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El Conde bajo la Polaina Americana

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El Conde bajo la Polaina Americana
Calle El Conde, 1936.

Entre 1916 y 1924, el país fue ocupado por la infantería de marina de Estados Unidos. En el ciclo inicial de ese período se vivió una extraordinaria expansión de las actividades productivas y del comercio. Encabezada por la industria azucarera con la entrada en operación del Central Romana y el Central Barahona, así como con la ampliación de otros ingenios, animada por los buenos precios. Coincidiendo con la Primera Guerra Mundial y los primeros años de postguerra, nuestro comercio exterior se multiplicó alcanzando niveles récords. De 17 millones de dólares que totalizó en 1910, remontó a 42.5 millones en 1918: 22.3 exportaciones y 20.2 importaciones. A partir de allí se viviría la denominada Danza de los Millones que tocaría también a Cuba y Puerto Rico, seguida -como toda borrachera- de una resaca que quebraría muchos negocios. No en vano, a partir de 1920 la élite urbana dominicana, movilizada por los líderes nacionalistas y henchida por la prédica encendida de sus oradores, desplegaría sus banderas en las plazas públicas para exigir la salida de la soldadesca yanqui.

Conforme al Libro Azul de Santo Domingo de 1920 -patrocinado por el gobierno de Ocupación y reimpreso en 1976 por la UASD a iniciativa del suscrito-, en 1918 las exportaciones fueron 57% azucareras, 17% cacao, 16% tabaco, 2.6% miel de abeja y 2.4% café. Una típica economía del postre. En cambio, lideraron las importaciones estos 10 renglones: algodón y sus manufacturas; arroz; maquinarias y equipos; hierro, acero y bienes; alimentos y harina de trigo; fibras vegetales y manufacturas; cueros y sus productos; aceite y petróleo; maderas y manufacturas. Que representaron el 71%. Del tonelaje descargado en puerto, Macorís superaba con 44 mil, Santo Domingo 32 mil, Puerto Plata y La Romana más de 22 mil c/u y Sánchez 10 mil. Un país regionalmente más balanceado. Tiendas de ropa y tejidos, zapaterías, sombrererías, ferreterías, almacenes de provisiones, panaderías, fábricas de calzado, ron, licores, cigarros, cigarrillos, fósforos, chocolate, jabones, velas, hielo, muebles, se beneficiaron de este boom.

Para entonces, según el Libro Azul, Santo Domingo contaba con unos 35 mil habitantes (38,872 arrojó el Censo de 1920 en toda la común) y El Conde, precedido en importancia por la Calle del Comercio (Isabel la Católica) y sus ejes aledaños (calles Colón, hoy Las Damas, Atarazana, Arz. Meriño), empezaba a atraer el comercio más selecto, en opinión de sus redactores. Ponderando el valor del patrimonio arquitectónico colonial de la ciudad, el hermoso paseo Presidente Billini del Malecón, el parque Independencia y facilidades como los clubes Unión (EC con Hostos) y Casino de la Juventud (Padre Billini, donde estuvo Casa de España y ahora el CODIA)). "Dos teatros pequeños dedicados al cinematógrafo proporcionan distracción al público", que después de medianoche "se dirige al acreditado Café Restaurant Fausto".

Agregando, "una gran oportunidad se presenta para los que deseen invertir dinero en la construcción de un teatro de primer orden, pues los dominicanos son verdaderos entusiastas de la música, la ópera, el drama y la comedia." Imperioso, señalaban, "el mejoramiento de sus hoteles". Establecidos en 1918, aparecen el Plaza de José Díaz, en la Calle del Comercio, el New York de Francisco Rocchi, con 15 habitaciones en Atarazana 22 y otras 12 en Arz. Meriño 48, ambos con café restaurante.

Localizada en El Conde 41, denominada Separación para la época, figura en la obra la casa comercial de Manuel de J. Gómez, ya fallecido, y Sucesores, dedicada a fantasía, mercería y novedades, entre éstas calzado fino marcas Hanan y Packard, ropa para damas, caballeros y niños. En el número 48, J.M. Gómez y Cia., fundada en 1880 por José María G., operaba en muebles, locería y artículos de yeso, e incluía a Máximo Gómez P. y Rafael Ma. G. En Separación 59 y Salomé Ureña 18, con doble entrada, se ubicaba Gómez Hermanos, establecida en 1879 e importadores de artículos de fantasía, novedades y muebles, siendo socios gerentes Marcos A. G. hijo y Salvador G. En Colón a Separación, el Banco Nacional de Santo Domingo establecido desde 1910, con Mr. Jarvis en la gerencia. Otros bancos, Royal Bank of Canada, desde 1908, con sucursales en las principales ciudades, e International Banking Co., vinculado al City Bank of NY, depositario de los fondos del gobierno, bajo gerencia de Santiago Michelena y J.L. Manning.

En la esquina José Reyes, Elmúdesi y Cia, fundada en 1895 por Juan E. Manejada por José, Antonio, Juan y Ángel E., con dos tiendas, 35 empleados y 4 agentes, en el ramo de mercancías y provisiones, mayorista y al detalle. Con terrenos ganaderos en el Ingenio San Luis. Luis Baquero y Hermano, asentado en 1911 en ferretería y efectos sanitarios, figuraba en Separación con Comercio frente al parque Colón con 14 empleados, representando a Sherwin-Williams. Años más tarde se desplazaría a su propio edificio, construido en la esquina Hostos, donde en 1918 funcionaba Felipe Lebrón & Co., ferretero con líneas de quincalla, accesorios de autos, material eléctrico y panadería. Con dos sucursales en la capital, Lebrón empleaba a 30 dependientes, 20 operarios, 7 agentes. En la proximidad, Separación 18 y 20, Luis Ma. Munnigh y Carlos A. Pou, en su tienda Los Muchachos, vendían ropa hecha de caballero Alfred Decker & Cohn, zapatos Walk Over, trajes Hart, Schaffner Marx, polvos de tocador y perfumería.

Santiago Bustamante, tocado con unos mostachos seductores, se anunciaba como agente comisionista y de importaciones, sito en la número 35. John Abbes, abuelo del celebérrimo esbirro, representaba "las afamadas aguas minerales Ginger Ale y White Rock", la malta Nutrine de Anheuser Busch, la Seaboard Trading, la Southern Rice Sales y Barclay & Co. Gilberto Pellerano, quien abriría la famosa tienda La Margarita, aparecía ubicado en Hostos 52 desde 1915, como importador de perfumería y dulces, consignatario de empresas cubanas y americanas. Fundada en 1911, Luis E. Gómez y Miguel Ángel Velázquez operaban Las Novedades en Separación 57, con mercancía general, fantasía y artículos plateados, manteniendo desde 1913 un departamento de muebles finos en la Hostos 26, administrado por Velázquez. Cabeza de la reputada casa Miguel Ángel que conocí desde niño, padre de Cocón, Carlos, María Angélica y abuelo de mis primos Rosita, Miguel A. y Mario. Representaban generadores Lalley Light, gomas Perfection, fonógrafos Lucky, equipos Koken para barberos, máquinas de coser White.

En la 45 se hallaba Juan Alejandro Ibarra -primo de mi abuelo materno y socio en algunos negocios-, con su banco de empeño y préstamos, y subastas semanales. Corredor de bienes raíces, fomentó Villa Francisca, con 500 solares, 15 calles, parque de 10 mil m2, fuentes públicas y servicio de guagua. 307 casas fabricadas a la fecha, crédito al 1% para fabricar y ventas de casas a plazo. En la esquina Hostos, Virgilio Gómez con La Linda, en quincalla, fantasía, calzado y ropa. En la 47, Gerardino & Cia (A. G. y Luis R. G.) desde 1914, con la exclusividad de Fisk Rubber & Co., una casa comercial que arrastraba gran reputación alcanzada en Puerto Rico. En Separación con Sánchez, Howley Hermanos se habían establecido doce años atrás, en 1908, como importadores/exportadores al mayoreo y al detalle, en mercancías en general con un fuerte en peletería. Representantes de los automóviles de Chandler Motor Car. En una fotografía que ilustra su inserción en el Libro Azul, figura el interior de su local con las hileras de trajes colgando, los llamados "apéame uno", confeccionados en colores claros en material fresco y barato, como el algodón.

En el Palacio Consistorial, Separación con Meriño, Juan Elías Moscoso hijo presidía el Ayuntamiento de Santo Domingo. Esta notabilísima personalidad había sido director-redactor de El Eco de la Opinión, el medio de prensa más influyente editado en la ciudad del Ozama a finales del siglo XIX. Al igual que de las revistas Ciencias y Letras y La Cuna de América, así como redactor del Listín Diario. Ex presidente de la entidad progresista Sociedad Amigos del País, había ocupado la cartera de Justicia e Instrucción Pública, la Administración de Correos y una curul en la Cámara de Diputados. El síndico era el respetado banilejo capitaleñizado don Armando Ortiz, de quien se ofreciera una simpática semblanza en columna anterior de esta serie, cuya bella residencia se ubicó en la 30 de Marzo casi al desembocar la Abreu, hoy en manos eclesiásticas.

Al lado del hermoso Palacio Consistorial que aún se conserva -no lo han podido demoler los contratistas devoradores-, funcionaba el Café Restaurante Fausto. "El alumbrado a 'giorno' de los salones del Fausto, su confort, sus elementos de repostería, sus vinos y licores de todo género, y su clásica terraza, hacen de aquel lugar un paraíso encantador. Se da cita lo más granado de la sociedad, y las orquesta más selectas realizan allí conciertos y bailes que son el encanto de los enamorados…Los helados y frutas del establecimiento gozan de mucho crédito en toda la ciudad."

Los redactores de esta obra promocional de las bondades que ofrecía República Dominicana como destino de inversiones, turismo y tráfico comercial, alentaban grandes expectativas respecto al flujo de visitantes, atraídos por las primicias históricas que le cupo a Santo Domingo en el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo. Alcanzando al Almirante y sus presuntas osamentas, motivo de un mausoleo en la Catedral orgullo de los dominicanos, según consignan y bajo cuyo manto me crié. En ese contexto, apuntaban los redactores de la Compañía Biográfica, subsidiaria de la Pan-American Publicity Corporation, que la calle Separación "es la calle por excelencia que el buen comercio de la Capital ha escogido para su fundamento y desarrollo".

Vaya hoy y visítela. Luego cuénteme lo que piensa.

jmdelcastillopichardo@hotmail.com