellas aulas? Somos el resultado social de la genuflexión humillante de una etapa histórica que surgió postrada a la sombra del caudillismo dictatorial de los 31 años que todavía gravita sobre el espectro nacional. Para evitar decir que esas cosas surgieron en la "era" de Trujillo, suponemos que nuestros profesores evitaron citarnos dichos ejemplos de arquitectura. 

El estigma estaba creado, la avergonzada resistencia cultural, estaba fomentada. Pero tardaron mucho en salir y reivindicar los nombres protagónicos de quienes habían realizado la labor de autoría de las obras. El injusto cuadro de ignorancia se había solapado sobre las conciencias nacionales y lo que no había hecho Trujillo, entonces lo hizo Balaguer, pero de los nombres de quienes asumieron técnicamente las obras (diseños, cálculos y construcciones), nunca se dijo nada.

 

Entre la eliminación física del dictador y el surgimiento de los primeros atisbos de una conciencia cultural libre de prejuicios, pasarían 18 años (del 1961 al 1979). Porque no fue sino un año antes de que empezara la penúltima década del siglo pasado, cuando fue creado el Grupo Nuevarquitectura, que ya solo es Nuevarquitectura porque hace tiempo que no es grupo, para iniciar un proceso arduo y laborioso, fecundo por demás, para desmitificar los entuertos heredados del bochorno (entre otras cosas), asimilado del silencio temeroso impuesto en aquellos terribles años en que las ciudades fueron saliendo del aldeanismo (según Moya Pons) para insertarse en la categoría de urbes metropolitanas dado su crecimiento físico, aunque no desarrollo, y jamás planificadas.

Los conceptos quedaron postergados por demasiado tiempo, hay todavía oportunidades de quebrantar la estupidez, si en las aulas se fomenta la apertura de ideas y se ejerce la crítica, pero también a esto se le tema por herencia, hay quienes crecieron frustrados. Otros no (cuánto me regocija no estar entre los primeros).