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No logran controlarla - II DE II

La extrema derecha francesa. ¿Qué puede hacer la clase política francesa sobre el ascenso de Marine Le Pen?

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No logran controlarla - II DE II
Marine Le Pen, la nueva líder del Frente Nacional francés, desea retirar a Francia del euro y restaurar los controles fronterizos con los países vecinos.
Lo que Le Pen comparte con su padre es ir en contra de lo establecido y el atractivo antieuropeo para la gente común desencantada del amiguismo de la izquierda y de la derecha. En esto ella podría beneficiarse de la afirmación esta semana de Saif al-Islam Gadafi de que el régimen de su padre ayudó a financiar la campaña electoral de Sarkozy. (El Eliseo denegó la declaración, y Gadafi no ofreció ninguna prueba, aunque dijo que lo haría.)

Le Pen desea retirar a Francia del euro y restaurar los controles fronterizos con los países vecinos. Sin embargo ella hábilmente dio un nuevo giro al discurso tóxico de su padre sobre inmigración y el islam. A pesar de que ella todavía desea eliminar la inmigración, dar preferencia a los nacionales franceses para ocupar los puestos de trabajo y reinstaurar la pena de muerte, ella no utiliza un ofensivo tono xenofóbico. Por el contrario se presenta como la defensora de los principios atesorados por los franceses: laïcité (laicismo) y los derechos de la mujer. Cuando ella compara a los musulmanes que recen en las calles de Francia a la ocupación nazi, ella dice que no es un gesto contra el islam sino un esfuerzo por mantener la religión fuera de los lugares públicos. ¿Quién, parece decir, podría estar en desacuerdo?

Parece que cada vez son menos los que lo hacen. Esta semana una encuesta de TNS Sofres, encontró que el 38% de los encuestados piensan que el Frente Nacional es un partido patriótico, de derecha tradicional (en lugar de extremista, xenofóbico), un incremento del 28% que era hace un par de años. Sarkozy dijo que su partido despedirá a cualquier candidato que trate de hacer pactos electorales con el Frente. Aun así, en elecciones de dos vueltas en los cantones franceses, el 20 y el 27 de marzo, el Frente Nacional podría llegar a la segunda vuelta en unos 200 de los 2,000 distritos electorales, no solo en el sur, su sede tradicional, sino en los viejos pueblos industriales del norte y los distritos rurales también. Ya no se trata solo de un partido de oposición, el Frente está tratando de gobernar.

¿Qué puede hacer la dirigencia política? En el pasado, Sarkozy trató de acercarse a los votantes de extrema derecha con un discurso cifrado sobre inmigración, declaró que "si a alguien no le gusta Francia, debe abandonarla". En el 2007 esto favoreció el voto del Sr. Le Pen, que le mantuvo fuera de la segunda vuelta. Sarkozy ha mantenido el curso, creó un ministerio de identidad nacional (que duró poco), fortaleció las leyes de inmigración y ciudadanía, prohibió el burka y cerró los campamentos Roma.

Este enfoque parece haber caducado. En lugar de quitarle votos a la extrema derecha, Sarkozy parecería que les está dando apoyo. Veamos por ejemplo un plan para un "debate nacional" en Francia el 5 de abril sobre laïcité. Muy parecido a otro debate sobre "identidad nacional" de hace dos años, se parece más a una jugada electoral que a un esfuerzo serio para reflexionar sobre el lugar del islam en Francia. Sus propios votantes presienten que es oportunismo. Los musulmanes se sienten estigmatizados. El asesor de "diversidad" de Sarkozy, Abderrahmane Dahmane, fue despedido la semana pasada después que hizo un llamado a los musulmanes a no renovar su afiliación al partido de gobierno a menos que se suspendiera el debate. Claude Guéant, el ministro de interior, tuvo que ir a la mezquita en Paris para aquietar los ánimos. Entretanto el Frente Nacional calladamente cosecha los beneficios.

Sarkozy está acorralado. Si evita el tema, deja la puerta abierta para el Frente Nacional. Si continúa batiéndolo, les hace el trabajo. En cuanto a los socialistas, que deberían estar explotando la impopularidad de Sarkozy, solo lucen expuestos y desprevenidos. En el pasado, François Mitterrand, un presidente socialista, dependía del Frente Nacional para dividir a la derecha. Pero la clase trabajadora votante está desertando del burgués Partido Socialista para unirse al Frente tanto como está renunciando del partido de Sarkozy. Y los socialistas todavía no tienen un candidato para las elecciones del 2012. Hay por lo menos cuatro potenciales candidatos serios para la primaria de este otoño, entre ellos Dominique Strauss-Kahn, el jefe del FMI. Esta semana apareció en un documental de televisión para decir que ya había tomado una decisión sobre su postulación... pero que no la revelaría hasta julio.

© 2011 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com