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Una mezcla de cultura de la que aún quedan reflejos

En Sosúa aún residen descendientes de los refugiados judíos que arribaron al país en 1940.

SANTO DOMINGO. El “blanqueo” de la raza, fue una de las razones que llevó a Rafael Leónidas Trujillo, presidente del país en 1940, a otorgar 100 mil visas a los judíos, que huían del régimen de Adolfo Hitler, según explican los historiadores.

Desde ese período, al territorio dominicano continuaban arribando los judíos provenientes de Alemania, Austria, Luxemburgo, Polonia, Checoslovaquia, China y otros lugares del mundo. De acuerdo al libro Sosúa, páginas contra el olvido, entre 1941 y 1944, nacieron 56 niños, descendientes de judíos y algunos de su mezcla con dominicanos.

Aunque no existen datos estadísticos específicos sobre la cantidad de descendientes de esta etnia que queda en Sosúa, algunos estiman que en esta localidad permanecen unas 26 familias descendientes de cerca de 800 refugiados judíos que llegaron al país.

La mezcla de raza se evidenciaba-rememora la historiadora Juli Wellisch- en el Batey, centro de Sosúa, el cual tenía la particularidad de que a los sitios donde sus residentes y visitantes acudían, se encontraban personas hablando alemán o yidis (idioma de los judíos).

“Antes el que visitaba Sosúa se lo encontraba muy extraño porque no había tantos turistas sino que la gente que vivía ahí esos eran los idiomas que hablaban”, subraya la historiadora.

Uno de los aspectos más simbólicos de la existencia de la colonia judía en Sosúa es la Sinagoga, centro religioso construido en 1940, donde ahora una vez al mes un oficiante conduce la ceremonia religiosa, en medio de un pueblo con un estilo de vida más urbano.

“Antes las actividades en la Sinagoga eran muy seguidas. Aunque yo era cristiana solía acompañar a mi esposo Kurt Wellisch, de origen judío a estas ceremonias. Eran muy lindas, recuerdo que las fiestas comenzaban en la Sinagoga, y concluían en el restaurante Oasis, que ya no existe”, rememora Maria Altagracia Miller, de 89 años.

En la Sinagoga, dice Miller, celebraban el Día del Ayuno, del Arrepentimiento, el Año Nuevo judío, Pesa (una cena donde se recordaba cada paso que dieron los judíos para salir de Egipto).

Los colonos judíos tenían libertad para desarrollar sus prácticas religiosas. Un acuerdo firmado en enero de 1940, establecía que República Dominicana garantizaba de acuerdo a la constitución y las leyes, que los colonos y sus descendientes tuvieran la oportunidad de continuar sus vidas y ocupaciones, sin discriminación o persecución.

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