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Liderazgo político y diálogo democrático

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Liderazgo político y diálogo democrático

En "La Política como Vocación" (1919), Max Weber afirma que hay tres cualidades que pueden considerarse decisivas para un político: la pasión, el sentido de la responsabilidad y la seguridad interna.

Sólo quiero referirme a la responsabilidad. Para Weber la ética de la responsabilidad, como un componente fundamental del ejercicio del liderazgo, es una expresión de racionalidad instrumental, en el sentido de que no sólo valora los fines, sino los instrumentos para alcanzar determinados fines. Esta racionalidad instrumental «maduramente reflexionada» es la que conduce al éxito político.

El problema del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) no es el de las candidaturas en sí mismas, aunque todo se oriente a la candidatura presidencial. El problema central es el partido mismo, desde su recomposición y reorganización, hasta su funcionamiento. El tema central es que el PRD tiene que actuar políticamente como partido de oposición, reencontrarse con la gente y presentarle al país una serie de boletas a cargos electivos, que van desde la Presidencia de la República, hasta los gobiernos municipales, pasando por los escaños en el Congreso Nacional.

Por eso, la capacidad de asumir y comprometerse con soluciones democráticas en el Partido Revolucionario Dominicano será la consecuencia del sentido de responsabilidad de toda su dirigencia. En especial, de Miguel Vargas, actual presidente del partido, y del ex presidente de la República, Hipólito Mejía, quienes buscan resolver la división de la entidad ocasionada por su enfrentamiento.

Si partimos de la afirmación de que la política se nutre de realidades y la política se hace con personas, entonces debemos entender que las personas tienen intereses, no siempre justos, no siempre dignos.

Desde la abolición de la esclavitud en Estados Unidos de América, hasta el fin del régimen del apartheid en África del Sur, fueron procesos complejos, por lo que es ingenuo reducir los actores a "los buenos versus los malos". Es políticamente inteligente intentar entenderlo entre los comprometidos con una visión de cambio versus los que se benefician de un status quo, muchas veces inoperante e injusto.

Pues toda política, por pura que pretenda ser, sufre de condicionamientos, dependencias, matices, precios que pagar y necesidades -o necedades- que satisfacer. No pertenece al reino angelical, sino al humano, a veces demasiado humano.

En política los objetivos no se encuentran, se definen. En consecuencia, para alcanzar esos objetivos se definirán adversarios y se establecerá coalición de voluntades. Por eso toda acción política es lucha y armonización de opuestos y dependerá del discernimiento y el sentido de responsabilidad del líder si esa lucha es estéril, o con un profundo compromiso social y político. En todo caso, la política es elección, sin olvidar que en la medida que toda elección es excluyente, tiene un sentido inevitablemente trágico.

En toda acción política interna de una organización habrá siempre vencedores, vencidos y resentidos. La clave de los vencedores es tender puente de plata al vencido. La clave del vencido es tener claro que su objetivo es ganar, ser exitoso, no exclusivamente ganarle al adversario. De lo contrario, uno y otro terminarán en el ejército de los resentidos.

La situación actual del PRD es dramática, como dramáticos son los tiempos que vive el mundo, como dramática es la narrativa política en todas partes.

La idea de algunos políticos, de parcelas diferentes, de que el PRD no tiene capacidad para la solución de sus problemas refleja que su agenda tendrá éxito en la medida que su afirmación se haga realidad.

El peligro es real, pero el temor es una elección. Siempre hay posibilidades para el entendimiento. Hay puntos comunes que se comparten. El tema central es unificar el partido y volver a conectarlo con la gente. No se trata de personas ni de personalidades, se trata de la organización política de más tradición democrática del país. Se trata del sistema democrático en sí mismo. La clave es arribar a una solución transparente e institucional. Entonces lo que hay que construir son las condiciones para que el diálogo continúe, y sobre todo, que este sea democrático, pues una cosa es concertación y otra es el conciliábulo.

El 29 de mayo del 2012, en conferencia de prensa celebrada en el Hotel El Embajador, justo cuando iniciaban acciones contra el ingeniero Miguel Vargas, afirmamos que «el PRD debe concertar adentro para competir y ganar afuera. Y evitar que de afuera dirijan los hilos de nuestra división, se aprovechen y beneficien de ella. Somos la fuerza política aglutinadora y articuladora de la sociedad y la comprometida con la justicia social y la institucionalidad democrática… No es con expulsiones, ni con sentencias que alcanzaremos la unidad y el triunfo en el 2016.» Lo hicimos con plena responsabilidad y conciencia del derrotero que nos esperaba, era obvio lo que acontece hoy, pues todo conflicto genera un beneficio secundario.

Hoy reitero mis palabras y mi compromiso con la unidad del PRD.

Ahora bien, la política no es una película con un principio, un desarrollo y un final. Más bien es una telenovela, las entregas se dan por capítulos. En ese orden, el proceso actual del PRD es un capítulo, no la telenovela completa. Mi lectura del proceso histórico del partido es que este nunca ha evadido las diferencias internas, producto de la gran libertad en la que se ha desenvuelto. De alguna manera ha encontrado soluciones a sus grandes conflictos, con grandes desgarraduras, sí, como grandes desgarraduras tiene la democracia dominicana. Por eso, después de grandes crisis, el PRD ha sabido llegar al poder.

Toda la dirigencia debe seguir propiciando el ambiente de diálogo y concertación para tener una Convención transparente, incluyente y democrática. Es la narrativa que todos debemos asumir.

La política se nutre de realidades, decía don Juan Bosch, y la realidad es que los más perjudicados, de los conflictos internos, son las bases del partido y todo un pueblo que espera por nuestra responsabilidad política.

Vivimos tiempos de cambios, que van más allá de nuestras fronteras. Si la dirigencia del PRD cree saberlo todo, estará bien equipada para un mundo que ya no existe. Si estamos abiertos, unidos y conscientes a que el conocimiento sólo es útil cuando tiene una función social y que el PRD está señalado para grandes logros si aprende las lecciones de su propia historia, con inteligencia estratégica, transparencia y auténtica democracia, entonces, el camino es el de construir un "PRD Unido, un PRD con la Gente".