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Entrando por la misma puerta

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Entrando por la misma puerta

Lo veía en el patio de atrás, que daba a la plazoleta de la iglesia. Poderoso, grande, mandíbulas fuertes y temperamento endiablado. Contemplábamos su imponente figura diluida por la sombra. En ese entonces estaba amarrado a una argolla introducida en un cable que iba paralelo a la calle frontal de la plazoleta, con un recorrido de 30 metros, quizás.

Al oírlo ladrar y sabiendo que estaba amarrado, mis primos y yo nos acercábamos a distancia prudente; le hacíamos muecas, dábamos gritos, brincábamos, burlándonos de su impotencia, mientras él ladraba con furia hasta agotarse. Y así, desafiándolo, nos sentíamos fuertes.

Un día ya lejano, en el segundo semestre de 1961, estando su dueño Antonio de la Maza Vásquez fuera de este mundo, luego de haberse consagrado con la gloria, se me ocurrió penetrar al patio de la casa saltando una verja lateral de madera, que a su vez contenía una puerta para uso de vehículos.

Brinqué sin pensarlo dos veces. Puse los pies en tierra dentro del solar de la casa. Levanté la cabeza. Y entonces fue cuando recordé que el perro debía de estar ahí todavía, pero ya era tarde. Escuché entonces un trote poderoso que semejaba el estruendo de la tierra en medio de un terremoto. Alcancé a ver sus zancadas majestuosas y sus mandíbulas que tanto me aterrorizaban. Venía como un celaje demoníaco hacia mí.

Intenté devolverme y saltar la verja desde el jardín hacia la calle, pero ni un músculo me obedecía. Paralizado por la imagen de las mordeduras demoledoras que pensé en un instante que podía sufrir, me quedé estático, como estatua, petrificado, inconmovible.

Estaba ahí de nuevo en un acto muy especial, en conmemoración del quincuagésimo segundo aniversario del ajusticiamiento del tirano. El Senador de la provincia Espaillat, José Rafael Vargas, rendía tributo de reconocimiento al Dr. Eduardo Antonio García Vásquez, mi padre, por su participación destacada en la conjura del 30 de Mayo.

Faltaban pocos minutos para empezar la misa solemne que sería celebrada por el padre Guillermo Perdomo Montalvo, mi pariente muy admirado, quién ha estado haciendo una formidable labor pastoral en Dajabón. Vino expresamente a celebrar esa misa en Moca.

Bajamos del vehículo. Caminamos recorriendo la calle y mientras lo hacía recordaba aquella hermosa casa que había sido el hogar de Antonio de la Maza Vásquez, con algo más de una cuadra de terreno, sembrado todo de imponentes cocoteros que proclamaban al mundo aires de libertad.

Como cambia la vida, pensaba, viendo aquella estructura que ahora alberga el Colegio Educare, dirigido por Olga Espaillat. Aquella hermosa cuadra está llena de aulas construidas en módulos independientes, bien distribuidas, y que hacen honor a la formación de la juventud, que ya es mucho, pero que debería destinarse algún día a erigir un centro histórico y cultural que haga reverencia a la hazaña del titán y de sus compañeros de gesta y a mejorar la perspectiva urbana.

De pronto, al asomarme a la verja, caí en la cuenta. Estaba entrando por la misma puerta, ya remodelada, asomado a la cual Bobby, que así creo que se llamaba el perro, me perdonó, porque supo darse cuenta que lo que hacíamos al desafiarlo era tratar de involucrarlo en nuestros juegos de adolescentes. En efecto, cuando ya casi sentía mis carnes desgarradas por el descomunal mordisco, sucedió que llegando a mí paró su carrera, se quedó mirándome, y terminó lamiendo mi mejilla. Después de eso solía irlo a buscar para llevarlo a pasear.

Transcurrió la misa con la admonición pronunciada por Artagnan Pérez. Y salimos en trulla hacia la plaza donde se haría la ofrenda floral en honor a los héroes del 30 de Mayo, yendo detrás de la banda juvenil de Moca que encabezaba la marcha. Y allí Oscar de la Maza pronunció enjundiosas palabras. Luego fuimos al Cine Teatro Don Bosco, donde vi mis primeras películas cuando apenas era un imberbe. En ese escenario se escenificó el acto de reconocimiento.

Y de pronto los duendes traviesos que dan vida al azar, se conjuraron para que el vídeo sobre la trayectoria de Antonio García Vásquez no pudiera proyectarse, por asuntos técnicos, y que en cambio emergieran las fibras humanas de la descendencia de García Vásquez, dando un contenido de gran calado emotivo a la ceremonia.

Hermoso acto que plantea un nuevo reto para que sigamos perseverando, y ampliemos el contenido del vídeo y su proyección a auditorios más amplios y diversos. Lo asumimos con gusto.

Gracias Senador, José Rafael Vargas, por haber impulsado esta iniciativa; Alcalde municipal, Remberto Cruz y Presidente del Cabildo, Carlos Castillo, por ser artífices de la declaración de "hijo meritísimo", expedida por el cabildo; Gobernador Provincial, Andrés Diloné Ovalles, por su apoyo; Luis Quezada, Frank Duran, y a todos los que colaboraron para que este acto fuera memorable como fue, incluyendo a las personalidades que participaron en las entrevistas que fueron hechas.

Y el más profundo agradecimiento a todos aquellos que con su presencia nos dieron su calor, acompañándonos en esa inolvidable ceremonia.