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Moca de mi corazón

Desde siempre he mirado con amor la tierra que me vio nacer. Tengo recuerdos gratos, hermosos deseos de volver a verla cada año Ese paisaje arbolado y florido, la vegetación abundante, la yuca mocana (la mejor del mundo), la cercanía de las montañas para cruzar hacia el mar hacen de mi pueblo una esmeralda reluciente. El sol, al atardecer, en un cielo siempre azul, la brisa suave como telón de fondo, la niebla que baja de las montañas y envuelve la ciudad como un velo de novia, son saudades recurrentes en mi lejanía.

Pero la Moca de mi corazón ha cambiado. Ahora está llena de tiendas de chucherías y dizque farmacias (con medicinas pasadas de tiempo y las correctas son las que les entregan de regalo a los “farmacéuticos”). Ya no hay un teatro ni siquiera para presentar películas de antaño. Y lo peor de lo peor es el ruido, los motores, los millones de carros y camionetas que andan cruzando en vía contraria, con una “discoteca” que lleva música callejera de la peor de las peores. Y suenan desde muy temprano en las mañanas hasta la medianoche. En los colmaditos, uno al lado de otro, suena el escándalo de lo que llaman música, compitiendo con lo escandaloso. No sé si AMET, la Policía, el Síndico o el gobernador intervienen en ese barrullo. Y otra cosa que debe atenderse es aquello de dos adultos y tres niños en un motor a todo dar y por vía contraria. Hay muchas cosas más, tan dolorosas, que me resisto a contarlas. ¿Se imagina usted lo que puede dar ese ruido a las personas de mucha edad que no pueden dormir con tranquilidad como lo exige su salud? Incluya a los Pastores Evangélicos Mocanos cantando en oraciones desde las seis de la tarde hasta la medianoche. ¿Y qué dirá y sentirá el Dios Celestial... le gustará ese escándalo?

Lo que digo es porque Moca de mi Corazón ha cambiado mucho, más para lo imposible que para el bien. Sigue con sus lugares campestres tan hermosos y muchos mocanos que continúan siendo gente honrada, trabajadora y decente. Pero a ellos los envuelve el tigueraje. La Moca de hoy, aunque cierro los ojos, los oídos y la boca y disfruto de lo bueno que tiene todavía, me duele, no resisto lo que hoy está pasando. Moca Mía, no llores, haz lo que tienes que hacer. Ya sabrá que los mocanos de aquí y de allá te queremos y tenemos el alma llena de tus buenos recuerdos.

Al leer esta queja, este grito de rebeldía, esta incomodidad, sabrán que ya voy camino hacia Denver, Colorado, y que aún adolorida llevo mis más grandes saudades, los mejores recuerdos, la gran nostalgia por volver de nuevo a esa Moca de mis sueños. Desde allá huelo el perfume que la envuelve, sueño con sus montañas florecidas y sus ríos todavía un poco caudalosos, sus iglesias, sus parques. Siento desde allá la nostalgia que me abraza por no tener en Denver el sonido exquisito de las campanas llamando al encuentro y contando las horas.

Los mocanos continúan hablando como siempre, aunque ahora lo hacen de voz en cuello porque le ruido lo obliga a hacerlo. Estarás junto a mi Moca querida, hasta que vuelva a verte.

La Moca de hoy me duele, no resisto lo que hoy está pasando.