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Contrastantes actitudes de europeos hacia migrantes

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Contrastantes actitudes de europeos hacia migrantes
Una madre duerme con sus hijos dentro de una tienda de campaña en un campamento para refugiados en Idomeni, Grecia, el 9 de octubre de 2015. (AP/GIANNIS PAPANIKOS)

MALMOE, SUECIA. Los fatigados viajeros que llegan a la estación de trenes de vidrio y acero de Malmoe coinciden en algo: Es mejor llegar a Suecia que a Dinamarca, que ha limitado sus beneficios a los refugiados.

Pero varios aseguran que Finlandia es mejor todavía.

“Te dan los documentos más rápido”, explica Ghanem, un iraquí de 23 años que al igual que otros que tratan de llegar a Europa no quieren dar su nombre completo. Temen que las autoridades les impidan seguir su camino si los identifican. “Suecia, Alemania... Se toman un año, si no dos”.

Si bien las 28 naciones de la Unión Europea tienen normas comunes en relación con los pedidos de asilo, los beneficios que se les concede una vez que han sido aceptados varían de país en país.

Grecia, punto de entrada a Europa para más de 200.000 migrantes este año, se ha visto tan desbordada que no puede ofrecer servicios básicos como vivienda y comida. Italia tampoco da abasto ante el constante flujo de norafricanos que llegan por mar y en Hungría hay un ambiente tan hostil hacia los migrantes que estos tratan de irse del país lo antes posible.

La mayoría intentan llegar a los países más ricos del norte de Europa, sobre todo Alemania y Suecia, que se esfuerzan por recibirlos con los brazos abiertos. Las autoridades alemanas, no obstante, dicen que a veces la gente llega con expectativas poco realistas.

“Alemania no es un país donde sobra de todo, donde consigues todo lo que quieres”, sostuvo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán Martin Schaefer.

Las normas de la Unión Europea exigen que los estados ofrezcan “un nivel de vida digno” a quienes buscan asilo. Esto incluye vivienda, comida, ropa, dinero para los gastos básicos, acceso a la educación y la salud públicas y un mercado laboral mientras se procesan sus solicitudes, lo que puede tomar un año, si no más.

Pero muchos países no cumplen con esas normas o las aplican de distintas formas.

En Francia, quienes piden asilo pueden trabajar si sus casos no son resueltos en nueve meses. En Alemania pueden trabajar después de tres meses y en Suecia desde el primer día, aunque solo si se considera que es probable que reciban asilo. Gran Bretaña, que no está sujeta a las reglas de asilo de la UE, generalmente no permite trabajar a los refugiados.

La calidad de la vivienda que se ofrece a los solicitantes varía. España tiene centros para refugiados, pero recortes presupuestarios y un aumento en la cantidad de personas que solicitan asilo implica que muchas terminan durmiendo en la calle., según Cristina Manzanedo, de la organización de derechos humanos Pueblos Unidos.

Italia y Francia cuentan asimismo con grandes centros para refugiados, en tanto que Suecia los ubica en departamentos, hostales o cabañas.

A Suecia cada vez le cuesta más ubicar a los refugiados. Más de 80.000 personas pidieron asilo el año pasado en Suecia --la cantidad per cápita más grande de la UE-- y las autoridades esperan cifras similares este año. Alemania recibió 200.000 en el 2014 y anticipa que esa cifra se quintuplicará este año.

La mayoría de los países de la UE ofrecen a los refugiados acceso a la educación y los sistemas de salud públicos. El dinero que se les da varía. Algunos dan poco o nada, en tanto que Francia entrega 718 euros mensuales para una familia de seis.

Si bien se habla mucho de los beneficios que ofrece Europa entre los refugiados, hay otros factores atractivos, como el reencuentro con parientes y amigos que ya viven en Europa, la velocidad con que se tramitan las solicitudes de asilo y las perspectivas de que el asilo sea concedido o no.

Por ejemplo, uno de cada cuatro eritreos recibió asilo en Francia en el 2014, mientras que Suecia aceptó casi todas las solicitudes. En el caso de los iraquíes, Grecia aprueba el 14% de las solicitudes y Francia el 94%, según el Consejo Europeo para Refugiados y Exiliados. En el caso de los sirios, considerados los más vulnerables, se aprueba el 95% de las solicitudes de asilo en toda la UE.

A menudo la gente tiene un destino en mente cuando se va de su país e intenta evitar pedir asilo en el primer país que pisa, como requiere la UE.

Hace pocas semanas cientos de personas se negaron a que se les tomasen las huellas digitales en Dinamarca, iniciando así el trámite de asilo, y siguieron camino a Suecia. La policía danesa intentó impedírselo, pero cedió al ver la cantidad de gente que había.

“Si te quedas como refugiado en Dinamarca, te tratan como si fueses un problema”, expresó Annika Holm Nielsen, una danesa de 24 años que llevó a una docena de personas a Suecia en su velero.

El gobierno derechista de Dinamarca está tratando de desalentar los pedidos de asilo. Hace poco publicó un aviso en diarios libaneses en el que decía que los beneficios para los refugiados habían sido reducidos en un 50% y que tomaba al menos cinco años obtener un permiso de residencia en Dinamarca.

Suecia, en cambio, ha decidido hacer honor a su fama de país humanitario que recibe a quienes le escapan a la guerra y la persecución.

La Oficina Migratoria sueca a veces usa el hashtag #refugeeswelcome en su cuenta oficial de Twitter y un grupo de policías, en una iniciativa privada, difundió un video que fue visto medio millón de veces en Facebook en el que aseguran que los migrantes y refugiados serán tratados con respeto y dignidad.

No está claro hasta cuándo los países más proclives a aceptar refugiados seguirán haciéndolo. Alemania volvió a aplicar temporalmente controles fronterizos para reducir la cantidad de migrantes que llegan de Austria. Y los Demócratas Suecos, que se oponen a la inmigración y eran considerados tan radicales que no podían incidir en la política nacional, obtuvieron el 13% de los votos en elecciones parlamentarias el año pasado y actualmente su apoyo llega al 20% en algunas encuestas.

Eso le importa poco a Hassan Noor, quien llegó recientemente a la ciudad sueca de Malmoe tras pasar por Grecia, Bulgaria, Hungría, Austria, Alemania y Dinamarca. Este somalí de 20 años burló las autoridades a lo largo del recorrido, decidido a llegar a Suecia.

“Aquí no tengo miedo”, dijo jubiloso mientras recibía unas galletitas que repartía un voluntario en un centro de refugiados. “Hoy soy la persona más feliz del mundo”.

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En este despacho colaboraron los periodistas de la Associated Press David Keyton (desde Malmoe, Suecia), David Rising (Berlín), Elena Becatoros (Atenas), Alan Clendenning (Madrid), Danica Kirka (Londres), Elaine Ganley (París) y Frances D’Emilio (Rome).

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