Los van a devolver
Gustavo Volmar
La visita de tres presidentes no fue suficiente para hacer cambiar la posición del gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.). Los líderes de Guatemala, Honduras y El Salvador visitaron a Barack Obama con la finalidad de interceder a favor de los miles de niños indocumentados que han entrado por la frontera con México procedentes de América Central. Le plantearon específicamente que aquellos niños cuyo padre o madre esté viviendo en los EE.UU. sean autorizados a permanecer allá. Y le recordaron que la llegada de los niños se debe en parte a la violencia que existe en Centroamérica, resultado del tráfico de drogas que los EE.UU. tienen también la responsabilidad de enfrentar por ser el mercado a donde se dirigen y son consumidas.
Obama se mostró compasivo, pero expresó con firmeza que pocos de los niños califican para recibir asistencia económica humanitaria, o para ser admitidos como refugiados. Salvo algunos casos, no podrán quedarse en los EE.UU. y serán devueltos a sus países de origen, según establecen las leyes estadounidenses sobre el particular. Ni las Naciones Unidas, ni la Unión Europea han intervenido al respecto.
Mantener temporalmente los niños es costoso, en especial para el estado de Texas, pero no es probable que el Congreso apruebe la solicitud de US$3,700 millones en fondos de emergencia que Obama le presentó. La razón es que aunque ese costo ha sido alto, el mayor problema es realmente político. Las elecciones de medio término serán celebradas en noviembre, y la oposición republicana presiona por deportaciones más rápidas, a lo que se oponen los demócratas, por la importancia que para ellos tiene el voto de los hispanos.
El gobierno estadounidense no quiere que los niños sigan llegando. Considera una propuesta para que sin salir de sus países puedan iniciar sus peticiones de refugio. Y Obama prepara medidas sobre inmigración vía órdenes ejecutivas, para no tener que pasarlas por el Congreso.
gvolmar@diariolibre.com
Obama se mostró compasivo, pero expresó con firmeza que pocos de los niños califican para recibir asistencia económica humanitaria, o para ser admitidos como refugiados. Salvo algunos casos, no podrán quedarse en los EE.UU. y serán devueltos a sus países de origen, según establecen las leyes estadounidenses sobre el particular. Ni las Naciones Unidas, ni la Unión Europea han intervenido al respecto.
Mantener temporalmente los niños es costoso, en especial para el estado de Texas, pero no es probable que el Congreso apruebe la solicitud de US$3,700 millones en fondos de emergencia que Obama le presentó. La razón es que aunque ese costo ha sido alto, el mayor problema es realmente político. Las elecciones de medio término serán celebradas en noviembre, y la oposición republicana presiona por deportaciones más rápidas, a lo que se oponen los demócratas, por la importancia que para ellos tiene el voto de los hispanos.
El gobierno estadounidense no quiere que los niños sigan llegando. Considera una propuesta para que sin salir de sus países puedan iniciar sus peticiones de refugio. Y Obama prepara medidas sobre inmigración vía órdenes ejecutivas, para no tener que pasarlas por el Congreso.
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