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Familia de ciempiés y acordeones

Cuando escuché decir a un profesional de la conducta que un adolescente provenía de una familia de acordeón y que otro venía de una de ciempiés, me dio risa. ¿Y qué es esto? Las de ciempiés son aquellas en que el padre tiene más de una mujer y, por supuesto, varios hijos. Hoy visita una, mañana otra, y los hijos no saben cuándo el padre estará presente para ayudarle a hacer las tareas, para apoyarlo o corregirlo. En la familia de acordeón sucede algo parecido, pero aquí el padre tiene una sola familia y por razones de trabajo se ausenta con frecuencia del hogar. En ambos casos, no hay padre permanente y la madre debe arreglárselas como pueda.

Charlando con un grupo de adolescentes tuve la oportunidad de aprender algo sobre la visión que tienen de la paternidad. Les pregunté cuántos de ellos tenían padres y todos levantaron la mano. Al preguntarles cuántos de ellos tenían contactos permanentes con el padre, solo algunos levantaron la mano. Incluso hay muchas familias, si es que así se les puede llamar, en que los hijos nacen y crecen sin conocer a su progenitor. El número de madres solteras y abandonadas crece día a día. Es preciso distinguir entre una madre divorciada, otra viuda y las solteras que han tenido sus hijos sin que ellos sepan quién es su padre. A lo largo de la historia, muchos padres han sido el eslabón más débil de la cadena familiar. Así es un actor impalpable, oscuro, que cuando aparece en el "hogar" suele tener un segundo plano. Hasta en las familias bien-avenidas, el progenitor se relaciona esporádicamente y desde la distancia.

En el caso del varón, la imagen del padre es muy importante a la hora de aprender y de controlar impulsos agresivos. Ante los hijos sin padre se alza un mundo colmado de retos y amenazas. Esto no quiere decir que las mujeres que crían y educan solas a sus hijos, estos estén destinados a tener problemas. La razón es que la estampa paterna se construye en la mente de los niños, no solo en rastros del progenitor, sino también de atributos de otros hombres importantes en su infancia. Imagínese los parámetros de violencia, de los que se dicen triunfadores y han llegado a la fama por medios oscuros, ilícitos, ilegales, con toda una carga de ausencia paterna, este es un denominador común que aflige a muchos jóvenes.

No solo la pobreza o la falta de trabajo hacen causa común para engendrar violencia. Pregunte en nuestros barrios marginados cuántos de esos muchachos conocen y tienen contacto permanente con su padre. Esas familias ciempiés o de acordeón no engendran nada bueno. Por eso hoy no tenemos una sociedad educada, con la mayoría de los adolescentes con buen comportamiento y una sólida personalidad. Pero habrá que pensar también si ese padre que está en la casa es una persona preocupada por el bienestar de sus hijos o si con su conducta negativa va dando algo desafortunado que envíe a los adolescentes a constituirse en delincuente.

Por eso escribí el libro "Cartas a mi nieto", pensando en esos muchachos. Gracias a Dios, mi nieto tiene un buen padre.

Denver, Colorado

No solo la pobreza o la falta de trabajo hacen causa común para engendrar violencia. Pregunte en nuestros barrios marginados cuántos de esos muchachos conocen y tiene contacto permanente con su padre. Esas familia ciempiés o de acordeón, no engendran nada bueno.