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Territorio de espejos

Mirarse ante un espejo trae recuerdos imborrables, paisajes de hechos no vividos, composición de aromas compartidos, deseos que reviven a cada rato en la memoria, fragancias que un día se quisieron y no fue posible conquistarlas, eso y muchas tantas cosas nos da el rostro reflejado en el espejo. Todo esto, como también lo que se ve más allá de la ventana y de esa puerta abierta por donde penetra una lluvia de sonidos oscuros y también con sabores deliciosos, es acercarse a un espejo y, pienso yo, fue lo que llevó a José Rafael Lantigua a escribir este libro de poemas con el nombre de Territorio de Espejos.

"Voy a buscar las cerezas/guayabas, limones, guanábanas y parchas/en el patio de que guarda su lejanía.- /Esta noche vuelvo a casa/conmovido./Voy a requerir mis tardes perdidas/mi ambiguo recuerdo/mi azar/mi tierra/mi pedacito de tierra/ mi vecindad/vencida.-/Voy a reencontrarme con la soledad/que me acompaña desde niño./A escudriñar el pensamiento que me alumbró/la palabra/que ha guiado/desde entonces mis instintos./Me refundaré en mis pisadas de infante/ jugando al viento/con los martillos grávidos/de una matriz de pólvora/de insomnio/de hilos tejidos en fulgores/apagados"

Así, José Rafael se fue "a buscar la noche... buscando ausencias, sueños, fábulas y moradas vencidas por las alas blancas de las colinas, hacia donde derivan, por su escalada de sombras, los ojos del tiempo amado, fugitivo de ayeres, en las telarañas del viento". Como ven, es un territorio de espejos en el que se envuelve el poeta. No un solo espejo que le devuelva a sus ojos, su pelo y su boca. Son tantos espejos por los que se ha reflejado que le han ido mostrando imágenes puras de personas, de pueblos y ciudades, de amigos con ecos y neblinas, misterios y silencios, sonidos y horizontes. Hay espejos, muchos espejos, en cada poema que llevan, a quien los lea y lo disfrute en silencio, hacia un tiempo en el que algunas veces soñó y en otro momento despertó con la inocencia del volver a dormir en el pasado.

"Escucho la noche/y una música de viento cae/sobre la tierra ingrávida./ La noche es, siempre, como un sollozo/como una desnudez/ que se desangra./ La noche es, siempre, un abismo/que muerde temerosa la eternidad./Voy a romper la vasija/que guarda la pócima de tu sudor/ para que en la noche acabe siendo cómplice/de tu imagen volcada/ sobre un lecho de holgadas penumbras./Voy a mover la noche hacia tu fuga/la rasgaré con tu silencio/perfilaré tu boca (para que se convierta en fría vagancia/de un muérgano distante". Como ven, todos los poemas de este libro, traen nostalgia. En especial para nosotros los mocanos, ya que José Rafael Lantigua, con este Territorio de Espejos, nos va llevando a ver delante del espejo, lo que él fue y lo que nosotros también fuimos en un tiempo y en un lugar hermoso, cuidado, silencioso a veces y tranquilo en muchas ocasiones. Territorio de Espejos ha entrado en mi alma con evocación y reminiscencias de un pasado florido.

Denver, Colorado

Hay espejos, muchos espejos, en cada poema que llevan, a quien los lea y lo disfrute en silencio, hacia un tiempo en el que algunas veces soñó y en otro momento despertó con la inocencia del volver a dormir en el pasado.