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¡Ah si supieras Jerusalén, si supieras!

Estemos junto a Jesús cuando en su Santa Cena de despedida nos deja en la Sagrada Eucaristía su cuerpo y su sangre; para que jamás nos falte su amor, hasta que nos volvamos a ver…

Sus enemigos más enconados le envidian y le aborrecen; Jesús tiene ante sí el triple ataque de los más crueles adversarios: herodianos, saduceos y fariseos. Los herodianos formaban un partido político adicto a Herodes, y por lo tanto, aparentes amigos del Emperador de Roma. Los saduceos no creen en la resurrección de los muertos; y presentan a Jesús numerosas zancadillas, mientras que los fariseos, con los escribas versados en las Escrituras, son quienes con inmensa maldad imponen al pueblo judío las más perversas obligaciones, jerarquizando, con un código de 613 artículos, las más absurdas obligaciones...

Jesús sale indemne de sus ataques y zancadillas; pero estos terribles enemigos están en su asecho... Jesús exclama "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos farsantes que pagáis el diezmo de la hierba buena, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: el juicio justo, la misericordia infinita y la buena fe...! ¡Guías ciegos coláis al mosquito, y os tragáis el camello! ¡Sepulcros blanqueados por fuera, y por dentro llenos de huesos y de podredumbre!

Retrata Jesús aquellos hombres orgullosos y corrompidos, que le odian a muerte, y hasta allí le llevan: a la muerte en la cruz, el más tremendo e ignominioso castigo de todos los tiempos...

Pero Jesús, antes de partir tiene su Santa Cena, cuyo menú consistía en un Cordero sin mancha, ni defecto alguno, de un año de edad - era el símbolo de Jesús, Cordero de Dios, que con su sangre borraría los pecados del mundo- se prepararían panes ázimos sin levadura; y las hierbas amargas: achicorias, acederas y ajenjo (por las amarguras de la vida...); y como postre, el HAROSET, compuesto de higos secos, avellanas, almendras y frutas parecidas, todas machacadas...

Es allí, en aquel primer cenáculo de la Cristiandad, donde Jesús nos deja su cuerpo y su sangre, por los siglos de los siglos... El alimento que nos sostendrá, hasta llegar de nuevo a El, en la vida eterna...

Y dice Jesús: "El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día..." y desde entonces, y para siempre, por los siglos de los siglos conmemoramos en la Santa Misa tan magno sacrificio.

Al caer de la tarde, en aquel cenáculo, Jesús lavaba los pies, uno por uno a sus discípulos, dando ejemplo humilde en las últimas horas de su vida mortal, del amor y de la lealtad hacia sus hermanos, siendo todos hijos iguales ante Nuestro Padre y Creador.

Terminada la cena, salieron hacia el Monte de los Olivos... Salieron a una noche tenebrosamente oscura, la noche insondablemente negra de la Pasión de Jesús…

Ya lo sabemos, y jamás, nunca jamás en nuestras vidas hemos dejado de llorar por eso; por la muerte de nuestro Jesús en una cruz; Él, el más limpio, noble e inocente de todos los hombres; que a la vez era el Hijo de Dios; y todo por nuestras culpas y por nuestros exacerbados pecados!; fue crucificado entre dos bandidos, en una cruz muy alta, para publicar que era mas culpable y despreciable que a aquellos dos bandoleros: a su derecha, Dimas, el buen ladrón, aunque le decía "Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino"; y a su izquierda, Gestas, el mal ladrón, que entre blasfemias y maldiciones, aún se burla de Jesús...

Me pregunto: ¿Cuál de los dos querríamos ser, Dimas o Gestas...? Yo quisiera ser Dimas, para agarrarme de la mano de Jesús, y jamás soltarla hasta que estemos en su Reino, ¿y tú, querido amigo...?

A Jesús lo han flagelado bárbaramente, en el atrio de la Fortaleza Antoria, la casa oficial del Gobernador Poncio Pilato, mientras que su esposa, Portia, le decía: "Esposo, no te metas con ese justo... he tenido temibles sueños...

Años más tarde sabemos que la vida de Pilatos terminó, olvidado y preterido por el Imperio Romano, en una oscura y lejana Provincia Romana en África...

Pilato lo manda a castigar con el desgaste sangriento de su cuerpo, de manera total, para ver si aquel pueblo de desorbitados tiene compasión de Jesús, pero no, escogen a Barrabás, un asesino, y mandan a Jesús a morir en la cruz: Muerte, la más dolorosa que han inventado los hombres: los clavos desgarraban los pies y las manos, desangrándose continuamente por el peso del cuerpo; debilidad progresiva, una sed abrasadora, por el sol y por la perdida de sangre y de líquidos.

Constricción de los músculos, ahogo por la fatiga, fiebre altísima, inmovilidad por horas y horas, dolores agudísimos con el menor movimiento. Tal vez, ya el tétano ha comenzado a hacer su trabajo? La lengua seca, pegada al paladar, ojitos resecos que ni lágrima tenía, el corazón desbocado en los estertores de la agonía...

Él, amadísimo Jesús, recorrió todos los martirios de nuestra naturaleza humana, por amor, Padre mío, sólo por amor a una humanidad doliente…

Voy corriendo y me pongo, junto a María, Madre de Jesús y Madre de todos los hombres: Nos abrazamos estrechamente: Mírenme -dice nuestra Madre del alma- habrá en este mundo un dolor más grande que el mío... La abrazo estrechamente, queda, quedita, mientras enjugo sus lágrimas, grabamos en nuestras almas, las últimas palabras de nuestro Amadísimo Jesús:

1ra. PALABRA: "Padre mío, perdónalos porque no saben lo que hacen...". Para que nosotros todos, a pesar de las burlas, los insultos y los desprecios, y las soledades, aprendamos a perdonar también.

2da. PALABRA: Palabras de Misericordia: "Hoy estarás conmigo en el paraíso", Para que jamás desconfiemos de su gran amor y de su gran bondad.

3ra. PALABRA: Palabras de regalos y de dádivas, para que nunca te sientas sola: Nuestra Madre María nos acompañará por siempre: "Ahí tienes a tu Madre…". Porque aunque todos nos abandonen, ella jamás nos abandonará.

4ta. PALABRA: Palabra de amorosa queja: "Elí, Elí, lamá sabaktamí..." (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)". Para no sentirnos jamás lejos de Nuestro Padre, y para que jamás abandonemos al que nos necesita...

5ta. PALABRA: Palabras de petición, "Sitio, sitio" (Tengo sed) sed de Jesús, sed de amor, sed de compasión y de misericordia; lo que siempre debemos dar a nuestros hermanos.

6ta. PALABRA: Palabras de Victoria "Todo está terminado..." Para cumplir nuestros destinos en el mundo y con nuestra obediencia y nuestro amor, triunfar como Él...

7ma. PALABRA: Palabra de entrega: Jesús queridísimo vas a morir, y un grito estentóreo sale de tu garganta: "Padre en tus manos encomiendo mi espíritu...".

¡¡Padre en tus manos encomiendo a mis gobernantes, compasivos y misericordiosos llenos de bondad y de auténtica justicia, confórtalos y dale todo el valor con tu inmenso poder...!!

¡¡Padre en tus mansos encomiendo a mi Patria del alma: no permitas su holocausto y su desaparición...!!

¡¡Padre en tus manos encomiendo a mis hijos, a mis hermanos compatriotas y a nuestros sufrientes vecinos hambrientos y sedientos...!!

¡¡Padre en tus manos encomiendo a los que nos insultan y nos difaman con viles mentiras sobre nuestro Ethos o alma nacional...!!

Padre Tú nos conoces, desde antes que nuestras madres nos trajeran al mundo, porque en nuestra dominicanidad, tú nos hiciste tal cual y como somos: alegres y nobles, sencillos y confiados. Por todo eso Padre, danos consuelo, valor y fortaleza, en un silencio de Calvario, en este gólgota que son nuestras vidas, en estos momentos de nuestra historia, e inclinaremos nuestras cabezas en señal de confianza, de amor y sumisión ante tu Divina Voluntad!

Padre, en Tus manos encomendamos nuestros espíritus.

Protégenos, Dios nuestro, que nos refugiemos en Ti glorificando a Jesús con nuestras vidas.