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El papa exhorta a jóvenes a "hacer lío"

Los exhortó a lanzarse a las calles para propagar la fe

RÍO DE JANEIRO. El papa Francisco mostró el jueves su lado rebelde al decir a los jóvenes católicos "quiero lío en las diócesis" y los exhortó a lanzarse a las calles para propagar la fe. Y fue un mensaje que puso en práctica al visitar unas de las favelas más violentas de Río de Janeiro e inaugurar la Jornada Mundial de la Juventud en la playa de Copacabana, donde llovió a mares.

El pontífice fue electo con un mandato para reformar la Iglesia, y en sólo cuatro meses ya ha comenzado a hacerlo: ha infringido normas vaticanas de mucha data en casi todo, desde donde coloca la cabeza al costarse hasta cómo se hacen los santos. Se ha separado su personal de seguridad para acercarse a las multitudes y su primera visita internacional ha mostrado los fieles le agradecen el gesto.

Llamado "el papa villero" por su trabajo con los pobres en las villas miseria, Francisco fue recibido apoteósicamente en la favela Varginha, parte de una zona muy pobre al norte del Río de Janeiro tan violenta que los vecinos le dicen la Franja de Gaza. El argentino de 76 años pareció sentirse como un pez en el agua, adentrándose en las multitudes, besando a niños y viejos y diciéndoles que la Iglesia católica está de parte de ellos.

"¡Nadie puede permanecer insensible a las desigualdades que persisten en el mundo!", expresó a los miles que desafiaron la lluvia en un terreno enlodado de fútbol para darle la bienvenida. "Ninguna paz será duradera, ni tampoco la armonía y la felicidad, en una sociedad que ignora, empuja a los márgenes o excluye una parte de sí misma".

Fue un mensaje dirigido a revertir la declinación en la cantidad de católicos en la mayor parte de América Latina, donde muchos fieles pobres abandonan la Iglesia católica para sumarse a congregaciones pentecostales y evangélicas. Esas iglesias han establecido una gran presencia en las favelas como Varginha, donde se ganan almas con asesoría sencilla sobre cómo mejorar la vida de los vecinos.

La visita a Varginha fue uno de los puntos destacados de la visita de una semana del papa Francisco a Brasil, su primer viaje como papa y que parece estar hecho a la medida del primer pontífice de las Américas.

Pero la sorpresa fue en un encuentro con peregrinos argentinos, programado a última hora, en otra señal de cómo este papa espontáneo sacude al Vaticano y su rígida pompa.

En la Catedral de Río de Janeiro les dijo a miles de jóvenes -había 30.000 argentinos inscritos: "Quiero lío en las diócesis, quiero ver que la iglesia se acerque a la gente, quiero que nos despojemos del clericalismo, lo mundano, el estar encerrados en nosotros mismos, en nuestras parroquias, colegios o estructuras, porque ellas son para salir", subrayando que una Iglesia que no sale y predice entonces se convierte en un grupo cívico o humanitario.

En la mañana también fue recibido con un desbordante entusiasmo en un entorno muy diferente: una de las favelas más violentas de Río de Janeiro donde le pidió a sus habitantes conservar la esperanza aún frente a la corrupción mientras fustigó a los ricos, a quienes les pidió poner fin a la "cultura del egoísmo", que ha marginado a los pobres de la sociedad.

Fue una clara referencia a las violentas protestas que paralizaron varias ciudades del país en las últimas semanas cuando miles de brasileños, enfurecidos por una rampante corrupción, la mediocre prestación de los servicios públicos y la irrelevancia de la clase política brasilera, se tomaron las calles.

En este viaje, el mensaje del papa también ha fustigado las elites políticas y ha motivado a la juventud a luchar por sus ideales, combatir la exclusión y las desigualdades mostrando su personalidad poco convencional, casi la de un rebelde en sotana, al invitar a su compatriotas peregrinos de su natal Argentina a crear líos y salir a las calles a difundir la fe.

"Quiero lío en las diócesis, quiero ver que la iglesia se acerque a la gente, quiero que nos despojemos del clericalismo, lo mundano, el estar encerrados en nosotros mismos, en nuestras parroquias, colegios o estructuras, porque ellas son para salir", dijo el santo padre a los argentinos que tuvieron que hacer largas filas para verlo en la catedral metropolitana de Río de Janeiro.

En Copacabana, jóvenes provenientes de Latinoamérica, China y Africa se rindieron ante el entusiasmo y las sonrisas del papa Francisco e hicieron lo impensable para lograr una imagen del pontífice: se colgaron de árboles y señales de tránsito, corrieron como atletas en olimpiada, al tiempo que gritaban como si estuvieran un concierto de rock.

Combatieron el inusual frío no solamente con abrigos, bufandas y gorros sino con el calor de la multitud, mientras helicópteros sobrevolaban el área de la Playa de Copacabana y embarcaciones patrullaban la Bahía de Guanabara.

Los famosos hoteles y apartamentos de lujo adornaron sus balcones de blanco y amarillo, los colores del Vaticano.

"¡Son ustedes tantos, llegados de todos los continentes!", dijo el papa. "Distantes a veces no sólo geográficamente, sino también desde el punto de vista existencial, cultural, social, humano. Pero hoy están todos, más bien, hoy estamos aquí, juntos para compartir la fe y la alegría del encuentro con Cristo".

Una tarima de color blanco, con gigantes pantallas, con un enorme Cristo de fondo, fue ubicada al final del malecón de Copacabana, entre la avenida y la playa.

Al hacer su discurso el papa sorprendió a la multitud al cambiar de idioma y en vez de seguir hablando en portugués, lo hizo en español.

Aunque en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida el santo padre habló principalmente en portugués, e intercambió algunas frases en español, en su visita a Copacabana ese fue el idioma que predominó frente a la multitud.

"Río se convierte en el centro de la Iglesia" esta semana, dijo el pontífice en tono emotivo.

Luego pidió a los participantes guardar un "instante de silencio" por la joven oriunda de la Guyana francesa, Sophie Moriniere, que murió en un "trágico accidente" y que iba a participar en la Jornada.

"La fe de ustedes es más fuerte que la lluvia... veo en ustedes la belleza del rostro de Cristo", fueron las primeras palabras del pontífice a los jóvenes.

Francisco también recordó que la primera Jornada Mundial de la Juventud realizada en América Latina fue en 1987 en su país.

"Guardo vivas en la memoria estas palabras de Juan Pablo II a los jóvenes: '¡Tengo tanta esperanza en vosotros! Espero sobre todo que renovéis vuestra fidelidad a Jesucristo y su cruz redentora", dijo al hablar en español.

"Todos los católicos celebramos que el papa sea latino... se la está jugando por la juventud y él está tan cerca de Dios, que no le teme a nada", dijo la mexicana Jahel Torres, una estudiante de medicina de 18 años que llegó desde la Ciudad de México.

La playa de Copacabana está vigilada constantemente por cuatro navíos patrulla y 22 embarcaciones de menor tamaño, mientras que unos 800 soldados supervisan el tránsito y la movilización de los peregrinos.

Según el portavoz Lombardi, al papa se le llenaron los ojos de lágrimas cuando estuvo en la pequeña capilla de Varginha, a la que le obsequió un cáliz.

Pese a las fuertes medidas de seguridad y la pertinaz lluvia matutina, la presencia de Francisco energizó a los habitantes del lugar, a quienes abrazó y besó, sin importar que fueran bebés, jóvenes, o viejos y bendijo el altar mayor de una iglesia del barrio.

Luego rezó frente a una réplica de la patrona de Brasil, la Virgen de Aparecida, y entró a una vivienda amarilla donde visitó a sus moradores.

En la pequeña vivienda de cuatro metros por cinco cuadrados se congregaron 20 personas a las que el pontífice saludó uno por uno, preguntó por la relación familiar de ellos, desde bebés de 15 días de nacidos hasta una anciana a de 90 años, contó Lombardi junto al padre Marcio Queiroz, párroco de Varginha.

Diego Rodrigues, de 26 años, inspector escolar y amigo de la familia de los moradores de la vivienda, dijo que Francisco saludó a cada persona "y después rezó un Ave María con el grupo... nos dio un rosario a cada uno, se tomó fotos con todos y abrazó a cada uno".

"Fue muy emocionante, es indescriptible, nunca sentí nada igual, no tengo palabras para describirlo", dijo el joven que estaba en la vivienda cuando el papa entró. "Creo que todo el mundo se quedó sin habla, a excepción del papa".

Siguiendo el ejemplo del papa Juan Pablo II, quien visitó dos favelas durante un viaje a Brasil en 1980 y la Madre Teresa de Calcuta, que visitó Varginha en 1972, Francisco pidió a sus habitantes que no se desanimaran. "Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo", dijo.

"No dejemos entrar en nuestro corazón la cultura de lo descartable", pidió Francisco a los jóvenes entre gritos de los asistentes de "Francisco, yo te amo".

"Es bueno tener un papa que va al encuentro de la juventud, que anda en la lluvia, que pisa este suelo bañado de sangre, que muchas veces es la sangre de nuestra juventud", dijo el residente de la favela Edgar Manzur.

Poco antes, Rangler dos Santos Irineu dio la bienvenida oficial al sumo pontífice a la barriada.

"Muchos nos preguntan porque esta comunidad fue escogida para recibir su visita y es esta la pregunta que también nosotros nos hacemos. Al final, esta comunidad de Varginha tiene una historia común con la mayoría de las comunidades (pobres) de Rio de Janeiro", recordó Irineu.

La respuesta, dijo, es "porque somos pequeños, pobres, olvidados e incluso delante de los aplausos y luces, permanecemos fieles a Dios, sencillos, humildes y sencillos".

Al conocerse que el papa visitaría Varginha, el 7 de mayo, la alcaldía de Río de Janeiro decidió iluminar y asfaltar las calles y recoger la basura.

"Esto es maravillo", dijo Katia Miranda, una comerciante 34 años. "Lo estoy adorando. Esta visita ya trajo muchas cosas a la comunidad, la limpieza mejoró bastante, la gente misma se preocupó por arreglar sus casas, está todo muy bonito".

Varginha es una de las más pequeñas favelas de más de mil que tiene Río. Está rodeada por dos canales de aguas negras, cuenta con una avenida principal muy transitada y un teleférico cuyo estrépito resuena en las alturas.

La policía tomó la favela en enero y expulsó a una banda de narcotraficantes conocida como el Comando Rojo, y montaron una estación policial permanente en un lugar que ha carecido de cualquier presencia gubernamental durante decenios.

La toma del barrio es parte de un programa masivo de pacificación de la ciudad iniciado en 2008 para asegurar que Río sea una ciudad segura antes del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.

En la actualidad hay 33 estaciones policiales permanentes en diversos lugares de Río, en barrios donde vive 1,5 millones de personas.
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