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Canoas y refugios cambian el paisaje de los barrios inundados de Asunción

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Canoas y refugios cambian el paisaje de los barrios inundados de Asunción
Un grupo de personas se traslada en un bote por una calle inundada en Asunción, Paraguay. Los refugios improvisados donde se amontonan precarias casas de madera y las canoas para trasladarse por las calles se han convertido en parte de la vida cotidiana en los barrios de Asunción afectados por la crecida del río Paraguay, que ha desplazado de sus hogares a más de 42.000 personas. ( EFE )

ASUNCIÓN. Los refugios improvisados, donde se amontonan precarias casas de madera y canoas para trasladarse por las calles, se han convertido en parte de la vida cotidiana en los barrios de Asunción afectados por la crecida del río Paraguay, que ha desplazado de sus hogares a más de 42.000 personas.

En el Bañado Tacumbú, uno de los barrios ribereños de la capital, el río se ha adentrado hasta apoderarse de calles enteras, donde el agua alcanzó el techo de las casas y por donde es imposible transitar sin una embarcación. Es por eso que los pescadores de la zona, que buscan en el río Paraguay el preciado surubí y otras especies menos nobles, se han reconvertido en taxistas de una ciudad sumergida.

Así ayudan a los vecinos a cruzar el barrio en sus canoas a motor, en las que los niños se trasladan a la escuela y los adultos a sus lugares de trabajo.

Este servicio de transporte supone una fuente de ingresos alternativa en una época en la que, por la crecida del río, no se consiguen capturas de pescado, explicó a Efe Santiago Maciel, representante de la Unión de Pescadores Comerciales y Afines (Unapesca).

Maciel, que nació en el Bañado Tacumbú hace 45 años y vivió siempre en el barrio, aseguró que las crecidas son habituales y se repiten periódicamente desde hace cerca de 16 años, aunque las inundaciones de mayor magnitud se produjeron hace uno, cuando el río rebasó los 7 metros de altura en Asunción y su desborde afectó a unas 200.000 personas en todo el país.

Inundaciones tenemos todos los años. Y la solución que nos dan desde el Gobierno es que nos traslademos a zonas del interior del país, lejos del río. Pero, si somos pescadores, ¿cómo nos van a alejar de nuestra fuente de empleo? Si nos llevan al interior vamos a engrosar las filas de la pobreza”, expresó.

La Municipalidad de Asunción prevé crear una franja costera que discurra paralela al río Paraguay y actúe como dique de contención ante el desbordamiento del río.

Pero para realizar este proyecto, propone el desalojo de los habitantes de los Bañados y su reubicación en viviendas situadas en zonas del Gran Asunción y ciudades del departamento Central, según explican los vecinos.

La alternativa de la reubicación sólo se ha hecho extensiva a unas 110 familias del total de afectados por las inundaciones en Tacumbú, según contó a Efe Patricia Samaniego, que dice llevar dos años refugiada en el cuartel del Regimiento de Infantería 14, un predio militar próximo al Bañado.

El lugar se ha convertido en una pequeña ciudad donde se amontonan casas construidas con chapas de madera, en las que los damnificados por las inundaciones han instalado los muebles y objetos que pudieron rescatar de las aguas.

Samaniego estima que en el refugio viven cerca de 300 familias, y denuncia que las condiciones de vida en el lugar son “insalubres”.

“Yo tengo seis hijos pequeños, que tengo que vigilar cuando están jugando por la cantidad de basura y de agua sucia que hay. No son condiciones para que viva la gente”, aseguró.

Otros habitantes, aunque lamentan la suciedad, dicen que en el refugio están “tranquilos y alejados del agua”, según manifestó a Efe Deolinda Espínola, de 28 años, que hace tres meses se trasladó al recinto militar con su familia, después de que el río irrumpiese en su casa.

“Acá no hay muchos problemas, de vez en cuando hay alguna riña, porque hay mucha gente en poco espacio. Nos han traído víveres y ropa. No puedo quejarme”, afirmó.

Espínola, que trabaja como empleada doméstica en una casa cercana, relató que es la segunda vez que tiene que salir de su hogar, puesto que ya el año pasado tuvo que quedarse en el refugio durante casi nueve meses.

“Pierdes tus muebles, se quema tu heladera, tus cosas se estropean... Vuelves a casa y la encuentras sucia, y cuando parece que has acabado por fin de limpiarla, y estás a punto de arrancar de nuevo, el río vuelve a subir. Es una lucha”, explicó.

Agregó que espera que las autoridades le proporcionen una casa que esté por fin a salvo de las aguas, aunque tenga que mudarse lejos de su barrio y de su ciudad.

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