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Mucho García Cordero

Hacía cuatro años que José García Cordero no exponía individualmente en República Dominicana. Su regreso -siempre esperado- no ha decepcionado. García Cordero, el artista dominicano más valorado internacionalmente, ha tenido en este año la enorme satisfacción de recibir la medalla al mérito del Senado francés.

Su pintura no es fácil. Si hay que buscar adjetivos, todos los que se puedan incluir en la categoría de sinónimos de "perturbador" podrían ser resultar válidos. Algo disonante con un artista de trato personal cálido y que se define de esta manera tan concreta: "Nací en Santiago en 1951. Estudié en institutos privados. Practiqué los carnavales, los bailes sociales y populares. Fui monaguillo. Frecuenté los cines y las bandas barriales. Pesqué y cacé con mi padre en Montecristi". Sigue después una vida de formación en arquitectura, en historia y filosofía. Relativista, escéptico. Una vida en París.

Ese artista, hoy universal, no pasa por alto que se hizo artista en Casa de Teatro, y aunque trabaja y vive en Francia es incapaz de sustraerse a la profunda huella del mar de su infancia. Colgada en la galería de Lyle O.Reitzel, esta exposición nos enfrenta al mejor García Cordero, al que se esconde y mira desafiante desde sus laberintos de cactus y palos secos, el que huye por campos luminosos y abiertos.

Imposible para el espectador permanecer indiferente ante un lenguaje único. Duro, vibrante, extremo, intrigante.

IAizpun@diariolibre.com