El 16 de agosto y los reportes
Castro Castillo y Domínguez Brito juegan sus cartas
No es el problema, pero es parte del problema que las estadísticas de la Policía sean diferentes a las de la Procuraduría sobre avance o reducción del crimen.
La verdad debe ser la verdad, mucho más cuando se corre el riesgo de que la mentira sea tirada a tierra por otra entidad oficial, y la opinión pública se vea obligada a discernir.
Diez muertos son diez muertos, y no hay porqué decir que fueron cinco o quince. Ese cálculo de uno por cien mil es un truco malo, y a nadie convence.
Además, se crean impresiones falsas o equívocas, pues no se sabe por qué uno escamotea y el otro atormenta. Los mal pensados suponen que el 16 de agosto tiene mucho que ver con los reportes.
Declararse impotente es una forma de adelantarse a lo obvio, pues la fecha obliga a pasar balance y ver cuáles titulares llenaron el cometido y cuáles no.
Te doy de todo, y sin embargo, el resultado no mejora.
Castro Castillo y Domínguez Brito están jugando sus cartas, y no puede saberse cuál mejor hasta que agosto sea un mal recuerdo, pues no sólo está lo de irse o quedarse, sino lo que se deja. Esos números no son suficientes.
La verdad debe ser la verdad, mucho más cuando se corre el riesgo de que la mentira sea tirada a tierra por otra entidad oficial, y la opinión pública se vea obligada a discernir.
Diez muertos son diez muertos, y no hay porqué decir que fueron cinco o quince. Ese cálculo de uno por cien mil es un truco malo, y a nadie convence.
Además, se crean impresiones falsas o equívocas, pues no se sabe por qué uno escamotea y el otro atormenta. Los mal pensados suponen que el 16 de agosto tiene mucho que ver con los reportes.
Declararse impotente es una forma de adelantarse a lo obvio, pues la fecha obliga a pasar balance y ver cuáles titulares llenaron el cometido y cuáles no.
Te doy de todo, y sin embargo, el resultado no mejora.
Castro Castillo y Domínguez Brito están jugando sus cartas, y no puede saberse cuál mejor hasta que agosto sea un mal recuerdo, pues no sólo está lo de irse o quedarse, sino lo que se deja. Esos números no son suficientes.