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El trato digno y protección del ambiente: pilares fundamentales del futuro de la agricultura

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El trato digno y protección del ambiente: pilares fundamentales del futuro de la agricultura
CARTAGO (Costa Rica). Fotografía del 6 de octubre de 2016, muestra un campo agrícola en la zona de Tierra Blanca de Cartago, al este de San José (Costa Rica). (EFE)

SAN JOSÉ. Un trato más digno a los trabajadores y una mayor protección del medioambiente son dos de los pilares fundamentales para el futuro de la agricultura sostenible en el mundo y que se encuentran en una nueva norma de certificación internacional que busca dar un paso más allá.

El director ejecutivo de la Red de Agricultura Sostenible (RAS), el brasileño André de Freitas, dijo, que la nueva norma de certificación creada por esta organización no gubernamental es “muy ambiciosa”, pero está seguro que representa el camino que se debe seguir.

La RAS, fundada en 1997 y con sede en México, es una coalición de organizaciones conservacionistas sin fines de lucro de América, África, Europa y Asia que promueven la sostenibilidad ambiental y social de las actividades agropecuarias a través del desarrollo de normas de buenas prácticas, certificación y capacitación a productores rurales alrededor del mundo.

“El futuro de la agricultura sostenible es uno donde se respeta más el medio ambiente y se le da un trato más digno a los trabajadores. Ya no es necesario que talemos más bosques y convirtamos otros ecosistemas a la agricultura, ya que hay muchas áreas en el mundo que han sido convertidas, están abandonadas o subutilizadas”, explicó de Freitas.

La nueva norma, la RAS 2017, que entrará en vigor en julio del próximo año para darle tiempo a las fincas de ponerse al día, está creada para ser favorable con el ambiente, los trabajadores, los polinizadores y pretende fortalecer la “agricultura climáticamente inteligente”.

La norma busca que en las fincas se cumplan las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en lo relacionado con el trabajo digno, salario mínimo, y el acceso a las necesidades básicas para los trabajadores como el agua potable y la salud.

Además, garantiza la libertad de asociación de los trabajadores y la negociación colectiva, y prohíbe los tratos discriminatorios, el trabajo forzoso y el trabajo infantil, entre otras cosas.

En cuanto a la “agricultura climáticamente inteligente” el objetivo es que las fincas aumenten su producción de la mano con una mayor capacidad de adaptación al cambio climático y la reducción de gases de efecto invernadero.

La norma también contiene obligaciones puntuales para no talar bosques, no usar organismos genéticamente modificados y para prohibir el uso de cierto tipo de plaguicidas que pueden dañar el medio ambiente, en especial a los polinizadores, parte esencial de la agricultura.

“Hay que aprovechar las áreas que ya existen y no talar más. El futuro de la agricultura sostenible tiene que ser uno donde no hay conversión de los ecosistemas naturales”, declaró Freitas.

El director ejecutivo de la RAS reconoció que los plaguicidas forman parte de la agricultura, pero que los productores deben hacer un esfuerzo para no utilizar los que son dañinos y aplicar más métodos naturales en el manejo de plagas.

La norma identifica 150 plaguicidas prohibidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), así como otros 170 que representan un riesgo para los polinizadores.

Freitas dijo que en Latinoamérica hay “de todo”, desde productores que están trabajando muy bien en todos los puntos de la norma, hasta otros “con mucho camino por delante”.

“La norma es bastante ambiciosa y por eso decimos que es el futuro de la agricultura sostenible. Tomamos una decisión muy consciente de tener norma ambiciosa. La sostenibilidad es el camino y lo más natural es enfocar los temas críticos y avanzar paulatinamente”, comentó de Freitas.

La RAS ha expedido certificados de sostenibilidad a más de 1,2 millones de fincas en 47 países de América, Asia y África, lo que equivale a 3 millones de hectáreas (un tercio en Latinoamérica), donde se siembran 100 tipos de cultivos.

“Los retos son distintos en cada región. Los retos sociales son más en algunas partes del mundo y en otras partes son más los relacionados a los pesticidas”, comentó Freitas.

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