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Respetemos el orden histórico

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Respetemos el orden histórico

Hay acontecimientos -muchas veces fortuitos, causales o casuales- en la vida de un ser humano que lo catapultan a los anales de la historia convirtiéndolo en un icono de trascendental importancia para la sociedad a la que pertenece. Uno de esos seres humanos, cuyos hechos circunstanciales lo convirtieron de la noche a la mañana en un personaje de capital importancia para el país, es el inmortal Francisco Alberto Caamaño Deñó. Este hombre que en cuatro meses y veintiún días, desde el 24 de abril del año 1965 hasta el 3 de septiembre del mismo año, pasó de ser, uno de los oficiales que luchaban por reponer el orden constitucional violado, a ser presidente de la República y un paradigma del patriotismo, no solo del pueblo dominicano, sino, de todo el continente.

Aquel 27 de abril cuando Caamaño se presenta a la embajada norteamericana en aras de buscar apoyo para una salida negociada al conflicto bélico que apuntaba a profundizarse, y por razones explicables, el embajador rechaza la propuesta conciliatoria invitándolo a rendirse de manera incondicional, Caamaño se inmortaliza cuando al salir del despacho le dice al embajador: "Señor Embajador, permítame decirle que seguiremos combatiendo en el puente Duarte suceda lo que suceda". A partir de ese instante la historia lo absolvió estableciéndolo como uno de los dominicanos más decoroso de nuestra y muestra de ello son sus palabras pronunciadas el 3 de septiembre al momento de renunciar como presidente de la República; "porque me dio el pueblo el poder, al pueblo vengo a devolver lo que le pertenece. No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos. Nunca tal vez en la vida de los dominicanos se había luchado con tanta tenacidad contra un enemigo tan superior en número y en armas. Luchamos, sí, con bravura de leyenda, porque íbamos desbrozando con la razón el camino de la Historia. Ante el pueblo dominicano, ante sus dignos representantes que aquí encarnan el Honorable Congreso Nacional, renuncio como Presidente Constitucional de la República. Dios quiera y el pueblo pueda lograrlo, que esta sea la última vez en nuestra historia que un Gobierno legítimo tenga que abandonar el poder bajo la presión de fuerzas nacionales o extranjeras y tengo fe en que así será."

No hay dudas, las circunstancias capitalizadas dignamente por Caamaño lo convirtieron en un personaje de la historia dominicana de colosal importancia. Pienso que ese rol tan extraordinario que jugó en aquellos momentos tan trascendentales y difíciles para el pueblo dominicano, lo hacen merecedor de que sus restos sean trasladados al Panteón Nacional para que descansen en un lugar digno a su investidura.

Sin embargo, hay que decir en aras de que sea respetado el orden histórico, que mientras Caamaño logró su papel histórico producto de circunstancias dadas en un lugar y en un momento determinado hay otro dominicano cuya dimensión estuvo por encima de esas mismas circunstancias y lo prueba el hecho de que voluntariamente le cedió a Caamaño su status jurídico de presidente de la República Dominicana para que éste pueda realizar sus funciones legalmente con el objetivo de que los organismos internacionales, así como los Estados pudieran reconocer legalmente el gobierno encabezado por Caamaño, este hecho sin precedente demuestra el desprendimiento de ese dominicano que en vida respondió al nombre de JUAN EMILIO BOSCH GAVIÑO.

¡Padre de la democracia dominicana!, este hombre cuyo rol como ciudadano fue determinante para la sociedad dominicana en los últimos setenta y tres años, desde la fundación del PRD en el año 1939 hasta nuestros, jugó un papel difícil de emular por las nuevas generaciones, convirtiéndose en un dominicano de singular importancia histórica en el proceso democrático dominicano. Juan Emilio Bosch Gaviño es el dominicano de mayor trascendencia de la historia contemporánea dominicana, creador de los dos partidos más grandes del país, primer presidente elegido democráticamente post la dictadura de Trujillo, autor de más de cincuenta libros -novelas y ensayos- y más de veinticinco cuentos. Fue tan extraordinaria y ejemplarizadora su labor en el quehacer político dominicano que sus adeptos han proclamado adoptar el Boschismo como marco teórico oficial del PLD.

Por tales razones a la sociedad dominicana le sería difícil entender e incluso le parecería insólito, inverosímil e inaudito que los restos de Caamaño pudieren ser llevados al Panteón Nacional primero que los restos del emblemático y cíclope Juan Emilio Bosch Gaviño, de suceder, sería un anacronismo histórico insalvable, por ello, abogo porque respetemos la historiografía de los personajes, pero ante todo, respetemos el orden históricos en aras de preservar la verdad ante las nuevas generaciones.

Payano1965@yahoo.es