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La Ruta del Chivo: un atractivo turístico

Un recorrido de tres horas trata de educar a la gente sobre el horror de la tiranía de Trujillo

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La Ruta del Chivo: un atractivo turístico
Monumento a los Héroes del 30 de Mayo
SANTO DOMINGO.- El brutal dominio de Rafael Trujillo sobre República Dominicana terminó hace 51 años, cuando el dictador fue abatido a balazos en una carretera, pero sus huellas aun marcan al país y su cultura.

La dictadura de Trujillo, de 1930 a 1961, estuvo entre las más opresivas de América Latina, marcada por masacres de civiles, tortura y asesinatos de disidentes políticos y chocantes actos de culto a su personalidad.

La capital, Santo Domingo, que fue rebautizada por Trujillo como “Ciudad Trujillo” mientras se encontraba en el poder, está marcada por su legado: desde las carreteras y los hoteles que edificó en honor de sí mismo, hasta el monumento que marca el punto donde fue asesinado.

Para muchos dominicanos, sin embargo, la era de Trujillo no es mucho más que una era pasada, y su nombre no es más que una parte de las conversaciones de sus abuelos.

Ahora, una organización turística dominicana está tratando de traer la era de Trujillo a la conciencia moderna. La Ruta del Chivo, con tres horas de duración, está concebida para educar a la gente sobre la tiranía y el miedo bajo los que vivieron los dominicanos, a la vez que a rendir tributo a los hombres y mujeres que se opusieron a su régimen.

“Era un clima de terror”, dijo Edwin Aristy, de Raíces, la agencia que comenzó a ofrecer el recorrido el mes pasado.

Apoyado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y el gobierno dominicano, la ruta es otro paso importante en el intento por acercar a los dominicanos a su pasado, dijo Luisa de Peña Díaz, directora del Museo en Memoria de la Resistencia Dominicana, que rinde tributo a quienes se opusieron a los gobiernos de Trujillo y Joaquín Balaguer, que lo sucedió.

La ruta, que se inició en junio, lleva a los pasajeros a ocho puntos de la ciudad en vehículos bien preservados de los años 50’s y 60’s.

“Queremos que este recorrido sea capaz de mostrarle a la juventud de este país, en especial, lo que fue esa época, para que no repitan los mismos errores”, dijo Aristy.

El recorrido comienza en el Museo en Memoria de la Resistencia Dominicana, de dos pisos, donde el recordatorio más asombroso de la era es un cuarto húmedo y subterráneo que guarda la silla eléctrica en la que muchos disidentes fueron torturados.

“Un país que no es capaz de reflexionar —que nuca tiene una catarsis— es incapaz de aceptar los crímenes como parte de su conciencia pública”, dijo Peña, cuyo padre murió en 1967 por oponerse al gobierno de Balaguer. “Se convierte en un país que no conoce su camino” hacia la democracia.

Las paradas a lo largo de la ruta llevan a los visitantes a monumentos y mausoleos erigidos en honor del movimiento de resistencia, y a los edificios donde Trujillo vivió de manera lujosa.

La biblioteca nacional, por ejemplo, fue una vez su residencia, que incluía un cine, una pista de patinaje, un amplio gimnasio y clósets lo suficientemente espaciosos como para guardar sus 10,000 corbatas y los frutos de sus desenfrenadas compras en Nueva York.

El recorrido concluye en el monumento erigido en la curva de la carretera donde Trujillo murió en un atentado. Aunque varios grupos de la oposición se habían organizado contra él, Trujillo cayó finalmente en un complot que incluía a varios de sus propios hombres.

El complot tuvo la ayuda de la CIA, en un cambio de actitud del gobierno de Estados Unidos, que había apoyado al dictador durante largo tiempo.

La muerte de Trujillo sirvió de inspiración a un famoso merengue, “Mataron al chivo”, en referencia al apodo por el que era conocido, “ El Chivo”. El escritor Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel, utilizó el nombre cuando escribió La fiesta del Chivo, una novela sobre los últimos días de Trujillo. Posteriormente, la obra fue llevada al cine.

El monumento que domina la vista es una perturbadora escultura abstracta que representa a una de las víctimas de la silla eléctrica.

A pesar de su importancia, el monumento es visitado raramente en la actualidad. El estacionamiento está bloqueado por barreras, y allí se acumulan las botellas y las bolsas de plástico.

Para Aristy, este es otro signo de que la memoria colectiva se está desvaneciendo.

“Me temo que hemos llegado a un punto en que debemos rescatar esta época para los jóvenes”, dijo Aristy, “o de lo contario la perderemos”.

Durante su gobierno de 31 años, Trujillo convirtió el país en un monumento a sí mismo, construyendo 37 residencias y creando días de fiesta nacionales para celebrar su cumpleaños y el día en que asumió el gobierno.

Se le erigieron más 1,800 bustos en lugares públicos. Dentro de sus casas y negocios, se esperaba que los dominicanos expusieran la foto de Trujillo y placas con frases tales como “Dios y Trujillo son mi fe”.

También se esperaba que vigilaran a sus vecinos y que delataran cualquier actividad sospechosa. La famosa policía secreta de Trujillo patrullaba las calles en vehículos Volkswagen Beetles negros.

Los inconformes eran encarcelados, secuestrados, torturados y asesinados. En los casos más desaforados de terror público, Trujillo ordenó que los cadáveres de sus opositores fueran paseados por las calles.

La manera en que Trujillo ascendió desde sus humildes orígenes hasta convertirse en la figura central de la historia dominicana, es algo digno de examen, dijo la autora Julia Alvarez. Su novela histórica, En el tiempo de las mariposas, sigue las vidas de las hermanas Mirabal, tres de las cuales fueron asesinadas por oponerse a Trujillo.

“Es importante que conozcamos nuestra historia y examinemos lo que en nuestra cultura y nuestros hábitos cívicos contribuyó a a crear un terreno favorable para estas dictaduras. El no es el primero, y no fue nuestro último (dictador)”, dijo Alvarez, cuya familia escapó de la dictadura de Trujillo hacia Estados Unidos en 1960.

Alvarez dijo que jóvenes dominicanoamericanos leyeron su novela y le dijeron que “no tenían idea”.

“Cualquier manera de llevar la historia viva a las generaciones jóvenes que no la vivieron, pero que han heredado ese legado de malos hábitos de pensamiento y de acción, y de ser ciudadanos, es importante: ya sea una novela, una película, o una ruta”, señaló.

Tomado del Nuevo Herald.