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El nuevo enviado de la ONU para Libia habla de solución “en días”

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El nuevo enviado de la ONU para Libia habla de solución “en días”
El enviado especial de la ONU a Libia Martin Kobler habla durante una conferencia de prensa.

TRÍPOLI. Apremiado por el avance del yihadismo y el hundimiento de la economía, el nuevo enviado de la ONU para Libia, Martín Kobler, inició este fin de semana su labor de mediación con una meta declarada: lograr que ambas partes retomen el diálogo “en cuestión de días”.

Un objetivo ambicioso que, a juzgar por las declaraciones de los dos gobiernos rivales tras la primera reunión sobre el terreno, puede gestarse a lo largo de las próximas semanas.

“Tratamos de construir lazos de confianza con (su predecesor) Bernardino León, como primer paso para encontrar una verdadera solución, pero nos sorprendió en la fase final, nos hizo sentir que no estaba buscando una solución”, dijo hoy a Efe el vicepresidente del Congreso Nacional General (CNG, Parlamento de Trípoli), Iyad Abdel Sadek.

“Tenemos derecho a saber y obtener explicaciones sobre todas las infiltraciones, su impacto sobre el diálogo y sus resultados. Por ello hemos escrito una carta a la ONU”, explicó.

Abdel Sadek precisó, sin embargo, que eso no significa que el proceso de diálogo sea un “proyecto fracasado. La voluntad es el dialogo”, recalcó.

A este respecto, insistió en el deseo de trabajar “con confianza” con Kobler, compartiendo la esperanza de hallar una solución “en los próximos días o semanas como dijo el emisario” durante su visita el domingo a la capital libia.

Ese responsable explicó que el diplomático, que se reunió con el presidente del CNG, Nuri Abu Sahmein, abordó varios puntos, incluida la continuidad del diálogo libio y del plan propuesto hace unos meses por Bernardino León.

El diálogo “es nuestro camino y deben existir soluciones para satisfacer a los libios. Pero eso no significa empezar todo de nuevo”, ya que destacó que ha habido “un gran esfuerzo que duró un año de negociaciones”.

Una voluntad de reconducir las negociaciones que fue transmitida también por los responsables del Parlamento en Tobruk, gobierno considerado legítimo en Libia hasta que el pasado 20 de octubre concluyera su mandato.

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Infografía
El nuevo enviado especial de la ONU para Libia, Martin Klober (I), viajó el pasado sábado 21 de noviembre 2015 a Tobruk donde se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores libio, Mohamad Dairi (d). (EFE/JAVIER MARTÍN RODRÍGUEZ)

Klober se reunió allí el sábado con el ministro de Exteriores, Mohamad Dairi, y con el vicepresidente del Parlamento, Hamid Homa, quienes igualmente le transmitieron el deseo de seguir adelante en la búsqueda de una solución dialogada.

Ambos le advirtieron, no obstante, que la sensación mayoritaria en el seno del llamado Congreso de los Diputados es que la propuesta presentada por su predecesor debe ser “ampliamente revisada”.

León fue duramente criticado por el gobierno de Trípoli durante sus últimos meses de gestión, especialmente después de que este descubriera que había decidido negociar a sus espaldas con algunos líderes políticos y señores de la guerra del oeste del país, afines al CNG.

Esa decisión llevó a Trípoli a desmarcarse en julio del plan de paz presentado por León, que incluía la formación de un gobierno de unidad transitorio, secundado por una especie de Consejo de Estado, que debía convocar nuevas elecciones.

Desde entonces, el CNG desconfío del enviado, al que acusó de no ser un mediador honesto y de trabajar siempre en favor del entonces gobierno internacionalmente reconocido de Tobruk.

Las acusaciones terminaron de cobrar forma cuando se anunció que León, poco después de ser relevado, había sido designado jefe de la escuela diplomática de Emiratos Árabes Unidos (EAU), uno de los países que apoya a Tobruk.

León se granjeó asimismo la desconfianza del propio gobierno de Tobruk, que finalmente no dio el visto bueno a la composición del gobierno de unidad que había presentado.

El viernes, Aisha Tabgay, diputada en Tobruk, también quiso dejar claro que esta cámara no aceptará continuar con el diálogo mientras prosiga el conflicto armado en la ciudad de Bengasi.

La ciudad, segunda en importancia de Libia, es víctima desde hace más de un año y medio de un conflicto armado entre las fuerzas afines a Tobruk, que la asedian, y las milicias islamistas leales a Trípoli, que la defienden.

El enfrentamiento arrancó en mayo de 2014 cuando unidas al mando del general Jalifa Hafter, un antiguo miembro de la cúpula gadafista convertido en jefe de las Fuerzas Armadas afines a Tobruk, emprendió una ofensiva con el objetivo de conquistarla.

Desde entonces el frente apenas se ha movido, el desplazamiento interno de población civil se ha multiplicado y el espacio vacío ha sido aprovechado por grupos yihadistas para penetrar y hacerse con el control de algunos barrios.

Es precisamente la presencia de Hafter al frente de las fuerzas de Tobruk y su papel en la futura fuerza conjunta la principal reticencia de Trípoli, que exige la dimisión del general.

Así se lo dio a entender a Efe el presidente del comité político del CNG, Idris Abu Fayed, días atrás cuando subrayó que una de las partes más difíciles sería “la formación de un cuadro de mando militar común”, el verdadero desafío de Kobler.

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