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Caminando por la ciudad

Santo Domingo, por mucho que se empeñen los del Cluster o Turismo, no es una ciudad agradable y atractiva para los que no la conocen. Es una ciudad agresiva, incómoda, siempre sucia, muy ruidosa. Pero lo más arisco de la ciudad es que no se puede caminar por ella.

Caminar por Santo Domingo es casi imposible. Caminando es como se conocen y aman la ciudades. Pero en Santo Domingo la lista de obstáculos es infinita y el que lo hace, normalmente porque no le queda más remedio que hacerlo, corre peligro.

Para empezar no hay aceras en condiciones. Las que no tienen socavones o acumulan pestilente basura están ocupadas por negocios y vehículos. Es asombrosa la proliferación de restaurantes, gimnasios, colegios, centros médicos... que consideran que la acera es el parqueo que por obvia proximidad, corresponde a sus clientes. Las nuevas construcciones las eliminan y empujan al peatón hacia el tráfico.

La pregunta es ¿dónde está el Ayuntamiento? ¿Para qué sirven los reglamentos de densidad, los permisos municipales? ¿Cuál es su excusa?

Santo Domingo no se puede pasear, y por lo tanto no se puede conocer. Pero el Ayuntamiento no parece dispuesto ni siquiera a echar la pelea.

Es un tema de seguridad vial, de derechos de los vecinos, de seguridad de los peatones, de arbitrios y pago de tasas municipales, de urbanismo y calidad de vida, de convivencia ciudadana... Un gran problema, que parece no tener punto de retorno.

IAizpun@diariolibre.com