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Homenaje al gran exponente de la arquitectura tropical Luis Flores

Colegas y amigos entrañables del puertorriqueño Luis Flores se reunieron para celebrar con Arquitexto la amistad y la profesionalidad que lo vinculó a República Dominicana.

Puertorriqueño sensibilizado como arquitecto con la puesta en valor de la esencia caribeña, Luis Flores recibió el homenaje pendiente, a más de un año de su partida, de los arquitectos dominicanos que compartieron con él la amistad e intereses profesionales.

La revista Arquitexto le dedicó su edición más reciente, y organizó un conversatorio para que los autores que dieron su testimonio de amigos admiradores de su obra, lo hicieran ante el auditorio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).

Michelle Valdez introdujo el encuentro destacando el humanismo que caracterizó a Flores. Lo presentó como un "enamorado del Caribe, de Puerto Rico y de esa arquitectura característica de nuestra región".

Recordó que entre los años 80 y 90 visitó reiteradas veces la República Dominicana, dando inicio a la formación de una red de amigos caribeños en torno a la arquitectura.

Flores, recordó, fue parte del grupo de arquitectos puertorriqueños que se formó en Estados Unidos en los 60, cuando en Puerto Rico no se impartía la carrera, y llegó a presidir el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico.

Valdez rememoró su trabajo junto al arquitecto dominicano Tácito Cordero, en varios proyectos que tuvieron como escenarios casi todos la Ciudad de Santiago de los Caballeros.

"Desde sus inicios, sus obras se destacan por una atracción por los elementos de la arquitectura vernácula, que reinterpreta logrando incorporar este vocabulario tropical caribeño de una manera innovadora", destacó la arquitecta, para resaltar a continuación otros elementos recurrentes en sus obras: pérgolas, ventiladores, techos a dos aguas, aleros, trellises y ventanas de celosías".

Valdez pasó a rememorar su estancia en la casa boricua de Flores- llamada Casa Bungaló-, por la que, como se evidenció en el conversatorio, pasaron y fueron acogidos varios arquitectos dominicanos que cultivaron amistad y vínculos profesionales.

Para la arquitecta, la experiencia fue única. "La relación espacial entre el interior y exterior, doble altura, arco de medio punto, mosaicos hidráulicos. Recuerdo el baño como se integra al jardín, era como bañarse en un patio privado", describió Valdez.

Omar Rancier recordó su primer intercambio con Flores, a finales de los años de 1980, a través de la presencia puertorriqueña en las Bienales de Arquitectura de Santo Domingo del Grupo Nuevarquitectura.

"La Arquitectura de Luis Flores ha recorrido todo el repertorio del Caribe Español en la búsqueda de una definición caribeña y lo ha hecho con una gran calidad y fortaleza conceptual", manifestó Rancier.

Uno de sus aportes, testimonió el decano de arquitectura de la UNPHU, fue visualizar elementos de los que no se hablaba y motivar a otros a repensar la arquitectura.

El arquitecto Jordi Masalles también puso de manifiesto el placer de haberlo conocido, de que le hubiera enseñado a ser crítico con su trabajo y la pasión que ponía a una conversación, tanto como a sus proyectos. Sus aportes a la arquitectura vernácula, sus propuestas urbanas, son para Masalles parte de un legado invaluable.

Resaltó los trabajos del Tuque y la serie de Estaciones de Carros públicos, a los que definió como antológicos. Representan, dijo, ese intento continuado que ha realizado Flores en su propia búsqueda personal de una Arquitectura que sintetice lo caribeño

El turno de Plácido Piña no pudo traer más emotividad al escenario. "La amistad entre arquitectos del Caribe ha dejado notas valiosas para entender el curso de la arquitectura reciente en el área", explicó, para referirse a los intercambios epistolares "de Fernando Salinas y Roberto Segre, y entre Luis Flores y yo, así como los cruzados entre los cuatro". El punto esencial que los vinculaba eran "reverencia y fervor ante la amistad como identidad y destino".

Hoy, Piña ve ese epistolario como un conjunto de cartas que han perfilado el pensamiento y la ideología de una época y fomentado el debate sobre la arquitectura y la sociedad en la región.

Recordó que los vínculos afectivos y profesionales de Flores con Santo Domingo, se remontaron a su viaje, jovencito, en 1955, para conocer la Feria de la Paz, cuando se hospedó con su madre en el legendario Hotel Jaragua. "Luis mostró interés enorme en promover la arquitectura dominicana a la par con la de Puerto Rico", manifestó Piña, quien tuvo que contener las lágrimas durante su presentación, al recrear los intercambios -muchos por emails- que fecundaron una profunda amistad.

Para el arquitecto Jordi Masalles los aportes de Flores a la arquitectura vernácula y sus propuestas urbanas son parte de un legado invaluable.

La arquitecta Michelle Valdez destacó el humanismo que caracterizó a Luis Flores y lo presentó como un “enamorado del Caribe”.

El arquitecto Omar Rancier sostuvo que la arquitectura de Flores recorrió el repertorio del Caribe español en busca de una definición caribeña.

El arquitecto Plácido Piña indicó que “Luis mostró un interés enorme en promover la arquitectura dominicana a la par con la de Puerto Rico”.
Apuntes


En 2004 recibió el Premio Henry Klumb, la más alta distinción que otorga el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR), esto, por sus aportes a la arquitectura de Puerto Rico.

En el 2009 se editó la monografía Luis Flores, arquitecto. Donde aparece una recopilación de sus más destacados trabajos.