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Las anécdotas en los discursos de Juan Bosch (y 3)

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Las anécdotas en los discursos de Juan Bosch (y 3)
Juan Bosch siempre defendió la idea de que el pueblo es sabio.

Tercer y último artículo de la interesante serie del académico de la lengua, Dr. Manuel Matos Moquete 

En 1970 Bosch recibió ataques de sectores de izquierda y de derecha por la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular. En respuesta a uno de esos ataques de ciertos representantes de la Asociación de Industrias, quienes preguntaban si en ese gobierno de la Dictadura con Respaldo Popular se iban a mantener las libertades sindicales y de asociación, Bosch contó una anécdota, en la que quería enviar el mensaje de que esos "amigos de las libertades" fueron siempre sus enemigos, de la misma manera que el gato siempre cazaba ratón y ahora no podía pretender tenerlo como compadre.

"El gato siempre caza ratón"

"Hay un cuento muy conocido, el del gato que se encontró con un ratón muy advertido, un ratón que leía hasta los periódicos, aunque tengo entendido que después que los leía se los comía. El que me hizo el cuento no me explicó si ese ratón leía El Caribe, pero creo que no, porque me parece que entonces no existía El Caribe.

'El ratón tuvo hijitos, y un día que se hallaba en la boca de la cueva vio a un gato que se acercaba, y como es natural, él reculó un poquito y sólo dejó afuera la punta del hocico y los ojos. '¿Cómo está mi compay ratón?', preguntó el gato con una vocecita muy dulce: '¿Y desde cuándo somos usted y yo compadres, amigo gato?'.

'Bueno, desde esta mañana, porque anoche me acosté pensando que no hay razón para que seamos enemigos, y me levanté con la idea de venir a pedirle que encompadremos, que me deje bautizarle esos ratoncitos que me dicen que le nacieron en estos días', explicó el gato. El ratón se quedó un ratito pensando y después le hizo al gato esta pregunta:

'Dígame, don gato, ¿su papá y su mamá eran un gato y una gata?'. 'Hombre, claro', le respondió el gato, e inmediatamente agregó: ¿Y por qué me hace usted esa pregunta tan rara, compay ratón?'.

'Bueno, amigo', explicó el ratón, 'porque según he oído decir desde chiquitico, hijo de gato caza ratones, y eso no ha cambiado ni va a cambiar mientras el mundo sea mundo; y si no va a cambiar, me parece que con el compadrazgo que usted me propone, lo que usted está buscando es comerse a sus ahijados'.

'Y así es, señores. De pronto le salen a uno aspirantes a compadres que lo que buscan es comerse a los ahijados. Y a buen entendedor... ya ustedes saben..."

Hay otra anécdota que refuerza la idea de que nadie puede engañar al pueblo, quien, a imagen del joven campesino de una anécdota sobre Lilis, aunque no sepa leer y escribir "sabe tanto como un arzobispo".

"El cuento del joven y Lilis"

"Cuando el general Lilis era el dictador de este país, se reelegía cada vez que se cumplía su período, que al principio era de dos años y después pasó a ser de cuatro años. En una de las ocasiones en que se preparaba para reelegirse, el general Lilis mandó hacer una Junta, que era como se decía entonces, con los campesinos de cierto lugar cibaeño, y cuando estuvieron reunidos les dijo más o menos lo siguiente:

'Mis amigos, ustedes saben que yo estoy trabajando por el bien del país, y ahora hay gente que quiere que yo deje la Presidencia para que la coja otra persona. Yo quisiera que ustedes me dijeran una cosa: si uno de ustedes se mete en un monte, y se pone a tumbar y a cercar, y después tala, quema y habita y siembra un poquito de maíz, ¿sería justo que al coger la primera cosecha vinieran a decirle que tiene que dejar el sitio y tiene que irse a trabajar a otra parte?'.

'Un campesino joven se adelantó y dijo: 'Eso depende, General, porque si la tierra es ajena hay que devolvérsela a su dueño'.

'Ese joven del campo no sabía ni leer ni escribir, porque entonces eran pocas las personas, aún de los pueblos, que supieran leer y escribir; pero habló como el Evangelio.

'Por eso decía Lilis que en este país hasta el campesino más bruto sabe tanto como un arzobispo. No sabe de letras, pero sabe lo que tiene que saber, como persona y como ciudadano, y si se lo calla algunas veces, es porque sabe también que aunque aquí se menciona mucho la llamada democracia, y los que nunca han sido demócratas se llenan la boca con esa palabra, la única democracia que ha conocido el pueblo es la de mucho garrote contra el más infeliz".

A la vez de la idea de que el pueblo era sabio, Bosch tenía la otra idea que el pueblo era inocente como un niño inocente, y que era un crimen engañarlo. Esta expresión aparece en el contexto de las elecciones de 1966: "El pueblo es como un niño y engañarlo es un crimen, tan grande como robarle a un niño de dos años"

Pero esa idea de la inocencia tiene otra versión. Es inocente y por eso no se equivoca en sus juicios, es decir, es un sabio por inocencia.

"¡Abenuncio, Satanás!"

Para comunicar esa idea Bosch se vale de una anécdota. Satanás quiso engañar a un devoto haciéndose pasar por Jesús, pero un niño, desde que lo vio gritó: ¡Abenuncio, Satanás!

Leamos esa última anécdota que incluimos en este repertorio. Es de 1970, criticando a la izquierda, en particular al MPD, que siendo revolucionario se unen a los oligarcas, sólo porque ambos son antibalagueristas. Eso es como lo que hizo la señora, pero no el niño: confundir a Jesús con Satanás.

"El pueblo es inocente como los niños, y por eso no se equivoca a la hora de juzgar.

'Una vez Satanás se dejó crecer el cabello, se puso una barba falsa, se echó una sábana por los hombros y se presentó en un bohío haciéndose pasar por Jesús.

'En el bohío estaba de visita un viejo que tenía en el alma más pecados que pejes hay en la mar, y cuando vio esa figura en la puerta se puso tan nervioso que tumbó la silla donde estaba sentado y salió huyendo por la puerta del fondo.

'La doña del bohío era muy religiosa y al ver al supuesto Jesús se hincó de rodillas y comenzó a rezar y a llorar de emoción, pero en eso salió un muchachito barrigón, se quedó viendo al recién llegado, y de pronto hizo la cruz con los dedos y comenzó a gritar:

'¡Abenuncio, Satanás!'.

'Bueno, ni les quiero decir lo que pasó ahí, pero el caso es que del susto que se dio, Satanás abrió un hoyo en las yaguas del techo y por ese hoyo se perdió en las alturas.

'Cuando la doña volvió en sí, miró, asombrada al muchachito y le preguntó: '¿Pero cómo te diste tú cuenta de que no era Jesús?'. 'Ah', dijo el niño, 'porque le vi las patas y tenía en cada dedo una uñota encorvada'.

'El pueblo de este país sabe ver. Al pueblo no lo engaña nadie con barbas postizas, pelo largo y sábana en los hombros; porque además de fijarse en la cara, el pueblo se fija en los pies para darse cuenta de si tiene uñas de gente o tiene uñas de diablo. Así como el pueblo deberían hacer los que han dedicado su vida a las tareas revolucionarias".

El impacto que tuvieron en la época las anécdotas de Juan Bosch en sus charlas políticas fue desconcertante para sus adversarios y de gran acogida en el pueblo. Además de enseñar a la gente, revelaban la sabiduría popular, pues eran extraídas de la oralidad del folclor dominicano. Concitaban un vivo interés cuando se oían por Tribuna Democrática.

La doble función, de enseñar y revelar sabiduría, era el punto de anclaje que Bosch tenía con el pueblo. Y por eso, las anécdotas son un recurso eficaz en sus discursos, en los que se combina su sensibilidad, su arte de contar y el interés de atraer al pueblo hacia sus ideas y sus propuestas políticas.

Eso implica que esas anécdotas formaban parte de un conjunto de procedimientos de persuasión presente en todos los discursos de Juan Bosch.

Las anécdotas son una verdadera invitación a la lectura de esos discursos, pues a la vez que propician la comprensión y la educación, constituyen una experiencia de disfrute del arte de contar y de exponer ideas de un maestro del cuento y de la argumentación razonada, persuasiva.

matosmoquete@hotmail.com

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