Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
opinion

Corrupción e ineficiencia en el gasto público

"Lo sorprendente en la historia es la paciencia con la que hombres y mujeres se someten a los sacrificios que innecesariamente les son impuestos por sus gobiernos." George Washington

Existe una estrecha relación entre corrupción e ineficiencia en el gasto público. La primera es causa suficiente para que se genere la segunda; sin embargo, la ineficiencia pude ser, además, generada por causas diferentes a la corrupción. El factor común es que ambas se convierten en una dilapidación de los recursos públicos, y son, por sus naturalezas, muy difíciles de medir. Hay varios informes que tratan de construir mediciones aproximadas que puedan servir de orientación para la aplicación de políticas públicas más efectivas, dirigidas a reducir la negativa incidencia que tienen en la calidad del gasto público.

Uno de esos estudios es el reporte del Banco Mundial titulado "Los Indicadores Globales de Gobernanza", en donde se definen seis indicadores (Voz y Rendición de Cuentas, Estabilidad Política y Ausencia de Violencia/Terrorismo, Efectividad del Gobierno, Calidad Regulatoria, La Regla de la Ley, y Control de la Corrupción) que miden la forma en la que "los gobiernos administran los recursos sociales y económicos para el desarrollo." El reporte abarca a más de 200 países, incluyendo a la República Dominicana. Dos indicadores me interesan, por el momento. El primero se refiere a la efectividad del gobierno: entre el 2000 y el 2012 el gobierno dominicano perdió cerca de un 20% de efectividad, mientras que los países de Centroamérica -incluyendo a Panamá- mantuvieron el nivel de efectividad en 43% (siendo 100% la máxima efectividad). En el caso del control de la corrupción la caída fue aún peor, al pasar de un 31% en el 2000 a un 23% en el 2012, para una reducción del 26%, en contraste con la mejoría de un 8% en el control de la corrupción que experimentaron los demás países centroamericanos. Solo Honduras presenta resultados peores que los nuestros.

Un segundo estudio, bajo los auspicios del FMI (IMF Working Paper), es el realizado por Francesco Grigoli y Eduardo Ley (2012) sobre la calidad del gobierno y los estándares de vida. Si bien este estudio está dirigido a mostrar que el producto de la economía se sobreestima cuando el valor agregado del gobierno se computa simplemente a través del gasto (nomina y demás), pues se ignora los que los autores llaman "desperdicios", sus resultados son útiles para medir el nivel de ineficiencia de los gobiernos. Los citados autores tomaron una muestra de 24 países de la Unión Europea y de las economías emergentes; entre ellos, Bulgaria, República Checa, Portugal, Corea del Sur, Singapur, Brasil, México y Sudáfrica. Al estimar el nivel de ineficiencia, asociado solamente a los "desperdicios" de recursos públicos en educación y salud, encontraron que había una perdida promedio equivalente al 4.1% del producto interno bruto, desglosada en 1.5% en educación y 2.6% en salud, de lo que ellos deducen que un 35% de los recursos dedicados a educación se pierden en el proceso, mientras que en salud la pérdida de eficiencia es del 65%.

Si conectamos estos dos estudios para tratar de extraer algunas conclusiones acerca de la República Dominicana, pudiéramos inferir que nuestro país está por debajo de Centroamérica en materia de efectividad gubernamental y en control de la corrupción. Y además, pudiéramos asumir que somos menos eficientes que el promedio de los 24 países incluidos en el segundo estudio. De esta forma, pudiéramos presumir un nivel de ineficiencia y corrupción por encima del 35% del gasto publico. Pero, para no pecar de exagerados, asumamos que en realidad somos más eficientes que el conjunto de esos países europeos y de las economías emergentes, y que, por lo tanto, el "desperdicio" de recursos públicos en el caso dominicano solo alcanza al 25% del gasto público. El resultado no puede ser más escalofriante: unos RD$100,000 millones se pierden anualmente en la forma de ineficiencia y corrupción.

Estos números no son exactos, pero aún con un extraordinario margen de error se pudiera decir que el gasto público representa una fuente importante de distorsiones para la economía dominicana. Estas distorsiones están asociadas con la ineficiencia, ya sea por corrupción o negligencia, que significa un uso excesivo de recursos o de insumos para generar un mismo nivel de bienes o servicios. Ni si quiera pone en juicio la naturaleza de los programas a los que están dirigidos los recursos públicos, simplemente si hay una racional proporcionalidad entre el nivel de los insumos utilizados y los bienes y servicios entregados.

En consecuencia, resulta contraproducente hablar de aumentar la presión tributaria cuando se tiene que la reforma del gasto público sigue siendo una tarea pendiente. La legitimidad impositiva tiene que ser ganada a través de una política de gasto público que se traduzca en la provisión de servicios públicos de una razonable calidad. Mientras tanto, la economía dominicana seguirá siendo agobiada por una estructura tributaria incoherente y por un gasto público muy ineficiente.

Pedrosilver31@gmail.com

@pedrosilver31