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Independencia catalana y una dura realidad

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Independencia catalana y una dura realidad
Un globo decorado con los colores de la bandera estelada de los separatistas catalanes en la plaza central de Vic, pueblo cuyo consejo municipal lo declaró territorio catalán libre. AP
GIRONA, España.- Igual que en tantas ciudades y pueblos de la rica región del noreste de España, las calles de adoquines del barrio medieval de Girona están cubiertas de banderas que promueven la independencia de Cataluña. Algunas tienen también el slogan "Cataluña, un nuevo estado europeo".

Ese concepto precisamente refleja mejor que ninguno el dilema que enfrentan los catalanes separatistas.

Cuando algunos consideran que el sueño separatista parece más cerca que nunca de concretarse, el fervor independentista tropieza con una dura realidad: el impacto económico que tendría esa medida. Pocos se dan cuenta de que esta región de España famosa por su espíritu comercial quedaría aislada de la Unión Europea por años, lo que dificultaría enormemente el intercambio con sus principales socios comerciales. Funcionarios de la Unión Europea dicen que una Cataluña independiente tendría que iniciar el proceso de admisión típico de cualquier nación que desea ser incorporada al bloque.

La masiva manifestación pro independentista del pasado 11 de septiembre en Barcelona y la negativa de Madrid a conceder una especie de soberanía fiscal a la región precipitó la convocatoria de unas elecciones anticipadas, cuando todavía restaban dos años para finalizar la legislatura.

La cita con las urnas del domingo en Cataluña podría servir como barómetro para medir el sentir de la población en torno al proyecto del gobierno regional de realizar un referendo sobre la independencia. Uno de los temas más importantes sobre el tapete es el lugar que tendría una Cataluña independiente en Europa.

Un estudio publicado este mes por el diario El País reveló que menos de la mitad de los 7,5 millones de habitantes de Cataluña apoya la independencia. El porcentaje baja drásticamente al 37% si ello implica quedar afuera de la UE.

Los rigurosos requisitos de admisión en la UE no son el único obstáculo. El tratado de la UE estipula que cualquiera de los 27 estados miembros puede vetar la incorporación de un candidato, lo que implica que España podría frustrar su admisión en represalia por haberse independizado.

"Queremos ser un estado dentro de Europa", expresó Josep Matamala, quien, junto con su amigo Miquel Casals, creó el banderín que combina las aspiraciones de pertenecer a la UE con las barras rojas y amarillas, el triángulo azul y la bandera "estelada" que simboliza la independencia de Cataluña.

El presidente de la región autónoma de Cataluña Artur Mas, quien encabeza la campaña a favor de un Estado propio al margen de España y realiza actos en los que se enarbolan banderas de la UE, dice que confía en que una Cataluña independiente será admitida prontamente en la UE, algo que algunos ven como un exceso de optimismo. En un reciente discurso en Bruselas afirmó que "nunca en su historia Cataluña defraudó a Europa; ahora debemos confiar en que Europa no nos va a defraudar a nosotros".

Hay mucha gente a favor de la independencia que no concibe no ser parte de la UE.

"Supongo que si la mayoría de los catalanes vota por la independencia en el referendo, (la UE) no podrá darnos la espalda", comentó la profesora de música Merce Escarra, de 35 años.

Girona, una de las ciudades más ricas de España, es un ejemplo de lo que los catalanes llaman "seny", o sentido práctico. Refleja el carácter típico de la región, con gente trabajadora y con iniciativa comercial. Pero por estos días, Girona, y el resto de Cataluña, están experimentando más bien la "rauxa", una entusiasmo desbordado que representa el polo opuesto al seny. Y la raíz de ello es el fervor separatista derivado de la crisis económica de España.

En el 2010, Escarra salió en los diarios cuando dijo que el dueño del edificio donde vive le pidió que sacase la bandera "estelada" de su balcón. "Le respondí que tenía el derecho legítimo de protestar y la dejé. Nunca salió de allí desde entonces", relató.

Dos años después, cuesta encontrar un edificio en Girona que no esté cubierto con los colores rojo y amarillo de la bandera catalana o con la bandera "estelada" independentista.

Las razones que da Escarra para apoyar la independencia son las mismas de millones de catalanes. El mensaje que ha calado hondo en tiempos de crisis es que Cataluña se ha empobrecido porque aporta mucho al Estado y recibe poco a cambio.

Lo que es una verdad a medias, según los expertos.

Parte de los impuestos que recaudan 15 de las 17 comunidades autónomas en las que se divide administrativamente España se alojan en un fondo común, que se devuelve a las regiones en función de un principio de solidaridad. Es decir, las regiones más pobres reciben siempre más dinero.

Cataluña es la primera economía del país y supone casi el 20% del PIB de España. El gobierno regional calcula que aporta 16.000 millones de euros (21.000 millones de dólares) más de lo que recupera.

Sin embargo, existen otros mecanismos de financiación autonómica por los que Cataluña ve compensada esa perdida. El único mercado de los catalanes es España. Su comercio con el resto del país le reportó unos beneficios de 22.000 millones de euros (28.345 millones de dólares) en 2011, que compensaron con creces los 16.400 millones (21.130 millones de dólares) de déficit comercial con el extranjero, según cifras del Instituto Nacional de Estadística.

Al mismo tiempo, Cataluña es actualmente la comunidad más endeudada de España. Sólo en 2012 ha tenido que solicitar préstamos al Estado por valor de 11.000 millones de euros (14.170 millones de dólares), porque básicamente no tiene dinero para pagar sus facturas.

En años recientes organizaciones de base proindependentistas han realizado referendos extraoficiales en pueblos de toda Cataluña y alentado a que muchos se declaren "territorios libres de Cataluña".

El simbolismo, sin embargo, es una cosa, y la realidad histórica, económica y política otra.

Cataluña siempre ha sido España. Como parte de la corona de Aragón, se integró en el germen de lo que hoy se conoce como España con el matrimonio entre los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.

El referendo anunciado por Mas si consigue una mayoría suficiente choca frontalmente con la Constitución, que establece que una consulta sobre la propia arquitectura de España debe ser convocada por el gobierno central y votada por el conjunto de los ciudadanos, y no solo una parte.

Por su parte, la comunidad empresarial de Cataluña se mantiene a la expectativa. Aunque destacadas figuras como José Manuel Lara, presidente de la empresa editorial Planeta, dijo que trasladará las oficinas centrales de la firma de Barcelona, a otra ciudad de España si Cataluña se independiza porque quiere seguir basado en Europa.

Ramón Tremosa, parlamentario europeo del partido independentista de Mas, dijo que el destino de Cataluña dependerá de la presión que ejerzan sobre España otras potencias europeas y empresas multinacionales con sede en Cataluña, que seguramente ansían seguir siendo parte del mercado común.

"No concibo que las 4.000 multinacionales (de Cataluña) permitan que las expulsen de la UE, que no se les permita usar el euro ni el movimiento libre de bienes y capitales, no es realista", declaró Tremosa a la Associated Press. "España no podrá impedirlo porque está buscando un rescate financiero".

De sortear todos los obstáculos, expertos en las leyes europeas no están muy seguros acerca del tiempo que le tomaría a Cataluña ser admitida en la UE. "Es un territorio desconocido", manifestó Andreu Olesti, profesor de derecho y economía internacionales de la Universidad de Barcelona.

Nicolás Zambrana, profesor de derecho internacional de la Universidad de Navarra, se muestra pesimista respecto a las posibilidades de una admisión rápida.

"España puede prevenir el regreso de Cataluña a la UE", afirmó.

Tanto la encuesta de El País como otra publicada por el diario de Barcelona La Vanguardia señalan que el partido CiU de Mas a perdido impulso y no ganará demasiado terreno en la votación del domingo, lo que le restaría fuerza para convocar al referendo. El País consultó a 2.500 personas por teléfono entre el 8 y el 15 de noviembre y el margen de error de la encuesta fue de 2,5%.

"No apoyo la independencia porque me parece una pérdida de tiempo. No creo que vaya a cambiar la situación social aquí", declaró John MacKay, un maestro de 54 años de Barcelona.

Y la perspectiva de que un estado catalán independiente se quede afuera de Europa está haciendo que mucha gente se replantee las cosas.

"Me preocupa", expresó Mónica Casares, una mujer de 41 años, con dos hijos, que vive al norte de Barcelona. "España seguramente boicotearía los productos catalanes y tendríamos que pagar más por las exportaciones. Eso sería un problema grave".

Pero Matamala insiste en que la UE está consciente de los beneficios de abrirle las puertas a una Cataluña rica y pujante.

"¿Quién nos va a sacar de Europa?", preguntó Matamala. "Eso me parece inconcebible".