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Las marcas emocionales son inolvidables

Siguiendo las afirmaciones, los descubrimientos y las experiencias de Luis Rojas Marcos, en su libro “ERES TU MEMORIA”, hay un espacio en el que habla de las fuertes experiencias que llevamos para siempre en nuestra vida. Cuenta que las agresiones cuando niños se recordarán como si hubieran sido ayer y formarán parte de nuestra personalidad. Un niño o una niña golpeados por sus padres llegará a ser un adulto violento o por el temor a la violencia se hará miedoso, no le gustará dar opiniones y hasta podrá fallar en sus clases escolares. Esas cargas negativas de agresión e insultos les serán inolvidables.

Desde niño se aprende a tener situaciones concretas, y si alguna vez se trata de amenazas reales, el aprendizaje se acondiciona con momentos artificiales. Existen experiencias que los llevan hasta el punto de guiarse sin reaccionar sus actitudes y conductas. Se aprende de la experiencia violenta en forma de presentimiento, de corazonadas sin razonamiento lógico, lo cual los empuja a comportarse de una forma determinada ante una situación parecida. Si al llegar a adultos se proponen metas inalcanzables, llega un momento en que su memoria acumula y recuerda las terribles decepciones que sufrió cuando pequeño. Esto los impulsa a responder ante retos futuros con desinterés, con derrotismo, o con el típico “para qué intentarlo”.

Dice este psiquiatra que el exceso de actividad que convierte a este niño en insoportable, aun sin que haya tenido violencia, esconde una energía positiva, y hay que encausarla. “La música amansa las fieras”. Las cuerdas de la guitarra, las teclas del piano o los tambores de las batería, (este último es un ídolo interactivo para un niño que ha padecido la violencia) ayudan a canalizar el exceso de energía, a disfrutar y proteger la autoestima. Si se le encamina por un sendero alejado de los recuerdos negativos, será un adulto correcto y responsable. Así mismo ayuda la pintura, escribir cuentos, tejer, bordar, deportes, aprender idiomas, etc. Sean cuales sean los caminos lejos del maltrato, los llevarán una vida confortable y con grandes momentos de felicidad.

Sentimos que tenemos los pies en la tierra y que nuestras raíces tienen una historia real forjada en sentimientos que crecieron desde que nacimos. Hace unos días, vi por televisión, en un programa en que la FBI cuenta de sus investigaciones, de un par de niños que eran agredidos en lo físico y mental por sus padres y los tenían separados, hasta que un día les dijeron que se marcharan de la casa. Eran adolescentes y no sabían qué hacer ni dónde ir, y se dedicaron a robar, incluyendo armas. La policía los atrapó y los metió en la cárcel, donde viven todavía. ¿Es que los padres no entienden que tienen una gran obligación y que dialogar con sus hijos los llevará a ver el bien y el mal? Por eso, las cargas emocionales negativas son inolvidables. Si uno se pone a analizar la personalidad de los asesinos, de los ladrones, de los sicarios, saldrá a la luz lo que fue su vida cuando niños.