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Los castigos: No sirven para disciplinar si no están acompañados de otros recursos

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Los castigos: No sirven para disciplinar si no están acompañados de otros recursos

A través del diálogo y el ejemplo puedes dar a tu hijo pautas más efectivas de comportamiento basadas en valores, explica Claudia Simó.

Probablemente más de alguna vez haz pronunciado frases del tipo “¡Si no haces tus tareas, no verás televisión!” o has recurrido al “Tenías que llegar antes de la medianoche, por eso mañana no saldrás con tus amigos.” 

Si te has sentido identificado con estas oraciones, significa que haz utilizado los castigos como un recurso de crianza. Es importante que como padre entiendas que los castigos por si solos no disciplinan. De hecho, si castigas a tu hijo sin dialogar el por qué de éste, nunca adquirirá las herramientas necesarias para auto disciplinarse, lo cual debe ser tu objetivo a lograr con el/ella.

En el proceso de crianza hay ocasiones en que los actos de nuestros hijos deben ser sancionados, considerando que ellos necesitan disciplina y aprender a respetar los límites, para desarrollarse y crecer. 

Cada familia tiene expectativas distintas con los hijos y las estructuras familiares son únicas, es por esto que el cuándo, cómo y por qué penalizar varía de acuerdo a cada familia. 

Es trascendental saber cómo usar esta herramienta para lograr validez y eficacia al sancionar. Por ejemplo, en niños menores de 8 años se debe castigar inmediatamente ha desobedecido o actuado de forma inaceptable para que realmente el castigo cumpla su objetivo. Con los pre y adolescentes (9-18 años) los padres tiene un mayor margen de tiempo entre la acción a sancionar y el castigo, ya que en esta edad el nivel cognoscitivo de los niños es mayor.

Metas que toda familia debería tener es que sus miembros tengan la capacidad de ser solidarios, respetar las individualidades, expresar emociones de manera asertiva y trabajar en equipo.

Las pautas a implementar en los niños para que aprendan a respetar límites y acatar reglas se deben iniciar desde la temprana infancia. Esto no quiere decir que si tus hijos han rebasado esta etapa no tendrán la capacidad de interiorizar nuevos límites y conductas que le faciliten su desenvolvimiento socio afectivo.

No debemos olvidar que de nada nos sirve enunciar y exigir pautas y reglas dentro del hogar si nosotros como padres no damos el ejemplo en nuestro diario vivir respetando a nuestra pareja e hijos, mostrando que se puede educar con firmeza pero con amor y cumpliendo con nuestra palabra y compromisos en todas las dimensiones de nuestra persona. Como dijo nuestro Señor Jesucristo “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.” (1 Corintios 15:33)


Por la Lic. Claudia Simó
Psicopedagoga Especialista en 
Dificultad de Aprendizaje y Modificación de Conducta