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opinion

150 años

El sesquicentenario de la Restauración de la República va a pasar por debajo de la mesa, en parte por los ruidos del primer año de la administración Medina.

Estamos tan envueltos en buscar la quinta pata del gato de este Gobierno, que nadie agradece la acción de un grupo de patriotas que volvieron a levantar la bandera dominicana en los campos de Capotillo.

La Restauración fue la verdadera independencia nacional, proclamó Hostos, porque hasta ese momento nos sentíamos españoles. Romper ese cordón umbilical que nos ligaba a la Madre Patria fue un hecho trascendental en la historia nacional.

Por supuesto, por sus características, la guerra de la Restauración fue una guerra patriótica, pero también social, económica y hasta racial. La táctica de guerra de guerrillas utilizada por los dominicanos contra el formidable ejército peninsular, es un modelo de estrategia militar de uso en el presente.

La Restauración despertó lo bueno y lo malo del país. Así como logramos expulsar a los españoles, la secuela de la guerra nos legó tres lustros de inestabilidad y conflictos intestinos hasta los gobiernos "azules" y la dictadura de Lilís.

El tabaco financió la guerra. El desprendimiento del Cibao que aportó los hombres y los recursos, no puede ser pasado por alto. El Norte fue país y bandera en la epopeya que nos devolvió la dignidad de pueblo libre.

Al recordar ese sacrificio extraordinario a 150 años de distancia, los dominicanos debemos hacer la promesa de persistir en el esfuerzo de crear una patria grande, próspera y digna.

atejada@diariolibre.com