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74 años

El domingo 11 de enero cumplo 74 años. Son muchos, y con ellos he caminado mi vida paso a paso, a veces he tenido que brincar, correr, quedarme parada, cruzar la esquina, mirar la calle, encaramarme en una escalera, bajar de una montaña y otras tantas cosas más. Pero así ha sido mi vida, unas veces feliz y contenta, en otras con la cara seria y los ojos con rabia, otras sonreída viendo los árboles, las flores, las montañas, el sol radiante, la luna encendida, bendiciendo a la Madre Naturaleza y viendo caer la nieve y la lluvia, el frío intenso y el calor sofocante. También he tenido la suerte de tener una hermosa familia y amigos y amigas que me quieren mucho. Entonces, con estos 74 años tengo que darle gracias a ese Dios sincero, solidario y honrado que vive en mi alma y se sienta en mi corazón.

Hay amigas que son de mi edad o me llevan por delante un par de años y no les gusta que diga mi edad. Para ellas eso es un “delito”, sin embargo, yo siento que estos tantos años que cubren mi cuerpo son un regalo del cielo. Es cierto que ahora hago menos cosas que las que hacía años atrás. Ya no camino tanto, no bebo más cerveza, ni mucho vino, ni me doy una jartura de chicharrones y queso frito, me acuesto más temprano, como menos, pero no dejo, ni dejaré nunca, de tomar café al levantarme y después de una siestecita, ni de comer dulces y dulces, frutas una y otra vez y jugos por aquí y por allá. Es decir, que hago unas cosas sí y otras no, y también un poquito de todo con todo.

“Oh, la vida, que cosas tiene la vida…”

Después que trabajé por muchos años, desde que era muy joven, ya estoy “jubilada”. Aún así, tengo otra clase de trabajo: escribo y leo mucho, veo algo de televisión y la critico, unas veces por su bien y en otras ocasiones hasta me río de sus incomodidades. Lo que más me gusta es escuchar los antiguos boleros, merengues y rancheras mexicanas. Ya ven, por estos detalles se dan cuenta de mis tantos años. Aunque siempre recuerdo detalles de mi niñez, de mi adolescencia, de mi juventud y de mis años más adultos y menos viejos.

“Vida, si tuviera cuatro vidas, serían para ti…”

Ahora tengo mucho más de cuatro y se la doy a mi hijo, a mi nieto, al resto de mi familia, a mis amigas y amigos, y a mis queridos lectores y estimadas lectoras.

“Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco y en alto cielo su fondo estrellado… me ha dado el sonido del abecedario, con el las palabras que pienso y declaro: madre, amigo, hermano y luz alumbrado la ruta del alma del que estoy amando, me ha dado la marcha a mis pies cansados, con ellos yo ando playas y desiertos, montañas y llanos y la casa tuya, tu calle y mi patio. Gracias a la vida, me dio el corazón que agita su marcha cuando miro el fruto del cerebro humano, cuando miro al bueno tan lejos del malo, me ha dado la risa y me ha dado el llanto, así yo distingo dicha de quebrantos y los materiales que forman mi canto, el canto de ustedes que es mi propio canto…