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La Era de la T de Trueba

En un mundo asimétrico, la calamidad de unos suele ser bonanza de otros. Mientras Europa se desangraba durante la Primera Guerra Mundial, el país experimentaba un auge azucarero extraordinario que alcanzó los años inmediatos de postguerra y dinamizó la economía en todos los órdenes. Ello, aunado al vigoroso programa de edificaciones públicas emprendido por el Gobierno de Ocupación Militar -que comprendió planteles escolares, centros de salud, facilidades burocráticas y carreteras-, generó un impulso modernizador en la infraestructura de las ciudades, más notorio en Santo Domingo y San Pedro de Macorís, que se extendió al sexenio de Horacio Vásquez. Por eso, cuando Trujillo asumió en 1930 y San Zenón asoló con sus vientos enfurecidos la capital, las edificaciones que resaltaban en pie ante panorama tan ruinoso, eran aquellas estructuras elevadas de concreto edificadas en años recientes.

En el referido período el cosmopolita Macorís del Mar vio levantar el edificio del Royal Bank of Canada al igual que en la capital. El Gran Hotel (Savoia) construido y propiedad del mallorquín Antonio Morey Castañer, con 4 plantas y 52 habitaciones. La Clínica del Dr. Moscoso Puello, la Oficina de Correos y Telégrafos, el Teatro Colón y el hermoso ejemplar mudéjar de Antonio Casasnovas. Asimismo otras sólidas edificaciones de 2 niveles como las de Abraham Simon, Enrique Valdez y José Armenteros. La construcción de ladrillo con techo curvo de hierro corrugado realizada por el Ing. Octavio Acevedo para los refaccionistas Friedheim & Clasing, utilizada como almacén por Brugal y Carrión. Sin hablar del más antiguo y hermoso Palacio de Bomberos, obra de 1911 diseñada por el Ing. Osvaldo Báez que aún permanece en operación.

En esos tiempos Santo Domingo también crecía verticalmente como lo atestiguan obras que persisten muchas de ellas, fichadas escrupulosamente por Enrique Penson en su monumental Arquitectura Dominicana 1906-1950. En 1919, se erigió una edificación de 3 plantas del Lic. Francisco J. Peynado, a cargo de Andrés Gómez Pintado y el boricua Lisandro Egoscue, en José G. García con Cambronal. En los 20, figura el edificio de Pedro A. Ricart en la Cuesta de San Diego, construido por los maestros Urgell. El de Joaquín García Do Pico en Meriño con E. Tejera, simultáneo al próximo de Guillermo Menéndez. El de Manuel Velázquez (Casa Velázquez), para comercio y vivienda, todos de tres plantas. Los de Nemen Terc, El Conde con Espaillat, y Porcella, Isabel la Católica, a 2 niveles, diseñado el piso superior de éste con 10 habitaciones para la Clínica del Dr. Elmúdesi. El Edificio López-Ramos de 4 plantas para La Opera y apartamentos, ejecutado por los hermanos Beltrán en El Conde con Duarte e inaugurado el 12/12/25. Contiguo con la misma fachada, en Duarte 15, el Quico de Francisco Caro, puesto en servicio el 5/2/26 para expendio al público en el 1er nivel y panificación en la parte superior.

En Mercedes, donde funcionó la Logia Flor del Ozama al lado de la Iglesia de la Altagracia, el empresario peninsular Ricardo Hernández Ballesta levantó en 1926 un edificio de 3 pisos para su fábrica de licores y gaseosas Polo Norte, fundando en 1946 la Cartonera Hernández, dedicándose los pisos superiores a apartamentos. Allí funcionaría también la licorería de Nicanor Martínez y la oficina de abogados de Pelayo Cuesta. En el 29 tocó el turno al Edificio Gómez (Colmado Catelli) en la Palo Hincado. Diseñado originalmente para hotel por el puertorriqueño Luis Perocier tiene 5 pisos que permanecen abandonados. Ese mismo año, a pocos metros de distancia, se construyó el Hotel Victoria (Presidente) frente al Parque Independencia, propiedad de Javier y Elías Abraham, con 50 habitaciones con baño, inaugurado en 1931. Frente al Parque Colón, el Edificio de las hermanas Licairac (Recuerdos Dominicanos) de 1930.

Una de las figuras más interesantes en el proceso de modernización que experimentó la República Dominicana en las primeras décadas del siglo pasado fue Benigno de Trueba Suárez (1887-1948), natural de Puerto Rico egresado como ingeniero industrial de Barcelona –donde residió desde los 12 años junto a su familia-, quien sirvió inicialmente como ingeniero municipal en Ponce. A mediados de la década del 10 se estableció en el país laborando en la instalación del ingenio Las Pajas en San Pedro de Macorís, donde operó una ferretería y realizó trabajos encargados por el azucarero y licorista ponceño Juan Serrallés, dueño aquí del ingenio Puerto Rico y en la isla vecina de la Hacienda Mercedita, fabricante del afamado ron Don Q. En esos años diseñó y construyó la Fábrica Nacional de Fósforos de Puerto Plata e hizo las gradas del Hipódromo La Primavera en la capital, siguiendo planos del Ing. Osvaldo Báez. Pronto los talentos de Trueba fueron aprovechados por la sección de carreteras del Departamento de Obras Públicas, involucrándose en los tramos San Isidro-Guerra, Azua-San Juan de la Maguana, Hato Mayor-El Seibo, así como en el emplazamiento de puentes de hormigón armado.

A partir del 20, actuando como ingeniero arquitecto, fue artífice de emblemáticos edificios de factura neoclásica y ecléctica que dieron a la vieja ciudad un revitalizante toque de modernidad. Unos levantados en la pujante arteria comercial El Conde, como la Ferretería La Marina de Joaquín García Do Pico. Tal el Hotel Colón frente al Parque Colón, de Marino Cestero, dotado de tres plantas y una cuarta de terraza, inaugurado en 1921 con personal gerencial y de servicio traído de Borinquen. Al igual figura un conjunto de edificios de uso comercial y residencial que marcaron la historia de esta vía central: Cerame (1923), construido con planos de EEUU para J. Cerame & Co. y promovido en Cosmopolita como un implante moderno en el corazón de la ciudad; Olalla, de 4 niveles, terminado al lado de éste en 1924. Baquero, inaugurado en 1928 por Horacio Vásquez y celebrado como el primero con 6 pisos y ascensor; y Diez (1929), de estilo ecléctico, resaltado por su fachada de gran portal con dos cuerpos laterales, cinco arcadas centrales y balcones con creativos diseños.

Otras calles relevantes como la Arzobispo Meriño se beneficiaron de la pericia constructora de Trueba, quien dejó estampado su estilo en el Hotel Palace de Guillermo Menéndez, en esquina con Emiliano Tejera, inaugurado en 1923 con capacidad para alojar unos 100 huéspedes en sus tres niveles, resaltando Listín Diario sus facilidades: baños privados en habitaciones exteriores, energía eléctrica de planta propia, amplio comedor y salón para bailes y reuniones. Para el Centenario, el Club Rotario presidido por José Antonio Bonilla Atiles, vicerrector de la Universidad de Santo Domingo, tomó la iniciativa de crear la Casa del Estudiante para aprovechar el hotel. En la 19 de Marzo, donde operó Listín Diario en su segunda etapa, construyó nuestro ingeniero 3 pisos que ocupó el Colegio Quisqueya en 1932. En Duarte con Parque Duarte, sometió los planos en 1936 para un edificio del Dr. Antonio Elmúdesi que alojaría su clínica y vivienda.

Trueba figura en el diseño del Cuartel de Bomberos de Puerto Plata, terminado en 1930. En la ejecución de los planos del Hospital Internacional de la México, junto al Ing. Eric Mayer, con quien laboraría en la edificación de la Iglesia Evangélica de Mercedes con 19 de Marzo, que abrió puertas en 1936. Ambas obras, parte de la misión evangélica benéfica que encaminó el muy querido Dr. Barney N. Morgan junto a su esposa Carol. Reconstruyó en 1937 el Country Club, ubicado en lo que es hoy el Ensanche La Fe. En 1940 aparece vinculado en Macorís del Mar a un nuevo pabellón del Hospital San Antonio de Padua del médico alemán Dr. Carl T. George. Al cual se agregó una pasarela sobre la calle para unirlo con la vieja estructura realizada por Jaime Malla en los años 20. Asimismo su nombre se asocia a la denominada “casa del pudín”, en el inventario del Ing. Enrique Penson.

En el plano residencial de viviendas unifamiliares, Trueba participó en el diseño y fabricación de tres chalés en la acera suroeste de Bolívar con Dr. Delgado, de atractiva factura, modelo que se reitera en la César Nicolás Penson en la que fuera residencia de la familia García Hatton, que la entrañable Norín adoraba y cuidaba con celo. En esa misma vía figuran otras obras, como la vivienda a dos plantas que hace esquina suroeste con Dr. Delgado. Asimismo, la residencia de José Saillant Martí, en Penson y Rosa Duarte, de concreto y techo de hierro corrugado, afectada por el ciclón del 30.

La impronta modernizante de Trueba –que se prolongaría en su descendencia- caló hondo. Al grado que se le atribuye autoría en otras obras, conforme al inventario y a la memoria de algunos amigos arquitectos de varias generaciones. Lo cierto es que su T quedó marcada indeleble en el cuerpo de concreto de nuestra vieja urbe. Al plasmar volúmenes lo más cercano local a las ciudades de crecimiento vertical que veía desde niño en las locaciones del cine y la televisión. Yo me crié admirando sus fachadas emblemáticas y sus estructuras imponentes, que buscaban, empinadas, alcanzar el cielo.