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Las armas

La solución al problema de las muertes por armas de fuego tiene que provenir de ideas contraintuitivas o que parezcan ilógicas y contra el sentido común. Mientras las calles estén llenas de armas, habrá muertes.

Habrá muertes porque los delincuentes saldrán a buscarlas de la forma más barata para ellos: matando a quien las porta y, luego de armados, saldrán a matar para lograr sus fechorías. Después, si hay armas en la calle con permiso, siempre habrá asaltos para quitárselas a su legítimo propietario. (Y las estadísticas de los propietarios que se defienden con éxito son muy bajas. Por tanto, el arma no es una garantía de seguridad).

El remedio es eliminar el porte, es decir, desarmar a la población, de modo que todo el que ande con un arma en la calle, por definición, es un delincuente, y la Policía tiene todo el derecho a enfrentarlo en sus términos.

Sin armas en la calle se acaban las muertes para quitarlas, y los asaltos a negocios y casas con ellas.

Se requiere valor para tomar una medida como ésta, y una Policía honesta.