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JFK-Bosch: Cuba en el zapato

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JFK-Bosch: Cuba en el zapato
John F. Kennedy y Bosch en la Casa Blanca.

La agenda de la Casa Blanca pautaba: "January 10 1963 12-1:02 pm JFK meets with President-Elect Juan Bosch of Dominican Republic". Abordados los temas económicos, de seguridad, y el controversial contrato con la Standard Oil, la conversación de los estadistas giró hacia el sensitivo problema de Cuba. Un verdadero quebradero de cabeza para la administración de JFK, que heredó de Eisenhower los planes para derrocar a Fidel Castro y fracasó rotundamente en abril de 1961 con la invasión de Bahía de Cochinos. Enfrentando en octubre de 1962 la mayor amenaza de confrontación nuclear durante la Guerra Fría (1947-90): la crisis de los misiles soviéticos emplazados en Cuba, a sólo 90 millas de su territorio. Ello, a pocas semanas de las elecciones dominicanas del 20/12/62 que ganó el PRD con Juan Bosch a la cabeza. Cuyo gobierno quedaría marcado por el síndrome imperial e imperioso de evitar "una segunda Cuba".

La crisis estuvo precedida por la Operación Mangosta -código de la CIA a los planes de acción encubierta contra Castro tras Cochinos- y motivada por la instalación secreta de misiles ofensivos soviéticos acordada entre Kruschev y Castro. Iniciándose con el registro fotográfico de plataformas en territorio cubano por parte de un avión espía U-2. Durante su desarrollo EEUU activó el nivel de alerta DEFCON 2, el mayor alcanzado hasta entonces por su sistema defensivo. El 22 de octubre, Kennedy se dirigió a la nación para revelar el hallazgo como una grave amenaza a la seguridad nacional -"no nos arriesgaremos prematuramente y sin necesidad a una guerra nuclear, pero tampoco nos negaremos a considerar este riesgo"- y anunciar un bloqueo naval a la isla. Si el flujo de armas continuara y se produjera un ataque, este "ataque exigirá una respuesta a gran escala contra la URSS". El 24, Kruschev respondió a JFK considerando el bloqueo como una agresión, afirmando que no desviaría los barcos soviéticos que se acercaban a la isla con material militar. El 27, el derribo de un U-2 que sobrevolaba Cuba agravó la situación.

Bajo presión de EEUU, la OEA condenó a Cuba y multilateralizó la cuarentena naval, sumándose unidades venezolanas, argentinas y dominicanas (fragatas Santana y Luperón). Negociada por canales diplomáticos (Robert Kennedy y el embajador Dobrynin), la crisis culminó con el retiro de los misiles soviéticos, el compromiso norteamericano de no invadir a Cuba, y el desmantelamiento de los cohetes ofensivos americanos emplazados en Turquía. Verdadero toma y daca en el tablero de poder mundial. Abriéndose, además, una vía de comunicación directa entre Washington y Moscú para futuras emergencias. Simbolizado en la imagen del teléfono rojo.

En este contexto, Cuba era tema obligado en la Casa Blanca. Máxime con la presencia de un presidente electo en una nación del Caribe sometida a una prolongada dictadura. Por demás próxima a Cuba, donde Juan Bosch había desarrollado parte de su exilio alcanzando notoriedad en las letras y la política. Conforme al registro oficial, el visitante dominicano dio comienzo a la conversación sobre este candente tópico. Advirtiendo la sensibilidad que revestía para nuestro país, dada su cercanía con el foco del conflicto. Planteando la búsqueda de soluciones políticas multilaterales a la cuestión cubana, a las que podría sumarse su futuro gobierno, en consulta con líderes democráticos como Betancourt y Muñoz Marín. Y el Coordinador de Asuntos Cubanos -que era Sterling J Cottrell, quien se había ocupado de Vietnam. Apelando a líderes cubanos democráticos del exilio y dentro del mismo gobernante Movimiento 26 de Julio. Congratuló a Kennedy por el uso disuasivo del bloqueo naval que evitó un conflicto bélico catastrófico. Así lo relata, con mayor amplitud y detalle, el memorándum del Departamento de Estado que resume el contenido de esta histórica cita.

"El Dr. Bosch pasó luego a la cuestión de Cuba. Expresó que el problema no se podría discutir muy a menudo, ya que el pueblo dominicano temía verse involucrado en alguna crisis violenta. Dijo que 'aunque no podemos hablar mucho, podemos y debemos actuar'. Agregó que el hecho de que Castro había estado cuatro años en el poder y de que podría permanecer en él por otros 2, 3 o 4 años más, tan sólo podía servir de estímulo a otros líderes castristas en países tales como Chile, Ecuador o Brasil, quienes pensarán que si Castro ha sido capaz de mantenerse en el poder durante cuatro años, situado a sólo 90 millas de los Estados Unidos, ellos deberían poder mantenerse en el poder durante 20 años, ya que están a miles de millas de distancia. Declaró luego que, por supuesto, los Estados Unidos no deberían deshacerse de Castro por sí solos, por medio de la fuerza militar, sino que deberían participar con otros países del Hemisferio y con líderes democráticos cubanos, tanto dentro como fuera de Cuba, en la formulación de un plan general. Externó la opinión de que un plan general debería ayudar a los grupos de oposición en Cuba a lograr sus objetivos. Dijo que el gobierno dominicano está listo y en disposición de trabajar con el recién nombrado Coordinador de Asuntos Cubanos, y con los líderes tales como el presidente Betancourt y el gobernador Muñoz Marín, en la elaboración de dicho plan.

El Dr. Bosch felicitó al Presidente por su política de bloqueo a Cuba, la cual ha desenmascarado a Castro ante muchos latinoamericanos.

El Presidente preguntó si había comprendido al Dr. Bosch correctamente cuando dijo que el uso de la fuerza por parte de los Estados Unidos para quitar a Castro sería un error.

El Dr. Bosch indicó que él pensaba que podría ser un error pero que, por otro lado, si fuese incorporado a un plan general, podría estar bien.

El Presidente dijo que la importancia de grupos locales en Cuba debería ser considerada como fundamental.

El Dr. Bosch estuvo de acuerdo y comentó lo siguiente: Unos de los primeros objetivos del plan general podría ser la búsqueda de un grupo de personas en Cuba cuya ideología y filosofía merezcan nuestro apoyo. Este grupo podría encontrarse dentro del aparato gubernamental. Podría ser el Grupo 26 de Julio, u otra facción anticomunista. Una vez hallada la ideología correcta, sería necesario conseguir los hombres y líderes que trabajen por su victoria. Luego se podrán diseñar las soluciones políticas y militares, de modo que todos estos elementos puedan trabajar juntos hacia una meta común. El mismo Castro reconoce ahora que la Cuba post bloqueo es diferente a la Cuba de hace cuatro meses. El reconoció esto concretamente cuando liberó a los prisioneros. Los países del Hemisferio deberían aprovechar esta nueva situación.

El Presidente dijo que después de la muerte de Trujillo, él había consultado con el Presidente Betancourt y con Lleras, de manera que Colombia, Venezuela y los Estados Unidos actuaran unidos. En el futuro, los Estados Unidos querrían asociarse de nuevo con los líderes democráticos liberales del continente en cualquier actividad relacionada a Castro.

El Presidente expresó que los Estados Unidos harán todo lo que puedan, dentro de las limitaciones impuestas por las dificultades de la balanza de pagos, para ayudar a la República Dominicana. Declaró que si el experimento democrático de la República Dominicana fallara, los comunistas habrían logrado una gran victoria. Por lo tanto, su éxito es importante y se le prestará la máxima atención al asunto de los botes patrulleros, a una más efectiva ayuda económica y al problema de la Standard Oil."

Como es sabido, ya gobernante, Bosch rehusó utilizar el territorio nacional para operaciones contra Cuba, tal como lo demandaron grupos de exiliados. Ante las presiones para perseguir a los castristas y comunistas dominicanos, ejercidas con vehemencia por el embajador Martin -como lo evidencia la obra testimonial acerca de su experiencia durante el Consejo de Estado, el gobierno de Bosch y el conflicto bélico del 65-, el criterio presidencial era el de que gozaban de derechos constitucionales. Añadiendo que reprimirlos, siendo numéricamente reducidos y dispersos, los unificaría y llevaría a la clandestinidad, empujándolos hacia acciones guerrilleras y terroristas. Quería evitar una situación tipo Venezuela, donde las guerrillas urbanas de las FALN acosaban a Betancourt. Sin embargo, en Washington, el equipo especial coordinado por Cottrell -en el que tenían roles protagónicos el coronel John H. Crimmins y Robert J. Hurwitch, ambos futuros embajadores en RD-, diseñaba todo tipo de planes para desestabilizar el régimen de Castro.

En el patio dominicano, caliente por la eclosión simultánea de múltiples conflictos, Martin insistía en el control de las actividades de los grupos sindicados como castristas y comunistas (el 14 de Junio de Manolo Tavares, el PNR de Corpito Pérez, el PSP de los hermanos Ducoudray y el MPD de López Molina). Junto a la denominada "escuela de comunismo de Dato Pagán", un centro de ciencias sociales y políticas que operaba en tanda vespertina/nocturna en el Instituto Salomé Ureña. La prohibición de los viajes a Cuba, la circulación de prensa y propaganda de izquierda, el uso de los locales de los ayuntamientos por parte del líder del 1J4 para dictar charlas. Todo ello orientado a evitar el auge de estas fuerzas en el país y su ascendencia entre sectores juveniles y sindicales.

Ante la urgencia de la adopción de medidas represivas demandadas por el embajador americano - "procónsul del imperio", le llamó el dirigente opositor Juan Isidro Jimenes Grullón-, Bosch solía reaccionar enfatizando que la mejor manera de restarle riesgo potencial al comunismo era mediante la realización de las reformas sociales y económicas democráticas que su gobierno impulsaba. Significando en sus fluidos diálogos con Martin -como demostraron los hechos con certidumbre visionaria-, que el riesgo mayor procedía de la derecha, que podría arrastrar con su prédica a los militares para producir un golpe de Estado. Tal como fue. Siempre con Cuba molestando en el zapato.