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Poemas para la salud

Cuentan los médicos investigadores que bailar y cantar ayuda a evitar el Parkinson y el Alzheimer. Y eso es verdad. Bailar mueve los huesos, los músculos y las nalgas de la que todavía no se ha dicho su gran importancia y que tienen un lugar y una condición que protege al cuerpo. Cantar es recordar el tiempo ido, la juventud pasada, el presente callejero que da gritos de un lado para otro. Es sabido por experiencia que cantar y bailar, aunque sea como sea, ayuda al cerebro y lo lleva por un camino alegre. Eso me encanta. Y yo, aunque no tengo ni un punto en esas investigaciones que tanto ayudan al ser humano, le digo: Lea poemas en voz alta o en voz callada. Estoy segura que también ayuda a la salud, al alma y nos permite conocer a poetas que alzan su voz hermosa y en poesía cuentan lo que quieren, lo que piensan y lo que sienten.

He estado leyendo "Animal Sagrado", de la poeta mocana Sally Rodríguez, y he sentido el corazón gozoso: "Se sumerge la noche /en las alas marinas. /El infinito recuerdo refresca la soledad. /Blandamente me llega/el recuerdo lejano/de los pequeños pies/que descubren jardines/y que ascienden montañas de flores moradas. /Andando entre las hojas/me humedece su olor/me desato en verdores/ y surjo de nuevo. /Me acuesto en la tierra/para que la luz me abrace/mi cuerpo triste llora". Ya usted me dirá mi querido lector, mi estimada lectora, si este poema "Recuerdos" no es para sentarse en el balcón una mecedora, en el patio o en la galería y leerlo en voz alta, y saber que deja en su mente un momento sagrado que le aliviará la salud.

Si quieres poemas románticos, vuelve a leer a José Ángel Buesa: "A veces me pregunto donde estarás ahora/después de tantas noches sin tu mano en la mía/ noches de abrir un libro para esperar la aurora/noches de largo viento por la calle vacía. /A veces me pregunto si hay alguien que te espera/alguien que no conoces, que pasa y te saluda; /y como siempre vistes de negro en primavera/no sé si tus vecinas pensarán que eres viuda. /A veces me imagino cómo serán las cosas/ que te son familiares: tu jardín, tu ventana/el búcaro en la mesa para poner las rosas/y un triste desayuno sin mí cada mañana." Los poemas de este inolvidable poeta cubano se deben acompañar de un cafecito caliente, de una cerveza fría o de un traguito de ron.

Y si le interesa que le suba la bilirrubina, léase "La Piara" de Pastor De Moya, un escritor que le dejará un trabajo permanente y con el que continuará la búsqueda de razones y deseos movedizos: "...Así vagó por este mundo la reina desteñida. /La de la frente machacada y los ojos como ríos/ La que busca entre las piernas un animal perdido..."A Pastor hay que leerlo con calma y atardeceres rojos.Y comparta a Carmen Sánchez: "Una vez más/ intento cerrarme a la tristeza/ pero ella siempre llega acompañada/ y vence…"

Y como ve, la lectura en voz alta le acariciará el cerebro, los huesos, las nalgas y la piel y será buen remedio para dar dos chancletazos al Alzheimer y al Parkinson. Cante, baile y lea poemas.

Denver, Colorado

"Se sumerge la noche en las alas marinas. 

El infinito recuerdo refresca la soledad. 

Blandamente me llega el recuerdo lejano de los pequeños pies que descubren jardines y que ascienden montañas de flores moradas."