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El Complejo Dominico: el convento de los frailes

La ciudad de Santo Domingo desde inicios del siglo XVl en adelante, recibió tres órdenes religiosas y luego a finales del siglo XVll, llega a la colonia la orden moderna de los jesuitas.

La Orden Franciscana, la orden Mercedaria y la Orden Dominica, acompañadas de sus ramas femeninas, construyeron sus edificaciones conventuales, siguiendo el esquema iniciado en el siglo Vll por San Benito Abad, conocido como benedictino.

Describiremos a seguidas el convento de la Orden Dominica dentro del gran complejo situado en la calle Padre Billini esquina Hostos. Este gran complejo está constituido por conventos, iglesia, capilla y casas para los servidores de la orden, unido por medio de claustros y atrios.

La primera obra que se inicio, tras la llegada de los frailes, fue el convento, en 1510. A finales de la segunda década, las edificaciones estaban bastante avanzadas. El esquema arquitectónico consistió en tres cuerpos de construcción a doble nivel, alrededor de un claustro constituido por una galería de doble nivel para la comunicación de los diferentes ámbitos. Un patio interior o claustra que contenía en el centro un pozo o aljibe, alrededor del cual se sembraban plantas de valor medicinal o aromático, destinadas a la farmacia y la cocina de los frailes. El cuarto lado de claustro lo cierra la edificación de la iglesia que, en el caso de los dominicos, es de planta basilical, de una sola nave con coro alto, al que se accede desde el segundo nivel del convento, pues estaba destinado a los frailes, mientras que la nave y capillas eran para los fieles seglares.

Las grandes galerías claustrales del convento, se abren hacia el patio, usualmente a través de arcos ojivales o de medio punto, separados por columnas y vigas que sostienen el entrepiso y la cubierta del segundo nivel, que es siempre inclinada hacia el patio para canalizar las aguas de lluvia y enviarlas al pozo o aljibe central.

El primer nivel de las galerías claustrales, servía asimismo para el enterramiento de los frailes y hermanos legos que fallecían.

Los ambientes que existen en los tres lados del convento, en la primera planta eran: cocinas y despensas, biblioteca, refectorio o comedor de los frailes, sala capitular, en donde se reunía la comunidad, dirigida por el superior de la orden; capilla para uso personal de los frailes y una enfermería.

El segundo nivel del convento es propiamente el espacio claustral de uso exclusivo de los frailes, allí se encuentran los dormitorios, oratorio y un depósito complementario.

Al sumarse una gran cantidad de frailes y seminaristas, se edificaron nuevos conventos, comunicados con el primero en las dos plantas. Se llegaron a edificar tres conventos con sus respectivos patios claustrales que estuvieron dedicados, a partir del siglo XVll, a los seminaristas, a los estudiantes universitarios y a los frailes. Los dos últimos conventos fueron demolidos a finales del siglo XlX, para abrir la calle Macorís, que fragmentó el conjunto monumental en dos grandes secciones de construcciones, todo esto posteriormente a que abandonaran la isla los frailes, cuando se produjo la invasión haitiana, hacia 1822.

 

Hoy en día, después de los trabajos de intervención arqueológica y consolidación arquitectónica, se pueden apreciar los restos de los dos conventos demolidos y la reintegración del espacio, alrededor del atrio principal del conjunto monumental, eliminando parcialmente un tramo de la calle Macorís y conservando el resto para comunicación de los habitantes de la calle.

Como consecuencia de la reintegración de los espacios originales, se pudo construir la placita ajardinada, dedicada a Eugenio María de Hostos y Salomé Ureña, detrás del presbiterio de la capilla de la Tercera Orden.

Este complejo monumental de conventos, fue erigido utilizando los materiales del periodo colonial, a saber: piedra, ladrillo, tapia y madera. Las tejas curvas sirvieron para las cubiertas de los mismos.