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6 de marzo de 1844: Estrategia de los Trinitarios para la liberación de Santiago

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6 de marzo de 1844: Estrategia de los Trinitarios para la liberación de Santiago

Apartir de 1838, el núcleo que, bajo la iniciativa y liderazgo de Juan Pablo Duarte, formó la agrupación clandestina La Trinitaria, realizó una labor extensa e incansable. Su misión consistía en fomentar sus ideales para convencer a los habitantes de la antigua colonia española que su destino debía ser diferente al de la situación imperante. No se debería continuar bajo el dominio de un pueblo altamente diferenciado del suyo, por su origen, cultura e idioma.

Tal vez con el propósito de síntesis, los relatos históricos referentes a los acontecimientos de Febrero de 1844 sólo destacan como, en Santo Domingo, la noche del 27 de Febrero de 1844, Sánchez y Mella, junto con los demás trinitarios comprometidos, se proclama la Independencia de la República Dominicana. También cómo este liderazgo, con amplio respaldo de los habitantes de la ciudad, hizo posible que en el curso del siguiente día se lograra la capitulación de la guarnición haitiana, sin producirse un enfrentamiento armado.

Mas, no ocurre igual con los relatos de los acontecimientos acaecidos en el transcurso del mes de Marzo de 1844, en el resto de la incipiente nación. Parecería como si el respaldo a la causa de la Independencia fue casual y espontáneo, cuando en realidad corresponde precisar y destacar la extraordinaria labor proselitista realizada por los trinitarios en todo el ámbito nacional, a partir de 1838. En el Cibao se conoce la extensa y exitosa labor realizada por Mella, logrando la integración al movimiento trinitario de amplios sectores de la población de esta región. Es en medio de esta actuación cuando él es denunciado en Cotuí, y le hacen preso, trasladándole en calidad de prisionero a Puerto Príncipe, en 1843. Estas circunstancias son las que me motivan a relatar algunos aspectos del proceso de los pronunciamientos a favor de la causa de la Independencia, ejecutados con todo éxito en las poblaciones cibaeñas, los cuales revelan que el ideal de Duarte había sido acogido profunda y extensamente en toda la región.

Instalado el Gobierno Provisional el 28 de Febrero de 1844, una de sus primeras disposiciones consistió en designar al trinitario Pedro de Mena, como su Delegado ante los pueblos del Cibao, con el objeto de informarles sobre la declaración de Independencia, y lograr su adhesión a esta causa. Mena sale prontamente el primero de Marzo a cumplir su misión en Cotuí, y luego en La Vega. Las escasas guarniciones que allí existían estaban integradas en su mayor parte por guardias nacionales ya comprometidos con los planes de la Independencia, por lo que logra que los trinitarios obtengan el respaldo unánime de dichas poblaciones. Macorís y luego Moca, también se adhieren, sin grandes dificultades, debido a las mismas condiciones.

La situación de Santiago era muy diferente a la de los demás pueblos. Allí se encontraba concentrada la mayor fuerza militar haitiana en el Cibao, comandada por el General Morisset. Su guarnición consistía en una compañía de granaderos, una de artillería, otra de gendarmería, una cuarta de policía y la quinta de guardias nacionales. Por tanto, fue necesario que se formulara una estrategia especial para obtener su liberación.

El 4 de marzo, al firme de la noche, encontrándose los trinitarios de Santiago, denominados por el Dr. Alejandro Llenas “El Club de Separatistas”, reunidos en la casa de Román Franco Bidó, les llegó un mensajero enviado desde La Vega por Pedro de Mena, participándoles de su llegada a La Vega e informándoles que este pueblo ya se había pronunciado por la causa de la Independencia. Mena les solicitaba una reunión con el objeto de preparar el pronunciamiento de Santiago. Los principales trinitarios reunidos esa noche incluían, además de Román, a su hermano Luis Franco Bidó, Domingo Daniel Pichardo, José Desiderio Valverde y sus hermanos Manuel y Sebastián, Manuel Román y sus hermanos y Pedro Tapia.

Ezequiel Guerrero, quien se encontraba en Moca, y regresó temprano en la mañana del 5 de Marzo, informó a sus compañeros que ese pueblo ya se había pronunciado. El grupo comisiona al joven J. D. Valverde para trasladarse de inmediato a La Vega, y coordinar allí la estrategia que ellos recomendaban que fuera adoptada. El emisario, a su llegada a La Vega, explicó a Pedro de Mena las dificultades existentes en Santiago, y la necesidad de contar con el respaldo de las fuerzas independentistas que ya se habían formado en los demás pueblos pronunciados. Rápidamente, ejecutan su plan de acción. Se envían mensajeros desde La Vega a Macorís, mientras Mena se traslada a Moca. En la noche del 5 de Marzo, las tropas de Macorís se unen a las de Moca y avanzan por los caminos de Tamboril y Don Pedro, comandadas por el General Tito Salcedo y el Delegado de Mena. De otra parte, las tropas organizadas en La Vega, comandadas por el coronel Toribio Ramírez y el comandante José Durán de Jarabacoa, marchan prontamente y parten hacia Santiago por el camino de Puñal.

Cabe señalar que estas tropas, que llegaron hasta las proximidades de Santiago, estaban integradas principalmente por dominicanos que habían formado parte de las compañías de guardias nacionales quienes, a su vez, provenían de los destacamentos militares establecidos en los pueblos citados. A estas tropas se les unen los hombres de los hatos cercanos a Santiago, comandados por Bartolo Mejía, R. Céspedes, Manuel Jiménez y otros.

Al amanecer del día 6, un emisario enviado por el Delegado Pedro de Mena llega a Santiago, y se comunica con el General Morisset, comandante de la plaza, informándole de la acción iniciada con el objeto de lograr el pronunciamiento de Santiago, acogiéndose a la declaración de la Independencia. Consciente de la gravedad de la situación planteada por el emisario del Delegado de Mena, Morisset reúne inmediatamente en la Municipalidad a los principales padres de familia de la comunidad y decide confiarles a ellos determinar el partido que él debía tomar. Los allí reunidos decidieron que la situación debía resolverse de modo pacífico, lo cual motivó a que Morisset optara por entregar la plaza a las tropas que ya habían sido desplegadas en las cercanías del pueblo. Una vez tomada esta decisión, también dispuso que sus tropas, que habían sido enviadas por él para su defensa, ubicadas tanto en el camino de Gurabo, comandadas por Ángel Reyes, como las localizadas en Nibaje, bajo el mando de Mallol, se replegaran al Fuerte de San Luis, donde se encontraba el resto de la guarnición militar. Las tropas dominicanas, informadas de la decisión adoptada por el comandante haitiano, entraron con rapidez y facilidad a Santiago, hasta el Fuerte de San Luis, donde ya se encontraban las compañías comandadas por Morisset.

En ese instante se produjo el inédito y extraordinario espectáculo de que ambos grupos, adversos y armados, se reunieran en un mismo lugar de manera formal, pero pacífica. Es en esta situación que el General Morisset procede personalmente a arriar el pabellón haitiano y se “retiró en calidad de prisionero de guerra”, recibiéndole el Delegado Pedro de Mena quien más tarde le haría conducir a Santo Domingo. A las cuatro de la tarde del 6 de Marzo de 1844, “la bandera cruzada tremoló por primera vez” sobre Santiago, sin haberse disparado un solo tiro!

De inmediato, nos narra el Dr. Alejandro Llenas, “se organizaron autoridades dominicanas: General Felipe Vásquez, que era anteriormente gobernador de La Vega, quedó encargado de la gobernación de Santiago. El General Imbert le fue adjunto”.

“El Coronel José Gómez y el General Francisco Salcedo”, continúa el relato citado, “fueron enviados con fuerzas hacia los Hatos (del Noroeste), con la misión de plantar el pabellón cruzado en la frontera.” El 7 en la noche salen de Santiago las tropas de Macorís acompañando al Delegado de Mena, con el propósito de lograr el pronunciamiento de Puerto Plata a la causa de la Independencia.

Es curioso observar cómo el rápido y bien coordinado desplazamiento de patriotas, descrito en este relato, resultó prácticamente duplicado con igual éxito, veinticuatro días después, cuando se produce una nueva concentración de fuerzas dominicanas, provenientes de todo el Cibao, para enfrentar, combatir y derrotar a las tropas haitianas invasoras, esta vez comandadas por el General Pierrot, en la gloriosa epopeya del 30 de Marzo.

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Referencia: Dr. Alejandro Llenas: Relato publicado en el periódico “El Orden”, el 28 de marzo de 1875. (Archivo Histórico de Santiago).