Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Actualidad

Movilidad urbana, peajes y derechos de rodamiento

Del siglo XXI, llevamos ya catorce años transcurridos. Nuestras ciudades principales han incrementado en la última década sus dificultades de movilidad urbana. Congestión vehicular, contaminación ambiental, estrés del tráfico, ira del tráfico, dos patologías sociales en aumento, y una catastrófica accidentalidad con pérdidas de vida, y recarga al sistema de salud. Costos crecientes, rendimientos decrecientes y daño colateral en ascenso. Enormes gastos y transformaciones ineficaces. Inobservancia de las reglas ante una autoridad disminuida en prestigio, inversiones cuantiosas incompletas, sin sostenibilidad. Infraestructuras para el tránsito y el transporte que en otras sociedades son obsoletas. Poca esperanza de revertir o mitigar el escenario descrito.

Paradójicamente las sociedades del primer mundo van cambiando sus patrones de movilidad, haciéndolos más sostenibles, sencillos, ambientales. La modernidad avasallante es sustituida poco a poco por una tecnología al servicio de la movilidad de los ciudadanos. Informática y comunicaciones en tiempo real disponibles a los usuarios, para programar o evitar sus desplazamientos, reduciendo la movilidad obligada, o transformándola cualitativamente en favor de la salud física, mental, social, económica, colectiva. Favoreciendo la interacción y la calidad ambiental de las ciudades. En nuestros centros urbanos, en cambio, seguimos aplicando las recetas que ese primer mundo superó después de haber probado su ineficacia o su insostenibilidad. De la incompetencia del metro y los "elevados" en cuanto a mejorar el tráfico y el transporte, los resultados, o su ausencia, son más que evidentes. Unas garitas colocadas por AMET -y nunca utilizadas- quedan como mudos testigos de una aplicación obsoleta de reminiscencia colonial británica decimonónica.

En pleno auge, en el resto del mundo pensante, infraestructuras virtuales que prueban ser más efectivas. Los ITS (siglas en inglés de Sistema de Transporte Inteligente) las SAT o aplicaciones sociales de tránsito y transporte en tiempo real y navegación asistida por GPS y por último, los taxímetros y parquímetros GPS que incluso cualquier usuario puede "bajar" en su celular y pagar por medio de este.

En el frente local, una ridícula propuesta de generalizar el uso de chalecos para los motociclistas, uniformando de naranja, no a los delincuentes, sino a los ciudadanos, a un costo superior que la colocación de un chip inteligente con sistema de localización y control. Unos "marbetes" estúpidos (es lo contrario de inteligentes) para los vehículos de cuatro o más ruedas, en vez de dispositivos que permitirían localizarlos, pagar el rodamiento real, el estacionamiento, los peajes, las infracciones y monitorear todo el parque vehicular. Estos dispositivos se aplican una sola vez, se pagan automáticamente, sin filas, plazos, avisos y posposiciones.

Unas sociedades avanzan realmente, otras creen hacerlo. El desarrollo social no es tener metros, elevados, chalecos, garitas y camionetas de policía pavoneándose con las luces encendidas, mientras las ambulancias se atascan en la congestión y los pasajeros diariamente se apretujan en rutas sin horarios ni seguridad. El desarrollo humano está en las cabezas de las personas, sobre todo en las de sus líderes, gobernantes y ejecutivos. Y en el caso nuestro, al parecer, hay pocas luces.