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El mundo despide a Shimon Peres, pero no a sus sueños de paz

Peres, que murió por un accidente vascular cerebral, era el último sobreviviente de los tres galardonados con el Nobel de la Paz en 1994 que recompensó su implicación en el primer acuerdo de Oslo.

JERUSALÉN. El presidente estadounidense, Barack Obama, y decenas de dirigentes del mundo entero rindieron este viernes en Jerusalén un último homenaje al ex presidente israelí Shimon Peres, con la esperanza de que perduren sus sueños de paz.

El féretro con los restos mortales de Peres fue enterrado hacia el mediodía en el cementerio del monte Herzl de Jerusalén, a unos metros de donde reposa otro Nobel de la Paz, Yitzhak Rabin, el primer ministro asesinado por un judío extremista.

Las exequias de Peres, fallecido el miércoles a los 93 años, fueron un vibrante homenaje a uno de los fundadores del Estado de Israel e impulsor de los acuerdos de Oslo que debían allanar el camino a la paz con los palestinos y los árabes.

La presencia de Obama, de sus homólogos francés y alemán, del príncipe Carlos, del rey de España e incluso del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, dan cuenta del inmenso respeto hacia Peres, con 70 años de carrera política, en todos los puestos, de Primer ministro a ministro de Defensa, de Relaciones Exteriores o Presidente.

En su elogio fúnebre, Obama saludó un hombre que trabajó con nueve presidentes estadounidenses antes de él y que le recordaba otros “gigantes del siglo XX”, como “Nelson Mandela” o “mujeres como su majestad la reina Isabel” de Inglaterra.

Un sueño sin realizar

Pero Obama comenzó sus palabras, que escuchaban Mahmud Abas y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sentados en la primera fila, con la constatación de que la paz por la que soñaba Peres sigue siendo una “tarea inacabada”.

Peres estaba convencido que la seguridad a la que aspira Israel pasa por la paz con los árabes y los palestinos, y la creación de un Estado palestino, dijo Obama.

“Por supuesto (...) sabemos que Shimon nunca vio concretado su sueño de paz”, agregó, cuando la perspectiva de la independencia palestina parece más alejada que nunca.

Obama no ahondó y concluyó en hebreo con un “Toda raba haver iakar” (”gracias, querido amigo”).

Antes que Obama, Netanyahu había saludado en Peres un “gran hombre” para Israel y para el mundo, afirmando no obstante que la seguridad pasaba antes de la paz.

“Sus detractores le reprocharon seguido ser un soñador ingenuo y exageradamente optimista”, dijo el expresidente Bill Clinton, que presidió en 1993 el histórico estrechón de manos de los enemigos israelí y palestino.

“Estaban equivocados sólo en lo que concierne la ingenuidad. Sabía exactamente lo que hacía al ser exageradamente optimista”, agregó, emocionado el que hace 21 años asistió en el mismo lugar al entierro de “otro amigo”, Yitzhak Rabin.

El “sueño” de Peres estuvo presente en todas las intervenciones, que alabaron también su optimismo, su fe en el futuro, la juventud y la innovación, su carisma y su humor.

Sus hijos resucitaron su sagacidad. Uno de sus hijos, Yoni, con tono personal, hizo reír a la multitud relatando lo que su padre le decía: “Para mi elogio fúnebre, empieza diciendo: ‘era muy joven para morir’”.

Peres, que murió por un accidente vascular cerebral, era el último sobreviviente de los tres galardonados con el Nobel de la Paz en 1994 que recompensó su implicación en el primer acuerdo de Oslo. El israelí Yitzhak Rabin, asesinado en 1995, y el palestino Yaser Arafat, fallecido en 2004, fueron los otros dos premiados.

El acuerdo sentaba las bases de una autonomía palestina y ofrecía una esperanza, hoy bien lejana, de resolver el conflicto israelo-palestino.

Estrechón de manos de Abas y Netanyahu

Pero a pesar de Oslo y de la conversión a la paz de este antiguo halcón, los palestinos tienen una imagen más negra del que fue instigador de la colonización judía y hombre de la guerra y la ocupación.

No se sabía si Abas asistiría a los funerales. Fue necesario el fallecimiento del que había negociado los acuerdos de Oslo para que Abas efectuara su primera aparición pública en Jerusalén en años, lo que lo expone a las críticas de los palestinos.

Al llegar, Abas estrechó la mano de Netanyahu, con quien discutió brevemente. Los dos dirigentes no se reúnen desde 2010.

Al participar en las exequias, Abas “traiciona la sangre palestina derramada”, denunció Hamas en un comunicado. En la franja de Gaza, dirigida por el movimiento islamista palestino, decenas de militantes quemaron banderas israelíes, así como retratos de Netanyahu, de Peres y de Barack Obama.

Para los israelíes, Peres era más bien el último sobreviviente de la generación de los padres fundadores del Estado de Israel. Se había convertido en su país en una personalidad ampliamente consensual, considerado un sabio de la nación.

Unas 50.000 personas visitaron el féretro el jueves para rendirle homenaje.

por Daphne ROUSSEAU Jerome CARTILLIER