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Moca de mi corazón

Venir a Moca, desde Denver, Colorado, es como si todas las flores de primavera florecieran en mi alma. Caminar por Guanábano, Jamao, Juan López, Villa Trina, San Víctor, El Caimito, El Corozo, Guaucí, La Rosa, El Higuerito, Las Lagunas, Ortega, Canca la Reina y por todas sus calles (desproporcionadas de vehículos de lujo, motores escandalosos y carros que van por vía contraria) es un recuerdo hermoso, una admiración de ricos y un cuidado permanente para cruzar una calle. Sin embargo, Moca, es Moca, Ciudad del Viaducto, canción que escucha y vibra en nuestro corazón.

Yuca, plátanos, yautía, guineos, guandules, ñame, habichuelas, naranjas, limones agrios y dulces, lechosas, lechugas, tomates, berenjenas, ajíes, repollo, café mocano, el mejor de todos, es saborear el cielo y saber que los mocanos pueden alimentarse bien y comer hasta la saciedad. ¿Y qué decir del pan de agua, de las galletas de mantecas, de las de suspiritos, del dulce borracho, mantecados, dulces de coco, de lechosa en almíbar y cientos de cositas sabrosas que dejan a los mocanos como inspiración de boca para que Dios y la virgen del Rosario los saboreen?

Moca ha cambiado, es cierto, para bien y para mal, como todo el país, aun así, con los contratiempos que se nos puedan presentar, cerrar los ojos, la boca y los oídos y ver solo las maravillas que tiene este pueblo donde nacimos, nos criamos y estudiamos los que hoy vivimos lejos de allí, es un regalo que nos da la vida. Y la nostalgia nos arropa cuando dejamos ese pueblo y lo llevamos envuelto en recuerdos cariñosos. Es que ser mocano es una delicia, un prestigio, una emoción y una condecoración por haber nacido en aquel lugar histórico y luchador por la libertad y la democracia.

La Asociación de Mocanos Residentes en la Capital se ocupa de Moca, lucha por ella, la protege y la ama. El Templo de la Fama de la Provincia Espaillat reconoce el trabajo exitoso de muchos mocanos que han empleado su vida en las mejores causas, que son personajes destacados por el día a día en que han vivido. Por eso, los mocanos, como el mejor café, somos secos, sacudíos y medíos, por mejor cajón. Moca, como dice en su canción Papito Ramírez, "Moca, pedazo de cielo, aquí entre tus palmas de mecen airosos laureles de amor..."

Mis recuerdos de mi pequeña patria son y continúan siendo algo muy importante en mi vida. Cierro los ojos y miro a Sor Francisca y a la señorita Virginia alfabetizándome junto a Violeta Guzmán, Mery Collado, Francette Calac sentadas en el mismo pupitre y otras niñas que junto a nosotras aprendieron a leer y a escribir, en aquel Colegio María Auxiliadora que estaba en lo que fue una vez la escuela de Agricultura y hoy el barrio Don Bosco. Aprender las vocales: A, E, I, O, U, fue, en esa infancia de tan pocos años, la alegría de una niña que comenzó a leer el periódico El Caribe, que era el que día a día llegaba a mi casa. La Primera Comunión, cuya foto conservo me hizo creer en un Dios que ha continuado para siempre en mi alma.

Moca de mi corazón, continúas siendo algo muy bueno y delicioso que tengo en la vida.

Mis recuerdos de mi pequeña patria son y continúan siendo algo muy importante en mi vida.