Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Lecturas

Gladys, adiós con el corazón

"Que con el alma no puedo, al despedirme de ti mis sentimientos me mueren. Tú serás el pan de mi vida, tu será el bien de mi alma, tú serás el pájaro pinto que alegre canta por la mañana..."

Hermana del alma, sé que te has ido a dormir con la Madre Tierra y subido al cielo de la mano de Dios donde estuvieron esperándote, Henry Segarra, tus hijos, los amigos y las amigas que se habían ido ya, y los revolucionarios que lucharon contigo para tener un país mejor, lleno de respeto a los ciudadanos, cumplimiento sin mancha de las leyes, cuidado a los enfermos y a los pobres que no tienen de qué vivir. Amiga de siempre, aprendí de ti todo lo te dio la vida y con los años lo fui amoldando a la mía. Recuerdo que cuando fui a vivir a Santo Domingo y me cancelaron del trabajo por no ser balaguerista y a ti del tuyo por ser de izquierda, vivimos juntas, pasando por un tiempo que no teníamos ni qué comer, pero eso no era un gran problema para ambas, luchábamos y luchábamos por llegar a nuestras metas.

Recuerdo también con orgullo, la vez que contigo fui por primera vez a la cárcel de La Victoria y allí conocí a cientos de presos políticos, que además de ser torturados y asesinados, luego eran deportados a Francia; y también me enseñaste a luchar por ellos, a ir a los tribunales a defenderlos. Logré su libertad de un par de ellos y eso fue un lujo que tú me diste. Hay muchas cosas que tendría que decir de tu bondad, de tu buen comportamiento, de tu honradez, de tu sonrisa, de tu voz elevada cuando tenías que decirle algo a algún contrario. Aunque diferentes en partidos políticos, éramos respetuosas en nuestro presente y nuestro destino, por eso ahora el pasado de las dos ha sido un poco parecido, pues nunca llegamos a discutir de política.

Ya sé que querías irte, me lo dijiste la última vez que cuando fui a visitarte. Hace algunas semanas que hablamos por teléfono y nos reímos a carcajadas, con la presencia de tu hijo Flavio, por decir que le pediríamos al Señor que nos llevara juntas y abrazadas, ya estábamos "jartas" de una vejez que ya no nos permitía hacer lo que hicimos años atrás. Te fuiste primero, pero estaremos juntas y seguras, disfrutando de las bellezas de un lugar al que le llaman "cielo" (sea lo que sea) pero con nuestras almas y nuestros corazones temblando de alegría.

Querida Gladys, hermana del alma y de mi corazón, de mis sentidos y de mis sentimientos, he llorado tu partida, mucho, muchísimo, aunque sé que siempre quedarás viva en mi vida, tengo que remover hoy día todas nuestras cosas para seguir viviendo sin ti en mi presencia física. Pero no importa, hablaré contigo cada día, como lo hago con mi madre, mi padre, mis abuelos paternos, mi tía Julieta y otros tantos amigos y amigas que ya se han ido, y aunque ya no están junto de mí, siguen presentes. Gladys, no te digo adiós, te digo, hasta siempre...

De seguro que sabes que todo quien te conoció, o solo quién te oyó mencionar, ha elevado sus ojos al cielo para verte marchar de brazos de Dios y miles de ángeles que vinieron a buscarte.

Denver, Colorado