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Los productos transgénicos y su efecto en la salud y el medioambiente

En la actualidad se realizan investigaciones sobre la factibilidad de ingerir alimentos modificados

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Los productos transgénicos y su efecto en la salud y el medioambiente
El consumidor tiene derecho a informarse de lo que compra. (FUENTE EXTERNA)

SANTO DOMINGO. En el año 2010, mientras realizábamos nuestra especialidad en economía y derecho de consumo de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y la Universidad de Castilla La Mancha, Española, la prestigiosa investigadora Ana Carretero, profesora del módulo de seguridad alimentaria, “inoculó” en quien suscribe, una profunda preocupación sobre el tema de los productos transgénicos: aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética, al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas.

La profesora Carretero nos relataba la experiencia española y de la Comunidad Europea, enfocada en los principios de prevención y precaución, los posibles riesgos a la salud de los consumidores, al medio ambiente y la agricultura.

Al margen de si existían en aquel tiempo evidencias científicas que comprobasen la certeza de riesgos a la salud en el consumo de alimentos modificados genéticamente, discutíamos en el aula, entre otros aspectos, del derecho de los consumidores a recibir la información clara, veraz, oportuna y suficiente, sobre qué productos de consumo ofertados, están modificados genéticamente o son considerados orgánicos, para realizar una elección razonada. La preocupación provenía, precisamente, de la inexistente o falta de información en el etiquetado de productos de consumo masivo, derivados de animales que consumen maíz, la soja o soya y trigo modificados genéticamente, tales como, carnes, huevos, leche y sus derivados, lácteos, yogurt, entre otros.

Hasta hoy, la comunidad científica no había probado vinculación, existencia o no de riesgos a la salud humana, al medio ambiente o la agricultura en el consumo, manipulación y utilización, respectivamente, de Organismos Modificados Genéticamente (OMG). Conforme reseña el periódico El País, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina Estadounidense, en un informe difundido en Washington, dice que los transgénicos son igual de sanos que el resto de los alimentos. Detalla, que tampoco ha encontrado pruebas “concluyentes” de que este tipo de variantes agrícolas causen problemas medioambientales. Sí reconoce que la resistencia de los transgénicos a ciertos herbicidas está causando “un problema agrícola de primer orden”, ya que otras plantas e insectos están desarrollando inmunidad a los herbicidas que se usan en los campos de OMG.

Durante más de 15 años, el fundamento teórico y jurídico esbozado para rechazar y aprobar, indistintamente, el consumo y utilización agrícola de los OMG, ha sido el mismo: la falta de evidencias científicas que respalden cualquiera de los criterios. Una clara evidencia de esa resistencia de los ecologistas y ambientalistas está plasmada en legislaciones como la nuestra, específicamente el artículo 74 de la Ley no. 358-05 de Protección al Consumidor, que establece: “Aplicar el principio precautorio para proteger a la población de la entrada de alimentos transgénicos no autorizados, de medicamentos y otras sustancias que no hayan superado el análisis de riesgo y cuyo uso pueda afectar la salud de los humanos y al medio ambiente. Párrafo.- El principio precautorio es un principio general que fue asumido por la Unión Europea para reglamentar el uso de los alimentos genéticamente modificados y que el país debe asumir para proteger a sus ciudadanos”.

Las batallas libradas por expertos en seguridad alimentaria, ecologistas y defensores de los consumidores en Europa, hizo posible que su ordenamiento jurídico comunitario fuera endureciendo las previsiones contra los OMG, aunque fueron cediendo a presiones internacionales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en el transcurso de los años. Sin embargo, tras la lucha de muchos Estados Miembros, de garantizar la coexistencia de cultivos ecológicos para que no fueren contaminados por los transgénicos, y reclamar el derecho de no utilizar OMG en sus países, hace apenas un año, Europa emitió la Directiva 2015/412 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de marzo de 2015, por la que se modifica la Directiva 2001/18/CE en lo que respecta a la posibilidad de que los Estados miembros restrinjan o prohiban el cultivo de OMG en sus territorios; más de 12 Estados.

No tenemos razones para dudar del prestigio de la Academia de Ciencias Estadounidense, pero por las presiones que ejercen los grupos económicos a través de lobistas o cabilderos profesionales a las instituciones regulatorias y democráticas en EE. UU., en este caso la multinacional estadounidense Monsanto, líder mundial en biotecnología y productos transgénicos, prefiero pensar que el estudio es no conclusivo y que no se consideraron los efectos a largo plazo en la salud. En contraste, Francia y Canadá han demostrado por separado, que existe riesgo a la salud y el medio ambiente por los OMG, según estudios citados por la investigadora Ana Carretero, citamos:

1. Un estudio publicado en marzo de 2011 muestra la presencia de diferentes toxinas derivadas de los cultivos transgénicos en la sangre de mujeres, mujeres embarazadas y fetos. El estudio, desarrollado en Quebec (Canadá), determina por ejemplo que la toxina Bt se encontró en un 93% de las muestras de sangre de mujeres embarazadas, en un 80% de las de fetos y en un 69% de las de mujeres no embarazadas. 2. Por lo que respecta al consumo directo, investigadores de la Universidad francesa de Caen han publicado un reciente estudio en la revista “Food and Chemical Toxicology” que indica que las ratas alimentadas durante dos años con una variedad de semilla modificada genéticamente han desarrollado más tumores y han sufrido más daños en hígado y riñones que las ratas del grupo de control alimentadas sin transgénicos. 3. En cuanto al medioambiente, países europeos han evidenciado “pérdida de la biodiversidad por la desaparición de semillas tradicionales, impacto sobre los ecosistemas (desarrollo de resistencia de los insectos a la toxina Bt, aparición de nuevas plagas, impactos negativos en insectos beneficiosos como mariposas y abejas y otros microorganismos del suelo) y contaminación de suelos y aguas subterráneas por el empleo de pesticidas, herbicidas, etc.”

En Estados Unidos, el fuerte sistema capitalista de libre mercado y libre empresa impone en su cultura jurídica la desregulación o autorregulación de ciertos sectores económicos, y en caso de regular, los controles administrativos, autorizaciones y supervisión son blandos. Mientras en la Comunidad Europea, por la diversidad de Estados y culturas jurídicas que coexisten, se hace necesario armonizar las legislaciones nacionales con las comunitarias, lo que hacen un poco más democrático, plural y representativo, tanto los debates como las decisiones que afectan los intereses de los ciudadanos-consumidores.

Fuente: Carretero García, Ana. (2015). Coexistencia, Etiquetado, Control y Restricción o Prohibición del Cultivo de Organismos Modificados Genéticamente en la Unión Europea. Revista CESCO de Derecho de Consumo, 14 (184).

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