Vigilia por la ejecución

Una especie de vigilia tiene lugar cuando se aproxima la hora de la ejecución de un condenado a muerte. Puede ser que surjan nuevas evidencias o que la sentencia sea conmutada, pero a medida que el tiempo avanza, una sensación de fatalidad se apodera de los involucrados, unos a favor de la ejecución y otros en contra.

Con su ejecución pautada para mañana, Argentina avanza hacia la segunda cesación de pagos de su deuda externa en trece años, por una sentencia judicial que le impide pagar la porción de la deuda que fue renegociada, si no paga también la que no lo fue. En este proceso, los favorecidos por la sentencia actúan como los agraviados que reclaman justicia, y los acreedores reestructurados hacen las veces de los familiares del reo.

Por supuesto, de igual forma que la ejecución no resucita a las víctimas para devolverlas a sus parientes, la cesación de pagos no hace que los acreedores reclamantes cobren. Ellos apuestan a que Argentina cederá antes de marginarse de nuevo del mercado financiero internacional, pero si no les paga, tendrán que recurrir a otras tácticas, como involucrar a otras personas y embargarles propiedades.

No pagar porque no se le permite hacerlo es diferente a no querer pagar. Argentina sufriría trastornos, pero la mayoría de los analistas creen que serían pasajeros, pues el país no ha estado dependiendo de nuevos financiamientos. Las inversiones externas podrían bajar, pero no tiene por qué haber una crisis bancaria o un desabastecimiento de productos. Si no se acelera la devaluación monetaria, tampoco la inflación debería ser superior de lo que es ya. La situación económica está tan deteriorada, que el asunto de la deuda no es la mayor preocupación.

Puede ser que al salir esta columna negociaciones de último minuto ya hayan detenido la ejecución, pero quizás Argentina decida que es mejor dejar que suceda, y no crear un precedente que invite nuevas demandas.

gvolmar@diariolibre.com