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El Papa y el patriarca ruso se reunirán en Cuba para superar el cisma

Aunque esta sólo es la primera toma de contacto, el hecho de que haya acuerdo sobre que ambos líderes aborden la situación política internacional y emitan una declaración conjunta ya es un hito en las turbulentas relaciones entre Roma y Moscú.

MOSCÚ. La Iglesia Ortodoxa Rusa espera que la histórica reunión en Cuba entre el patriarca Kiril y el papa Francisco forje una alianza en la defensa de los cristianos en todo el mundo y ayude a restañar las heridas del centenario cisma entre Occidente y Rusia.

“El tema central de la reunión será la persecución de los cristianos” en Oriente Medio y el norte y centro de África, dijo hoy en rueda de prensa el metropolita Hilarión, jefe del departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia Ortodoxa.

El Patriarcado ruso y el Vaticano se pusieron de acuerdo a la hora de emitir simultáneamente el anuncio del encuentro, que tendrá lugar el 12 de febrero en el aeropuerto de La Habana, donde Francisco hará una breve escala de camino a México.

“Esta reunión será la primera de la historia y una importante etapa en las relaciones entre ambas iglesias”, destacó el número dos de la Iglesia Ortodoxa, cuya influencia en el mundo se ha reforzado desde la llegada al poder en 2000 del presidente ruso, Vladímir Putin.

Ambas partes estaban de acuerdo en que el primer encuentro debía tener lugar en territorio neutral, pero Kiril rechazó que fuera en Europa, escenario de numerosos conflictos que motivaron la “trágica escisión” entre los cristianos del este y el oeste en 1054.

“Mejor que no tenga lugar en el contexto europeo, sino donde el cristianismo se desarrolla activamente como en América Latina, donde los católicos están ampliamente representados, pero también hay fieles ortodoxos”, explicó y añadió que “Cuba, la isla de la libertad”, cumple ese papel.

Aunque esta sólo es la primera toma de contacto, el hecho de que haya acuerdo sobre que ambos líderes aborden la situación política internacional y emitan una declaración conjunta ya es un hito en las turbulentas relaciones entre Roma y Moscú.

La Iglesia Ortodoxa abogó siempre por forjar una alianza con la Católica para defender los valores cristianos y frenar el relativismo moral y las uniones homosexuales, pero la persecución de las minorías cristianas por los yihadistas añadió urgencia al encuentro.

“Los extremistas están cometiendo un auténtico genocidio de la población cristiana, lo que exige medidas urgentes. Hay que dejar a un lado las discrepancias y aunar esfuerzos para salvar a la cristiandad en esas regiones”, señaló Hilarión.

Los ortodoxos culpan a Juan Pablo II de agudizar el cisma al defender a capa y espada a la Iglesia Greco-Católica o Uniata (católicos de rito oriental) en Ucrania, a los que el papa polaco quiso unificar bajo un único patriarcado.

Hilarión destacó que en 1996-1997 se entablaron “intensas negociaciones” para organizar una reunión en Austria entre el entonces patriarca ruso Alexis II y Juan Pablo II, pero éstas no llegaron a buen puerto.

Además del conocido papel de ese pontífice en la caída del comunismo, que le granjeó muchos enemigos en Moscú, y el proselitismo de los misioneros católicos en territorio del Patriarcado ruso, el “principal obstáculo” para dicha reunión han sido siempre los rebeldes uniatas.

Entre las afrentas que aún persisten, Hilarión mencionó la destrucción de las tres diócesis ortodoxas en el oeste de Ucrania, el traslado de su capital de Lvov a Kiev, su insistencia en convertirse en patriarcado, sus misiones de adoctrinamiento en territorio ortodoxo y su apoyo a los cismáticos.

La situación se agravó con “la participación directa” de los sacerdotes uniatas en la revolución que llevó al derrocamiento del presidente ucraniano Víktor Yanukóvich en 2014, “con eslóganes antirrusos y rusófobos”.

“Por ello, lamentablemente, el problema de los uniatas sigue latente, y estos son una herida sangrante que impide la completa normalización de las relaciones entre ambas Iglesias”, dijo.

Los uniatas, supeditados a Roma desde su fundación en el Sínodo celebrado en Brest en 1595, se negaron a colaborar con las autoridades soviéticas, lo que les costó la represión y que sus bienes fueran entregados a la Iglesia Ortodoxa.

Los católicos ucranianos, unos 6 millones, sólo salieron de las catacumbas en 1989, cuando el último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, aprobó una ley de restitución de sus propiedades.

Las relaciones entre ambas iglesias mejoraron considerablemente con la entronización de Benedicto XVI como papa, tras lo que Rusia y la Santa Sede establecieron en 2009 relaciones diplomáticas plenas.

La reunión en La Habana es la culminación de este proceso de acercamiento, aunque Hilarión subrayó que aún no se está “hablando de una posible visita del papa a Rusia”, algo que esperan los más de 600.000 fieles católicos que viven en este país.

“Esperamos que la reunión abra una nueva página en las relaciones entre ambas iglesias”, insistió el número dos ortodoxo.

El papa Francisco ha recibido en dos ocasiones (2013 y 2015) al presidente ruso, un creyente confeso que fue bautizado a escondidas en tiempos soviéticos.

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