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Colombia aplaude de pie a Gabriel García Márquez y su obra

"Gabo fue un hombre comprometido con el destino de su país y de América Latina"

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Colombia aplaude de pie a Gabriel García Márquez y su obra
BOGOTA. De pie y con una prolongada ovación, Colombia, representada por las máximas autoridades del Estado, rindió tributo hoy a Gabriel García Márquez, como genio literario y como ser humano, en un acto solemne celebrado en la Catedral Primada de Bogotá.

El presidente Juan Manuel Santos encabezó el acto en memoria del escritor, fallecido el pasado jueves en Ciudad de México, en una catedral repleta de invitados especiales, mientras centenares de personas siguieron la ceremonia desde pantallas gigantes instaladas en la Plaza de Bolívar hasta que cayó un aguacero.

Después de la interpretación del Réquiem en Re Menor de Mozart, a ncargo de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y de la Sociedad Coral Santa Cecilia, Santos pronunció un panegírico en el que exaltó "el alma colombiana" del hombre que supo plasmar "con magia y poseía" al país y al Caribe.

"Y todo nuestro reconocimiento, todo el afecto, todos los homenajes a este hombre gigante que escribió con letras de oro el nombre de Colombia en el panorama mundial", manifestó sobre el Premio Nobel de Literatura de 1982.

Este homenaje sigue al tributado este lunes a García Márquez en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, al que asistió la familia del escritor y estuvo encabezado por Santos y su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto.

En Colombia el homenaje a su escritor más universal continuará mañana con la lectura simultánea de "El coronel no tiene quien le escriba" en bibliotecas y escuelas del país con motivo del Día del libro y el Idioma y con otras actividades en los próximos días.

Pese a que no tenía carácter religioso, el acto de hoy comenzó con una lectura del Evangelio de San Mateo sobre las bienaventuranzas de Jesús, tras lo cual el arzobispo de Bogotá, cardenal Rubén Salazar, habló del novelista, de quien dijo: "nos abrió caminos de humanidad para liberarnos de la injusticia y la violencia para construir la paz".

También a la paz, como homenaje de los colombianos al Nobel fallecido, se refirió el presidente Santos en su intervención.

"Gabo fue un hombre comprometido con el destino de su país y de América Latina, un hombre de profundas convicciones, preocupado por la justicia, por la educación y, muy especialmente, por el logro de la paz", dijo el mandatario.

Santos subrayó que García Márquez "buscó la paz, trabajó por la paz, siempre quiso una Colombia en paz y en su memoria no vamos a claudicar en esta tarea, la más grande que tenemos como nación".

En la catedral, adornada con rosas y mariposas amarillas, estaban presentes los miembros del alto Gobierno, el cuerpo diplomático, los

titulares del Congreso, de las cortes de justicia, personalidades de la economía y la cultura, además de los expresidentes Belisario Betancur (1982-1986), César Gaviria (1990-1994) y Ernesto Samper (1994-1998), todos con una flor amarilla en la solapa.

Santos dijo que el homenaje era para recordar a un hombre de múltiples facetas, al que llamó "nuestro compatriota más admirado".

"Hoy recordamos y rendimos tributo al Gabo literato, al Gabo periodista, al Gabo formador de nuevas generaciones, al Gabo militante de las causas justas, al Gabo vallenato, al Gabo humanitario, al Gabo promotor del cine y más que nada (...) al Gabo cálido y amigo, el mejor amigo de sus amigos", expresó.

Por todas esas razones el jefe de Estado invitó a los presentes a ponerse de pie para brindar un gran aplauso, "que salga del alma y que se oiga en los confines del planeta" al autor de "Cien años de soledad", pero también al ser humano que fue Gabriel García Márquez.

Después de la prolongada ovación, el acto se cerró con un fondo musical de la Orquesta Sinfónica, que pasó de la solemnidad del Réquiem de Mozart a las notas alegres de "La casa en el aire", una

canción vallenata, música típica de la costa atlántica colombiana y una de las preferidas de García Márquez.

Y como el personaje de Mauricio Babilonia en "Cien años de soledad", que estaba siempre rodeado de mariposas amarillas, una nube de éstas pero hechas de papel y disparadas desde dos cañones, envolvió a los asistentes a la salida de la catedral.