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La puerta se abrirá, siéntate junto a mí

Ahora que estás ahí, a la intemperie, esperando que yo abra la puerta para entrar, con un ramo de manzanillas, albahacas y canela, con la cara de un niño-bueno-desprotegido, te miro, y no sé qué hacer. Tú que no me diste palabras, me inquietaste con el manojo de tus manos impacientes, por eso hace mucho tiempo que mi corazón trancó su puerta. Y un día, no recuerdo cuál, me acomodé en la penumbra y junto a mi silencio se sentó a mi lado una larga soledad. Corté ramas de mi querido árbol de roble y fabriqué una tranca para cerrar mi puerta. Tan solo dejé hendijas, por donde alguna vez, tras la ventana escucharía cantar canciones que me harían crecer nostalgias.

No es cuestión de horarios, ni de plazos, ni fechas, ni de apretar la marcha, ni de derribar la puerta. A veces se aprende a vivir a solas. El silencio es costumbre que envuelve la orfandad, y nada más. Así, es difícil aceptar la compañía, compartir las palabras y dejar abierto un lugar en la cama esperando hasta el amanecer. ¡Está bien...! Sentémonos juntos a esperar el alba, las auroras, las ramas de ilusión. Pondré a hervir el agua para que caliente la canela y adornaré mi pelo con la flor de manzanilla. Así llegará el amanecer, los atardeceres y las noches. Pero no puedo darte fechas, ni explicarte motivos. No exijas, no pidas, no reclames, no desnudes tus prisas. La puerta se abrirá, siéntate junto a mí, dime si tienes sombras y negruras, si vienes de valles o montañas, si dejaste tu piel en otros brazos y si tu mano en la mía bordará la sábana que adornará mi lecho.

No me pidas que cambie mi rutina, mis peces y mis gatos, mis perros y mis flores, mis libros y el tejido que hacen las arañas. No me pidas que amolde mi melena, ni calle mi risa los momentos deliciosos. Deja abierto mis espacios y mis cosas, como las viste desde antes y más ahora al abrir la puerta. Respeta mis silencios, mis negros momentos angustiosos, mis días atropellada y sin calma. Debes saber de nuevo que una piel sobre otra piel es un abrigo y una mano en el hueco de la otra es buen comienzo. Que un corazón en desamparo es un desierto. Y esto es cuestión de tiempo y de confianza porque la vida vuela cuando tiene el tiempo a su favor.

Tómame como soy. Acepta mis espacios, mis libros, mis cuentos, mis novelas, mis amigas y el sabor de la cerveza, mis caminatas por playas y montañas, junto a ríos y cañadas, cerca del bullicio de los niños en el parque y al amparo de los que solo tienen tristeza, hambre y deseos de ser buenos. Quiero escuchar serenatas y poemas en mi puerta, con sonidos de arpegios y de aromas. Y ahora que has llegado con tu ramo de albahacas, canela y manzanilla, al abrirte la puerta, sentaremos juntos a tu corazón y el mío. Conservemos los ramos de siemprevivas para adornar la casa, para sembrar cosechas, encender la fogata y saborear el vino.

"Y una noche triste, cuando ya no me quieras, / cerraré los ojos y me iré a bogar/por los mares negros que tiene la muerte, / para nunca más... (Alfonsina Storni)

Denver, Colorado.