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Mafalda: 50 años de una conciencia crítica

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Mafalda: 50 años de una conciencia crítica

La crítica social, política e ideológica más influyente y universalizada de los años de la guerra fría, no se fraguó en cenáculos partidarios, ni en liderazgos progresistas, ni en artículos de opinión, ni siquiera en los recios textos de los ensayistas más famosos de la época, sino en la aventura sin igual que significó la creación del cómic más popular de la historia: Mafalda.

Un especialista la calificó de antiautoritaria, feminista, pacifista, ecologista, mundialista, contestataria, es decir, muy política. Conceptualizó la realidad de su tiempo, la sacudió con su zaragata inteligente, se burló de la historia y sus secuelas, hizo palidecer el influjo creciente de las ideologías, avizoró el futuro que vivimos desde hace buen rato y cuando creyó que lo había dicho todo hizo mutis por el foro, solo para permitir a partir de entonces que su fama siguiera creciendo en la constatación de toda su prédica.

Mafalda nació, empero, como una coartada capitalista. Originalmente se dedicaría a promover electrodomésticos de una empresa que nunca arrancó. No estuvo en los planes de su autor recorrer la tragedia del mundo a través de la crítica mordicante de aquella figurita desinhibida y libre. Una oportunidad buscada desde hacía tiempo para generar el sustento de su creador y un personaje que ya tenía vida y que no quería desaprovechar, llevan a Quino a lanzarse al ruedo y a descubrirse él mismo como uno de los mejores argumentadores de historieta gráfica que se haya conocido.

Quino había apreciado mucho un filme de un compatriota suyo, David Viñas, titulado "Dar la cara" donde aparecía una niña que se llamaba Mafalda, nombre que le resulta simpático para su creación. Ella sola con sus padres son los primeros habitantes de ese mundo abrumadoramente simpático, sociológicamente genial, sentenciosamente político, de aquellas tiras que nacen oficialmente el 29 de septiembre de 1964, de modo que han de cumplir en seis meses, cincuenta años de su aparición. Esa primera publicación aparece en el semanario Primera Plana, de Argentina, la nación de Mafalda y de su autor.

Los dominicanos disfrutamos en los años setenta la serie, que nos venía de perillas en la época en que la consumimos, casi la devoramos, a causa de la situación política que se vivía en el país para entonces. Pero, Quino había desaparecido a Mafalda -nunca le gustó el término de matarla para referirse a su cansancio en producir la tira y su historia- en 1973, de modo que Mafalda tiene una corta vida de nueve años. Suficientes para aquel gran recorrido por nuestras penurias, dilemas históricos, apostasías políticas, señoríos filosóficos, prejuicios humanos, intolerancias ancestrales, y un largo etcétera, que Mafalda descubrió y reveló para el mundo, y no solo para el mundo latinoamericano, donde estuvo su génesis, su impronta y su abrevadero, sino para todo el globo por donde se extendió su recorrido, pues la tira se tradujo a decenas de idiomas y se publicó en diarios y revistas de todos los continentes.

Quino dibujó una época y sus trasuntos, admirablemente. Ningún sociólogo -de los que tanto abundaban entonces-, politólogo, psicólogo, historiador, analista de opinión en cualquier vertiente ideológica, logró descifrar el mundo y sus avatares, los dilemas de la vida humana personal y colectiva, como lo hizo Quino en la segunda mitad de la década de los sesenta y hasta los tres primeros años de los setenta, tiempo en donde a nuestro parecer concluye la llamada década prodigiosa.

Mafalda -acompañada por Manolito, Felipe, Susanita o Guille- nunca se devaluó y por eso perdura en el tiempo. Han pasado cincuenta años del inicio de su difusión y poco más de cuarenta de su desaparición del amplio escenario donde habitó holgadamente y despachó ideas y contraideas a su antojo, y sin embargo sigue viva no solo en el recuerdo sino en la conciencia crítica que creó y sustentó su corta vida.

Los compañeros de Mafalda en esta aventura surgen de amigos y parientes. Algunos son familiares de Quino en la vida real y, por ejemplo Felipe, que es el primero en mostrarse a su lado, es un personaje inspirado en Jorge Timossi, periodista argentino que luego sería uno de los fundadores de la agencia de noticias Prensa Latina, en Cuba. Todos sus personajes sirven de sostén a la diatriba ideológica de Mafalda, a su visión del mundo, a sus empeños en declarar realidades que, por entonces, intentaban abrir las corrientes por donde se expresaran inquietudes reprimidas, como fueron los de la emancipación femenina, las relaciones entre padres e hijos, la realidad política -basada sobre todo en lo que sucedía entonces en Argentina-, la contaminación ambiental, el dilema norte-sur en el ámbito geopolítico, la influencia de la televisión y la cotidianidad de la época desde todas sus veleidades, insumos y carencias.

El fenómeno Mafalda conmovió al mundo. Aunque aparece en 1964, su presencia ocurre localmente durante sus dos primeros años de existencia. Es a partir de 1966 cuando se abre al mundo, comienza a circular ampliamente en toda Latinoamérica y se origina el boom editorial de las historietas reunidas que logra vender millones de ejemplares. En España, para evadir la censura franquista, las historietas se venden bajo la coletilla "para adultos", no fuera cosa de que aquella figurita pajonuda, de ancha boca, nariz redondeta, ojillos punteados y lazo de colegiala sobre el pelo, se fijase en la mente de los infantes ibéricos introduciéndole ideas pecaminosas.

Mafalda fue el suceso mayor de lo que hoy tal vez llamaríamos emprendedurismo gráfico de contenido sociopolítico de avanzada. Pensadores y literatos le dedicaron homenajes a través del estudio de sus historias, entre ellos Gabriel García Márquez y Umberto Eco. Este último escribiría que Mafalda es una "heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es, reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres". Hizo fama la frase de Julio Cortázar ante la pregunta de un periodista, en pleno auge mafaldiano: "No tiene importancia lo que yo piense de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí".

La tira se convierte en material de exposiciones y de giras, personaje de ferias, libros, cortometrajes, cortos para televisión y hasta un largometraje producido por el cubano Juan Padrón. Las historietas reunidas abarcan numerosos títulos que todavía hoy se venden en todo el mundo: Mafalda la contestataria, A mí no me grite, Gente en su sitio, Déjenme inventar, Potentes, prepotentes e impotentes, son algunos de ellos. Hoy, releer a Mafalda sirve para repasar aquel humor filosófico con todas sus gravitaciones sobre la realidad de nuestros días y reencontrarnos con verdades y mentiras aún vigentes.

Como el estallido de Mafalda en diarios y revistas de América Latina ocurre a partir de 1966, tal vez muchos dominicanos ignoran que ella mostró preocupación por la intervención norteamericana de 1965, a causa del debate abierto entre dos tendencias del partido gobernante en Argentina, una de las cuales favorecía la presencia en República Dominicana junto a la llamada Fuerza Interamericana de Paz de tropas de ese país para impedir lo que denominaban, en el estribillo consabido de los interventores, la infiltración comunista, y la otra tendencia que combatía ese planteamiento y llamaba a condenar la intervención. Finalmente, Argentina no ingresó a la FIP de Santo Domingo. El 8 de mayo de 1965, cuando la revolución abrileña apenas tenía quince días de establecerse, Mafalda se refiere a ella y esa tira creemos que nunca se conoció en el país. Estuvimos como pueblo en las preocupaciones de Mafalda y tal vez junto a la admiración alguna gratitud también le debemos.

Mafalda, decíamos al principio, surgió como un cómic comercial que, por suerte, no fue. Cuando Quino ordenó su jubilación, ella se dedicó a la filantropía, apareciendo en mensajes humanitarios, educativos, de defensa de la infancia a través de UNICEF, de los derechos humanos, de promoción de consejos escolares para el sistema educacional de la España de la transición y hasta presidiendo una campaña para la higiene bucal. Algunas tiras quedaron inéditas. Como la que Quino produjo a petición de Joan Manuel Serrat para su disco El Sur también existe. Quino la concibió como un desplegable y los dibujos llegaron ya cuando el disco estaba siendo distribuido. En la tira de cinco partes Mafalda reflexionaba del siguiente modo: ¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes? - El cuerpo también tiene su propia geografía - y si es cierto que el norte es el que ordena… - el Sur también existe! - Si no fuera por eso que del ombligo al sur tienen las nenas…la humanidad, ¿por dónde nacería?".

(Para tenerla consigo completa, recomendamos: "Todo Mafalda". Quino. Con un texto preliminar de Peridis. Círculo de Lectores: 2005/ 659 pp.)

www. jrlantigua.com