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Judicialización política

Se han puesto de moda las demandas judiciales a personajes políticos. Eso puede ser bueno o malo.

Puede ser bueno si las querellas o denuncias son serias. Puede ser malo si se utilizan para dejar salir frustraciones, o son un instrumento político para eliminar a futuros contendientes.

Se debe decir que todo ciudadano tiene el derecho -es su deber, en realidad-, a reclamar que los órganos del Estado actúen cuando se ha cometido un delito.

El punto difícil es establecer el delito, lo cual está a cargo de la autoridad competente. Por eso, las presiones mediáticas devienen indispensables para el logro de los objetivos del querellante.

Pero la "judicialización de la política" tiene un gran peligro, y es que somete a los jueces a presiones ajenas a su función esencial, lo cual termina, en países con democracias en construcción como el nuestro, en la "politización de la Justicia", lo cual es grave y pernicioso para el desarrollo democrático.

La legítima aspiración de acabar con la corrupción gubernativa, cuando es ejercida irresponsablemente, termina por no acabar con el mal y por crear otros que afectan el desarrollo democrático.

Tradicionalmente, las decisiones políticas de los gobernantes se dirimían en el plano que correspondían, el de la política. Hoy se quieren dirimir en las cortes, con el consecuente riesgo de descrédito de los procesos y del ethos democrático.

Debatamos lo político y juzguemos a los delincuentes, no al revés.

atejada@diariolibre.com