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Berlusconi, un ave fénix con muchos epitafios políticos que busca más batalla

El último de esos supuestos epitafios políticos se escribió el pasado 2 de octubre

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Berlusconi, un ave fénix con muchos epitafios políticos que busca más batalla

SANTO DOMINGO.- Acostumbrado a leer en la prensa sus supuestos epitafios políticos, Silvio Berlusconi nunca se rinde, ni siquiera a sus 77 años, y promete seguir plantando batalla en la vida pública de Italia, a pesar de un último golpe, de los más duros, que le deja fuera del Parlamento italiano.

Ave fénix que renace de sus cenizas cuando todos le dan por políticamente muerto, el magnate italiano no renuncia a la faceta de su vida que, desde hace dos décadas, le ha convertido en uno de los mandatarios más populares del mundo, idolatrado por unos y odiado por otros.

La retirada en esta semana de su escaño del Senado, en aplicación de la llamada "ley Severino" por su condena en firme a 4 años de prisión por fraude fiscal, supone, sin duda, un trance complicado para alguien al que le gusta acudir a las contiendas electorales en busca del refrendo popular a su "personalísima" figura política.

Nunca como hasta ahora, Berlusconi había sentido el peso de la Justicia y sus consecuencias políticas sobre sus hombros, pero, a pesar de todo, de que cada vez su liderazgo en el centroderecha italiano está más cuestionado, no tira la toalla, una advertencia que, visto lo ocurrido en otras ocasiones, no hay que ignorar.

El último de esos supuestos epitafios políticos se escribió el pasado 2 de octubre, cuando terminó volviéndose en su contra la iniciativa que había perpetrado días antes junto a los radicales de su partido abriendo una crisis de Gobierno destinada a presionar al Partido Demócrata (PD) del primer ministro, Enrico Letta.

Berlusconi quería evitar que continuara el proceso para su expulsión del Senado, pero todo se volvió en su contra cuando su "delfín político" y viceprimer ministro, Angelino Alfano, se reincorporó al Gobierno tras la dimisión a la que fueron "invitados" él y otros cuatro ministros, y mostró su apoyo a Letta.

Entonces, "il Cavaliere" quedó en evidencia y tuvo que dar marcha atrás para evitar una ruptura en directo de su partido, pero días después supo retomar el timón como presidente de la formación, anunciando su disolución para refundarse en Forza Italia y obligar así a Alfano y a los moderados a la escisión.

Letta dio, incluso, por acabada "la era Berlusconi" en la política italiana el pasado 6 de octubre, pero lo cierto es que hoy Berlusconi sigue condicionando la vida pública de Italia, como líder, aunque desde fuera del Parlamento, del principal partido de centroderecha, de nuevo llamado Forza Italia.

A pesar de que éste es el más reciente y el que parecía casi definitivo, sobre Berlusconi se han escrito otros epitafios que él ha sabido tachar, como el que le llevó a dimitir como primer ministro en noviembre de 2011 en medio de una cada vez mayor presión de los mercados sobre la deuda de Italia.

Como ha asegurado recientemente, dio un paso atrás por responsabilidad y decidió mantenerse al margen de la vida pública, mientras el tecnócrata Mario Monti intentaba devolver la confianza internacional al país y aprobaba leyes como la "Severino", contra los parlamentarios condenados a penas superiores a los dos años de cárcel.

La victoria que sus rivales políticos cantaban entonces, con su promesa de retirada incluida, volvió a tornarse en un nuevo renacer de sus cenizas para Berlusconi, pues lideró a los conservadores en las elecciones generales del pasado febrero y consiguió acortar las distancias con los progresistas, viendo cómo quedaba fuera del Parlamento otro de sus desertores, Gianfranco Fini.

Objetivo del lanzamiento de una estatuilla por parte de un desequilibrado en Milán y de insultos de muchos compatriotas que lo llaman "payaso", Berlusconi sigue ahí, como actor principal de la escena política italiana, inasequible al desaliento, aun con el ensañamiento judicial que denuncia de los magistrados de izquierda.

Y lo hace, a pesar de que para él se avecina una inhabilitación para cargo público, incluso de por vida, pues ésta es una de las penas impuestas en primera instancia por el caso Ruby, otro gran golpe para "il Cavaliere", que con la misma ley que hoy le quita su escaño en el Senado no podrá presentarse a elecciones en los próximos seis años.

Poco antes de que fuera excluido del Senado, advirtió, sin embargo, a sus rivales políticos de que aún no "han ganado definitivamente" la batalla. "Brindan porque han llevado a un adversario, a un enemigo, según dicen algunos, ante un pelotón de ejecución, lo que habían esperado desde hace 20 años.

Por eso hoy están eufóricos (...) Pero no creo que con esto hayan vencido definitivamente al partido de la democracia y la libertad. Nosotros no nos retiraremos a ningún convento", dijo ante sus seguidores. 

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