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Inmigración: De la esperanza al desencanto y el temor

Muchos activistas pronostican un aumento de redadas migratorias en hogares, sitios de trabajo y otros lugares bajo el gobierno de Trump.

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Inmigración: De la esperanza al desencanto y el temor
Manifestantes protestan contra las políticas de inmigración del presidente electo Donald Trump en una iglesia de Washington el sábado 14 de enero del 2017. (AP/JOSÉ LUIS MAGAÑA)

WASHINGTON. Del júbilo de hace ocho años se pasó al desencanto y ahora de nuevo al miedo.

La desbordante esperanza con la que los inmigrantes sin permiso de residencia recibieron a Barack Obama al asumir la presidencia en el 2009 ha sido reemplazada por una mezcla de pavor e incertidumbre en la víspera del arribo de Donald Trump a la Casa Blanca.

Trump llega precedido de una feroz campaña en contra de la inmigración ilegal y de promesas de deportar a los 11 millones de inmigrantes con un estatus irregular, de construir un muro a lo largo de toda la frontera con México y de retirar los alivios migratorios que permitieron a más de 750.000 jóvenes permanecer en el país, estudiando y trabajando, pese a que ingresaron al país de forma irregular durante su niñez.

Muchos activistas pronostican un aumento de redadas migratorias en hogares, sitios de trabajo y otros lugares bajo el gobierno de Trump.

“Sabemos que Trump quiere echar a todos los inmigrantes”, declaró el salvadoreño Alfredo Villegas, de 52 años, que vive ilegalmente en el país desde hace 12 años y mantiene a su familia en El Salvador. “Nos preocupa mucho, porque nuestras familias dependen de uno. Hará mucho daño”.

“El plan de deportaciones masivas de Trump para separar familias y seres queridos ha creado miedo entre la comunidad inmigrante”, expresó Cristina Jiménez, directora de United We Dream, que se describe como la organización de inmigrantes jóvenes más grande del país. “Pero no nos ocultaremos en las sombras”, agregó, aludiendo a varias movilizaciones de protesta programadas con motivo de la asunción de Trump el viernes 20 de enero.

Obama se mostró solidario con los inmigrantes sin papeles e intentó sacar adelante una reforma a las leyes de inmigración que regularizase a la mayoría de ellos, pero tropezó con la oposición de una Cámara de Representantes dominada por los republicanos que nunca dio el brazo a torcer. Aplicó las leyes existentes rigurosamente para no ser tildado de blando y terminó deportando a más de 2,5 millones de personas, más que ningún otro presidente.

El legado de Obama, de todos modos, incluye unas órdenes ejecutivas que dejaron en suspenso las deportaciones de cientos de miles de jóvenes traídos al país ilegalmente cuando eran niños. Pero ni siquiera ellos, conocidos como los “dreamers”, o soñadores, pueden sentirse seguros, ya que Trump habló de anular ese beneficio apenas asuma, dejándolos muy vulnerables porque el gobierno tiene sus datos.

“Hay muchas mujeres y niños que tienen miedo”, afirmó la peruana Lenka Mendoza, madre de dos dreamers. “Hay que estar preparados para lo que venga”.

El temor de los inmigrantes sin papeles se ve atenuado a veces por declaraciones del propio Trump y su gente que contradicen lo que se dijo durante la campaña electoral. El magnate, por ejemplo, habló de deportar a todos los extranjeros con un estatus migratorio irregular para luego suavizar su postura y decir que en principio se irían dos o tres millones con antecedentes penales.

Y después de afirmar que anularía la orden ejecutiva que cobija a los dreamers, dio un viro y declaró a la revista Time que su gobierno trataría de buscar la forma de que esos jóvenes permanezcan en el país.

La actitud hacia los dreamers podría ser un primer indicio de si Trump se propone cumplir a cabalidad con sus duras promesas o acepta transar en algunas áreas, forzado por consideraciones prácticas y por el alto costo político que pueden tener varias de sus propuestas.

El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, dijo la semana pasada que su equipo busca con asesores de Trump una solución para los dreamers. Si bien no proporcionó detalles, se expresó en contra de que sean deportados.

La semana pasada, por otro lado, representantes de ambos partidos subieron juntos al podio para impulsar un proyecto de ley que busca extender otros tres años por vía legislativa la protección de la deportación.

Los republicanos Mike Coffman, Ileana Ros-Lehtinen y Carlos Curbelo coincidieron con varios demócratas en describir su propuesta sobre los dreamers como un paso inicial para abordar luego una reforma amplia a las leyes de inmigración.

“Este es el primer paso. Aquí es donde queremos empezar”, dijo Curbelo durante la primera conferencia de prensa en mucho tiempo en que congresistas de ambos partidos hablaron públicamente en la cámara baja en contra deportar a inmigrantes sin autorización.

Mark Krikorian, director del Center for Immigration Studies, dijo a The Associated Press que las perspectivas de que durante el mandato de Trump se apruebe una reforma “son casi nulas” y consideró que una posibilidad un tanto remota sería que los dreamers reciban la residencia legal permanente a cambio de que se obligue a las empresas a corroborar el estatus legal de todo empleado usando una base electrónica de datos del gobierno conocida como e-verify, y se reduzcan las visas otorgadas mediante una lotería y las visas por vínculos familiares.

“Puede que haya algún tipo de acuerdo porque los permisos de trabajo (de los dreamers) irán expirando, y eso podría crear una oportunidad para que el Congreso haga algo”, dijo Krikorian, cuyo instituto busca restringir la inmigración hacia Estados Unidos.

Pero Frank Sharry, presidente de America*s Voice, que defiende los derechos de los inmigrantes irregulares, opina que el costo de regularizar a los dreamers bajo esas condiciones sería demasiado alto y que los demócratas no aceptarían proteger a ese segmento a cambio de medidas que castiguen al resto de la comunidad de inmigrantes sin permiso de residencia.

“Habría millones de personas afectadas”, explicó. “Creo que no vamos a ver un acuerdo de ese tipo” y que Trump revocará las órdenes ejecutivas de Obama, añadió.

“Tenemos que ver si el nuevo gobierno buscará aumentar las deportaciones”, señaló Sharry, quien considera vital movilizarse para resistir las políticas de Trump. “Tenemos una buena oportunidad de limitar el daño que puede hacer si estamos organizados”.

Hizo notar que algunas de las propuestas de Trump deben ser avaladas por el Senado y que las cosas se le pueden complicar a los republicanos si no logran el voto de ocho demócratas para llegar a los 60 necesarios. “Es mucho poder para los demócratas y pueden parar leyes en muchas áreas o al menos demorar lo que (Trump) quiere hacer. El presidente tiene mucho poder con la acción ejecutiva, pero si quiere hacer más, tienen que pasar por el Congreso”.

Para gente como la argentina Alejandra Saucedo, madre de tres dreamers y fundadora de la agrupación DreamersMoms de la Florida, la esperanza es lo último que se pierde y la mujer se consuela pensando que Trump ha dicho que de entrada se enfocará en deportar a los extranjeros sin papeles que han cometido delitos.

“No sabemos nada de este próximo gobierno, pero tenemos mucha esperanza”, manifestó. “Si (Trump) cumple con su palabra se enfocará solamente en los que tienen récord criminal”.

El salvadoreño Villegas, no obstante, no se hace muchas ilusiones.

“Si la cosa se pone muy difícil, nos vamos de Estados Unidos, para eso uno tiene a su país”, señaló. “Si uno se tiene que ir se va y ya. Hay una posibilidad de que me vaya este mismo año”.

Por LUIS ALONSO LUGO, Associated Press

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Luis Alonso Lugo está en Twitter como www.twitter.com./luisalonsolugo

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